Me despierto y me levanto de inmediato. Voy al baño, levanto la tapa
del retrete y orino. Me desnudo y me meto en la ducha. Me enjabono
meticulosamente, sobre todo las partes menos accesibles, los pliegues de
la piel y las articulaciones. Salgo y me seco de la misma forma. Me
lavo los dientes. Me dirijo a la habitación del fondo donde dejo la ropa
por la noche. Me visto para hacer deporte. Me pongo dos pares de
camisetas y calcetines. De regreso a mi cuarto hago unos estiramientos y
unos cuantos abdominales, luego me paseo cinco minutos por el pasillo
para soltar los músculos. En la cocina me preparo un café y lo dejo para
otro momento: desayunaré en el bar. Me siento en el sofá durante cinco
minutos. Veo la predicción del tiempo y las noticias en portada en la
televisión. Me levanto parsimoniosamente. Me pongo el chaquetón y cojo
las llaves del coche y algunas cosas que necesitaré más tarde. Abro la
puerta de la calle verificando antes que no dejo nada encendido. Bajo
despacio las escaleras, en el último tramo deslizo mi mano derecha sobre
el pasamanos. Salgo al aparcamiento, ya en la calle. Tiemblo un
instante por el frío de una primavera tardía. Decido desayunar en el bar
de al lado, abro el coche y dejo dentro algunas cosas que necesitaré
luego. Ando por la acera acelerando el paso un poco, tengo hambre. Entro
en el bar y pido un café con leche y unos churros. Me lo tomo
rápidamente y vuelvo al parking tras despedirme del propietario y de la
concurrencia. Me meto en el coche y lo arranco, doy marcha atrás para
evitar otros automóviles, maniobro con facilidad. Abro la puerta
corredera de salida con el mando distancia. Enciendo el aparato de
música y enseguida se oyen las canciones habituales. Salgo al exterior
con cuidado de no atropellar a los peatones en la acera, abundantes a
esas horas. Me dirijo a escaso medio kilómetro después de tomar de
inmediato la primera curva a la derecha. Cuando llego aparco con
dificultades, pero finalmente lo logro, y me dirijo a una cafetería
donde suelo tomarme un segundo café, esta vez descafeinado. Luego hago
una pequeña compra en Carrefour y voy al banco habitual para
sacar dinero. A las doce empiezo las clases hasta las tres. Les hago un
calentamiento y luego que jueguen varios partidos. Al terminar, como en
el restaurante habitual el menú del día, acompañado de dos vinos tintos
extras. Pago y me voy a casa. Aparco el coche, subo las escaleras y
abro la puerta. Me desvisto y me ducho siguiendo el protocolo normal. Me
lavo los dientes. Me pongo un calzoncillo y me echo en la cama tras ver
un momento las noticias en la televisión de pago. Ya tumbado, tengo
sueños extraños pero placenteros, incluso sonrío y tengo la sensación de
estar en una playa de aguas transparentes con una mujer bellísima y
mucho más joven que yo, que a pesar de ello me da la impresión de estar
pasando un buen rato. Hacia las siete me levanto, y ya vestido para
salir, sentado en el sofá leo por encima una revista con ensayos
divulgativos sobre filosofía, astronomía y ciencias recreativas.
Después, en la televisión, veo durante media hora un programa sobre el
funcionamiento del cerebro: me parece una máquina fascinante pero
demasiado complicada. Creo que en el fondo su funcionamiento es más
sencillo de lo que dicen. A las ocho me visto y salgo a la calle. Cojo
el coche y conduzco durante un buen rato. Me detengo en un bar de
carretera y me tomo dos whiskies rápidamente. Tengo ardor de estómago.
Me tomo un Almax. Tras pagar y despedirme, salgo y conduzco de nuevo
durante un rato. Llego al lugar en cuestión media hora después. Pongo
música. Espero. Al rato les veo bajar juntos. Van de la mano y parecen
felices. Acerco el coche y les disparo con la pistola que tenía
preparada en la guantera. Lo hago repetidamente. Les veo caer por el
retrovisor. Acelero y me pierdo enseguida por las callejuelas de los
alrededores y enseguida enfilo la general. Me detengo en un puente un
instante y tiro la pistola al río por la ventanilla. Conduzco rápido
pero con seguridad. Al llegar, meto el coche en el parking y subo las
escaleras despacio, como si volviera del cine. Abro la puerta de casa.
Me sirvo otro whisky y enciendo la televisión. Lo pienso y la apago. Me
desvisto. Orino. Hoy no he ido al baño. Me lavo los dientes. Me acuesto.
Pongo la radio de la mesilla de noche. Noticias. No dicen nada
interesante. Me tomo dos orfidales. Me duermo. Tenía una cita mañana: no
iré. Sería inútil.
No hay comentarios:
Publicar un comentario