Por fin he
decidido salir a la calle y repartir pasquines y octavillas. Quiero contribuir así a que el mundo no se
derrumbe y el marasmo tarde más en producirse.
Un hombre solo puede bien poco, es cierto, pero multiplicándome en el
esfuerzo, dedicando días y noches a la noble tarea de informar a mis
compatriotas de la gravedad del momento, quizás llegue a hacer que algo cambie. A mi modo de ver, la gente vive en la inopia,
las poblaciones transitan por sus vidas
como relojes ciegos y absurdos, ni siquiera blandos como los de Dalí, lo que al
menos hubiera supuesto un esfuerzo estético considerable. Pero, a pesar de todo,
no es ese el problema. El problema surge
y se acrecienta cuando, por lo que sea, llámesele
hastío, vagancia, indiferencia o falta de responsabilidad, las masas se
encaminan directamente hacia el precipicio, y no quieren saber nada de él. Tengo la certeza de que la modestia de mi
capacidad y esfuerzo, no impedirá que algunos se den por aludidos y actúen de
la misma manera. Con el sentido del deber cumplido y serenado el ánimo, los
pocos que seamos, podremos en todo caso, huir hacia nuestro interior mientras
las bombas caen como una lluvia maligna sobre la superficie del planeta.
Allí recogidos, podremos
dedicarnos a las introspecciones que el mundo exterior nos negó, y quién sabe, si
los acontecimientos se desarrollan de acuerdo con lo previsible, podremos
iniciar una nueva etapa de nuestra especie, alejada de los supermercados, los
tamagochis, los ipads y las tabletas. La lectura será desde luego obligatoria
en nuestra nueva República, así como la meditación concienzuda sobre temas de
interés general de los que el colectivo
pueda deducir algunas conclusiones aplicables en su ámbito. El matrimonio quedará abolido por decreto ley
de obligado cumplimiento, y se vigilará a las parejas en las que se supongan
acuerdos tácitos a falta de papeles. Pero
nada hará posible las comunas, y la vida en sociedad contará con individuos
absolutamente individualizados, valga la redundancia, por lo que los domicilios
serán únicamente unifamiliares, previéndose de esta manera en el futuro la
ocupación de gran parte los inmensos territorios vacíos de nuestro planeta. Órdenes ministeriales debidamente razonadas,
harán ver a los ciudadanos la necesidad de abolir todos los credos en vigor, todas
las religiones, que quedarán exclusivamente reducidas al ámbito individual: se podrá
creer en lo que se quiera, pero no manifestarlo y menos hacer proselitismo. La enseñanza también se abolirá, quedando a
extinguir todas las escalas de profesores de cualquier nivel, aunque
periódicamente se realizarán exámenes de grado, de acuerdo a normas que se harán saber con la suficiente
antelación. El tiempo será dedicado en su mayor parte a la
meditación, como ya quedo dicho, mientras varios Cuerpos de funcionarios se
dedican a las tareas que la colectividad necesita para su recogimiento y
disciplina. A los niños se les hará ver,
apenas lleguen a los tres años, que son seres razonables y no se les permitirán
juegos de orden menor, que para esos ya están llenos los zoológicos de nuestros
ancestros evolutivos, a los que se recomienda que los padres los lleven con
frecuencia para que desarrollen su innata capacidad lúdica “a través de
terceros”. Por las tardes, camiones
municipales repartirán todo tipo de elementos, utensilios y artefactos para que
la gente practique manualidades, y sea capaz de arreglárselas por si misma sin
tener que llamar a la legión de especialistas que hoy en día son necesarios
para el mínimo desperfecto. Todo esto no
deja de ser una idea apenas pergeñada que iré
perfeccionando en el transcurso de los días y que espero hacer saber al
resto de la gente a través de mis intervenciones para nada panfletarias. Hay que optar por vías diferente cuando los
parlamentos y los grandes medios de comunicación fracasan estrepitosamente a lo
largo de los años. Soluciones alternativas alejadas del anarquismo beligerante
y de los golpes de estado al uso, que a la postre no arreglan nada y hacen que
aumente considerablemente los gastos de Defensa.” No sé si todo esto tiene mucho sentido, pero tengo
esperanzas.
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