miércoles, 1 de junio de 2016

SEÑALAMIENTOS




“Ualalulú,ualalulá”,dijo el gigantón yacente, al tiempo que estirando el brazo derecho señalaba al cielo y poco después a su boca. La multitud se arremolinó alrededor del coloso tendido, y comenzó el debate de los más próximos sobre lo escuchado, y el posible significado de su señalamiento. Había quienes anteponían una “g” a las palabras pronunciadas, que según ellos las hacía más sonoras, mientras que otros ratificaban lo escrito más arriba. De todas maneras, poco después, aquello se volvió insignificante ante la confirmación del óbito de aquel individuo, con lo que se hizo evidente que no habría aclaración posible, por lo que su gesto final cobró todo el aspecto de un testamento, pues nadie se hubiera molestado en hacerlo de no ser para indicar algo misterioso, que a partir de aquel día fue comentario entre grupos de personas pertenecientes a determinadas sectas esotéricas y animistas de Dakar. Las conjeturas se multiplicaron, y el suceso incluso fue publicado en primera página del “Quotidien du Senegal”, pues según ciertos periodistas, la presencia de un personaje como el fallecido en las calles de Dakar, vestido exclusivamente con un taparrabos y totalmente desconocido, no era ni lógica ni normal, más aún, cuando los médicos forenses determinaron que aquel individuo era de una etnia del interior del continente, y que parecía haber sido envenenado. Como curiosidad, apuntaban también el hecho nada habitual, de que el gigante negro midiera dos metros y quince centímetros y solo tuviera un testículo, precisando, eso sí, que este era del tamaño aproximado a un huevo de avestruz, y su pene en consonancia. Las conjeturas se multiplicaron durante una temporada, y al saberse los detalles, fueron la comidilla de los círculos cultos de la capital senegalesa, y objeto de bromas y chistes de sal gorda. Hasta tal punto causó impacto lo sucedido en el pequeño mundo de los colonos franceses y el mundo diplomático, que el Instituto Francés, dos meses después, organizó un ciclo de conferencias, cuyo objetivo no se sabía a ciencia cierta si lo que pretendía era documentar a sus ociosos integrantes o ridiculizar el suceso, bajo el nombre de “El huevo cósmico y el origen del universo”. El hecho es que los ponentes fueron gente de alto nivel, contándose entre ellos a reputados intelectuales de la metrópoli: un sociólogo, un antropólogo y un astrofísico de renombre. Al Embajador español le tocó intervenir en la presentación de uno de ellos, y el hombre a falta de datos de mayor interés, se limitó a hacer un panegírico de la raza negra, haciendo hincapié en la devolución a la República de Mali del “Negro de Banyoles”. No pasó desapercibida sin embargo la negativa del antropólogo francés Levi-Strauss a asistir por los achaques de la edad, que sin embargo la gente más culta e informada atribuyó a los aspectos menos serios de la convocatoria. Quien se lo tomó muy en serio fue el agregado cultural de la embajada de Suecia, que hizo alusión en una presentación con visos de conferencia, a las leyendas nórdicas, el Kalevala, la Tortuga Primigenia y al Espíritu que  levita sobre las Aguas, en una concesión al Apocalipsis de San Juan, dada la presencia en la sala del Nuncio de Su Santidad. Se sabe por otro lado, que al margen de las celebraciones oficiales, ciertas sectas afines al vudú celebraron rituales en los que se trataba de fertilizar a mujeres con problemas para la procreación, y de estimular el crecimiento gonadal de los varones impotentes o con problemas de eyaculación. En determinados círculos sociales de la capital, se comentó sotto voce las reuniones periódicas a partir de entonces de un nutrido grupo de damas de la colonia extranjera de Dakar, en las que intervenía un aborigen del interior, dotado de unos atributos similares al extinto, dada la admiración y el arrobo que desde aquel infausto suceso, algunas de entre ellas profesaban a la otrora preterida raza negra. De los últimos instantes de Amín y de su misterioso gesto nunca más se habló, quedando con el tiempo la memoria exclusiva de su oculta relación con los avestruces.

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