domingo, 26 de junio de 2016

LA OVEJA - LOBO final



 Lo cierto es que el lobo raro o la oveja tonta, como queráis llamarlo, permaneció mucho tiempo en su refugio, esperando decidirse  en uno u otro sentido. Sin embargo, la verdad es que no le resultó sencillo, pues si unas veces se sentía como un auténtico lobo, en  otras su corazón de oveja reprimida se manifestaba claramente, y deseaba incorporarse de inmediato al rebaño. Sucedió, sin embargo, que un día se presentó el pastor, que estuvo un buen rato allí intentándose comunicarse con ella. Le acompañaban una de las ovejas que no la temían, y un perro al que había visto en ocasiones guardar al rebaño. Un San Bernardo. Finalmente, el pastor, a pesar de la resistencia que ella mantuvo durante un rato, logró echarle una soga al cuello y llevársela con él, pues según parecía deducir de los gritos que daba, pretendía que le ayudara.
Aunque al principio no le pareció entender nada, pronto tuvo claro que el pastor quería aprovecharse de sus dos naturalezas, que finalmente no parecían ser incompatibles para lo que él pretendía. Como lobo, ejercería las funciones de perro guardián, y como oveja actuaría en cada momento tratando de comprender las reacciones del rebaño sin ser excesivamente agresivo, al comprender las motivaciones de sus hermanas para actuar a su manera. El perro que era inteligente y bastante entrado en años no puso ninguna objeción ni se mostró celoso, por lo que a partir de aquel momento los dos colaboraron en el cuidado del rebaño. En algunos momentos cuando veía a la manada de antiguos compañeros merodear por la zona para ver si alguna de las ovejas se despistaba, dejaba actuar al San Bernardo que a pesar de su edad tenía las suficientes malas pulgas como para mantenerlos alejados. Así fue como la oveja abandonada logró conciliar sus dos naturalezas tan opuestas, y logró el respeto de ovejas y lobos, que por raro que pueda parecer en secreto llegaron a envidiarla.

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