domingo, 12 de junio de 2016

APOSTILLAS A AMANECERES



Queridos colegas, desde hace tiempo quería que mi ponencia de hoy en este congreso, versara sobre la personalidad múltiple, esa dolencia que afecta a un tipo de pacientes que todos alguna vez en nuestra vida hemos tenido en nuestra consulta, y que tantos quebraderos de cabeza nos producen. Nada hay más complejo que enfrentarse a una personalidad así, que si un día se presenta con una alguien bien definido, al siguiente puede presentarse como todo lo contrario. Es irritante, debemos reconocerlo, pero al mismo tiempo resulta estimulante, en la medida que nos permite ahondar en los misterios de psique humana. Hasta ahora en nuestra clínica habitual habíamos observado a individuos con doble personalidad, normalmente antitética y complicada de interpretar, pero que nos permitían disponer pronto de una terapia adecuada, integrando los opuestos que nos daban la clave del problema a tratar. Hoy en día proliferan sin embargo las personalidades múltiples difíciles de aprehender, pues nos sorprenden con cambios continuos que hacen francamente difícil su interpretación y tratamiento.
Traigo esto a colación porque hoy me voy a centrar principalmente en comentar diversos aspectos de una personalidad complejísima, y en cierta medida deslumbrante, de un individuo que acudió a mi consulta el año pasado aquejado de múltiples dificultades, con quien acabé acordando la importancia de analizar sus sueños, pues en su lenguaje habitual se ocultaba con tal proliferación de síntomas y explicaciones poco coherentes que juzgué inútil tratarlo por otra vía. Lo cierto es que esta persona, tras una primera sesión plenamente coherente, en la que me explicó con todo detalle sus dificultades, empezó a observar una conducta incomprensible, pero que yo interpreté rápidamente como su necesidad de ser admitido fuera cual fuera su forma de actuar, sin hacer comentarios al respecto. El segundo día, por ejemplo, se presento dándome la espalda sin mayores explicaciones, y permaneció de esta guisa durante toda la sesión, lo que con independencia de irritarme al principio, acabé interpretando como la forma que tenía de presentarse buscando una aceptación acrítica. Lo hizo en varias ocasiones, alternándolo con posturas laterales, sentado en el suelo o de pie, lo que acepté en cada momento de la misma manera, aunque a ustedes les puedo confesar que en el fondo me sentía un tanto irritada y con ganas de tirarle algo a la cabeza, ustedes me comprenden. Finalmente se acabó sentando o tumbándose sobre el diván a su antojo, habiendo yo comprendido su necesidad de marcar él la pauta de la sesión sin que yo llegara a molestarme.
Cuando empezamos a analizar los sueños, una vez que esto fue posible, me asombró en primera instancia la cantidad de ellos que traía, por lo que llegué a pensar si se los inventaba, pues describía con un detalle increíble las situaciones y los elementos que participaban en ellos, de manera que podía estar cinco minutos hablando de un hipocampo, de tal manera y con tal entusiasmo que me dejaba perpleja. A veces incluso me traía dibujos milimétricos de la fauna que describía, pues, y esto es importante, al poco de comenzar las sesiones empezó prácticamente a soñar solo con animales o seres fantásticos, que yo sospechaba que sacaba de las viñetas de algún comic, a los que era tan aficionado.
Durante varios meses sus sueños fluctuaban entre diversas clases de celentéreos, desde el cangrejo común al bogavante, a los que general situaba en lo alto de  altares barrocos camuflados entre panes de oro, mientras en el presbiterio se celebraba algún ritual que nunca llegamos a descifrar, pero que yo supuse que era la escena primaria con sus padres como protagonistas, lo que al mismo tiempo le maravillaba y le aterrorizaba. En estas ocasiones, que hace unos meses se hizo famoso en los medios de comunicación por los acontecimientos ocurridos en un hotel inglés, en donde se presentó temprano a desayunar con un aspecto que provoco la estampida del resto de clientes, pues se trataba, como recordarán pues fue noticia de primera plana, de un cuadrúpedo con cuerpo de lobo y cabeza de bogavante. En mi opinión se ha enfocado la explicación de la metamorfosis de Francisco desde un punto de vista excesivamente simplista, acudiendo en exclusiva a motivaciones de tipo fisiológico y desdeñando absolutamente la importancia de los procesos ambientales o estrictamente psíquicos, que pudieron provocar una reacción en cadena dentro de su organismo y transmutar su genoma. Hoy ya se sabe que este hombre fue criado en una granja en las inmediaciones del mar, y sería muy lógico que su psiquismo, padeciendo un grave desarreglo emocional de base debido a la falta de cuidados maternos y la soledad de aquellos parajes, hubiera incorporado elementos afectivamente significativos de su entorno para desarrollarlos ya de adulto a nivel celular.
De hecho, su padre en una entrevista en un medio de comunicación serio, ratificó que de niño era muy habitual verle observando detenidamente a los animales de la granja y la fauna marina que él mismo pescaba y retenía en una especie de acuario. Su mutación, por lo tanto tampoco sería una metáfora, como tantas veces se ha dicho de la multiplicidad de la mente humana, sino simple y llanamente de su deseo inconsciente de hacerse, por este orden un caballo y un bogavante, e incorporando las historias fantásticas que leía de un licántropo u hombre lobo. La personalidad múltiple, por lo tanto, en mi opinión, puede no solo suponer la existencia en la misma persona de tendencias dicotómicas o disgregadoras en sentido general, sino ser una reminiscencia de anhelos infantiles de habitar otros cuerpos, algo que en determinados casos como el del difunto Francisco, le condujo al cementerio antes de lo que pudiera esperarse, siendo como era un hombre todavía joven. No obstante, como todos ustedes comprenderán queridos colegas, todo lo anterior queda sujeto a verificaciones posteriores, que anticipo de difícil consecución.

No hay comentarios:

Publicar un comentario