sábado, 25 de junio de 2016

INSTRUCCIONES PARA BEBER



Como todo el mundo tiene una idea bastante aproximada de lo que se quiere decir con el título que encabeza estas líneas, no nos entretendremos tratando de explicarlo, pues aunque es posible que haya un porcentaje que no lo tenga claro, no sería significativo. Estando de acuerdo en esto, puede, sin embargo, existir gente que dude del significado exacto de lo enunciado, porque una cosa es estrictamente beber, y otra “empinar el codo”, como popularmente se dice. En cualquiera de ambos casos, nos atrevemos a afirmar, que lo que debe hacerse en esa tesitura es beber algo en estado líquido, quedando prohibidos los sólidos y los materiales gaseosos. Y esto de ninguna de las maneras puede considerarse una discriminación, sino debido a la estructura de de la garganta y el aparato digestivo, pero sobre todo, a los diferentes estados de la materia sobre la superficie del planeta y su utilidad para los seres que lo habitan. Otro aspecto que cabe aquí considerar, antes de meternos en la cuestión a fondo, es que una vez que se decide beber, debe evaluarse de antemano la viscosidad del líquido (que no llegue a la de la silicona, por decir algo evidente), y que no sea venenoso, por lo que se desaconsejan la lejía, el amoniaco, y en general, los líquidos desatascadotes, el matarratas. Y el sidol. Dicho esto a modo de advertencia previa, podemos seguir adelante con la seguridad de no haber inducido a error a los lectores que creyesen que podían beber cualquier tipo de líquido, con independencia de su composición. Y no es así, por lo que se ruega encarecidamente que tampoco beban ácido sulfúrico.
Para empezar vaya por delante que para beber debe usted tener boca, algo que puede comprobar de varias maneras, como por ejemplo, llevándose una mano hacia la zona de la cara, debajo de la nariz, donde suele estar ubicada, y empujando varios dedos hacia adentro. Si logra penetrar, está claro: sí la tiene, aunque para ello haya tenido que apartar los dientes. Otra forma posible es mirarse al espejo, separar los labios, y comprobar que existe un agujero. Si es así, no le dé más vueltas: se trata de eso. Otra manera posible, sería verificar si sabe hacer lo que  en el diccionario de la Real Academia de la Lengua (y otros) define como “tragar”. Para ello debe realizar una serie de movimientos (parecidos al peristaltismo intestinal) al fondo de esa estructura que acabamos de mencionar, y comprobar que “sucede algo” en la parte delantera del cuello. Bien, pues a eso se llama tragar, acción fundamental para poder beber y para cualquier otro tipo de deglución. En los varones tal cosa resulta más sencilla al estar dotados de una nuez prominente, y resultar más visible el fenómeno. En cualquier caso, si quiere ahorrar tiempo y movimientos innecesarios, pruebe, por ejemplo, a decir “veintisiete”, si lo logra, no lo dude: usted tiene boca. Incluso si solo acierta a decir “mu”, como al parecer suele ser su costumbre. Si a pesar de todo, no quiere soportar las mínimas molestias de cualquiera de las acciones mencionadas más arriba, trate de recordar si esta mañana ha desayunado. En caso afirmativo: boca confirmada. En otro caso, no se alarme y proceda según lo indicado, teniendo en mente que en el peor de ellos podría ser hidratado por sonda.Y para terminar este apartado, le recordamos que la boca tiene labios, dientes, lengua, cielo de paladar y úvula, pero no se demore observándolos, porque a poco que lo haga podría morir de sed.
De todas maneras, como ya se apuntó más arriba, puede no tratarse de beber strictu sensu, sino de su necesidad imperiosa de darse una alegría a base de alcoholes en cualquiera de sus formas, ya sean por maduración o destilado. En ese caso sepa que verdaderamente “beber” se emplea como una metáfora de su significado primordial, aquel que se refiere al hecho de introducir agua en nuestro organismo para seguir vivos. Para evitar confusiones, en determinados países de América latina, cuando se trata de esta modalidad, se opta por el verbo “tomar”. De todas maneras, trate de no confundir el agua de manantial con la ginebra, el resultado en caso de una ingesta masiva y precipitada de una botella de esta, le puede llevar a Urgencias con diagnóstico incierto. Fíjese en la etiqueta, suele figurar bien claro. En caso de beber agua del grifo no hay problema, porque no es habitual que el Canal suministre líquidos aguardentosos por esa vía. Sepa, en cualquier caso, que en las canalizaciones al efecto, viven (y, al parecer, disfrutan) millones de bacterias que puede resultarle perjudiciales si no está habituado. Se desaconseja vivamente beber directamente ( a morro) del grifo, porque en sus proximidades las susodichas parecen estar más alteradas y ser más peligrosas (y lo mismo podría decirse de las cantimploras poco utilizadas).
También pueden ingerirse otros tipos de líquidos beneficiosos para el organismo, siempre que sean tomados en cantidades discretas, a saber: refrescos de distintos sabores, té, infusiones variadas como el poleo, el mate, la manzanilla, y el café. Con este sin embargo ha de procurar ser comedido, si quiere irse a la cama sin riesgo de insomnio y la tensión por las nubes. Y lógicamente coca-cola envasada o a granel, en cualquiera de sus modalidades. Si el líquido resulta ser estrictamente blanco, casi con toda seguridad se trata de leche, un extraño producto que se obtiene de las vacas jalando con energía de sus ubres, algo que se ha vuelto habitual en Occidente desde hace centenares de años, convirtiéndose así sus habitantes en los únicos seres vivos que siendo adultos hacen tal cosa. Pregúntele a los leones, si tiene alguna duda. Los japoneses también son reacios a hacerlo a pesar de la presión a la que son sometidos por las industrias lácteas en la actualidad, pero afortunadamente prefieren quedarse son su bebida nacional, el sake. Y ante el peligro en ciernes, parece que el emperador se va a dirigir a la nación para que persevere en la veneración de sus tradiciones nacionales: los samurais y los kamikazes. Pero sobre todo, ese ancestral licor, que tantos héroes ha proporcionado a la nación del Sol Naciente (y sin el cual es posible que los anteriores no hubieran existido).


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