lunes, 30 de mayo de 2016

TÚNICAS



No sé que sentido puede tener el hecho de que últimamente sueñe con mucha frecuencia que me encuentro solo en medio del desierto. Y no se trata exclusivamente de un desierto en el sentido más clásico, el de arena y grandes dunas, sino, además, de otros de configuraciones variadas, desde amplias mesetas pedregosas hasta terrenos áridos azotados por vientos violentos, y alterados aquí y allá por elevaciones rocosas. Quizás la característica más común es la ausencia de vegetación, o como mucho la proliferación de cactus y chumberas, y con frecuencia la de una hierba rala y raquítica luchando con heroísmo para sobrevivir a la sequía, que es la característica principal de todos ellos. Es posible que haciendo una interpretación metafórica y un tanto freudiana, me estén hablando de un empobrecimiento de mi psique, o de una soledad que debo tratar de contrarrestar acercándome a los demás. No siento yo, a fuer de ser sincero, que el estado de devastación de mi sistema límbico sea para tanto, y aunque es cierto que en ocasiones permanezco varios días sin salir de casa ni decir esta boca es mía, mantengo por otro lado el flujo suficiente de conexiones con el mundo exterior para considerarme una persona medianamente equilibrada. No creo que permanecer cinco horas diarias viendo la televisión, y otras tantas aplicándome con el ordenador sean suficientes para que salten todas las alarmas. De hecho, mis sueños en los últimos tiempos contienen algunos elementos vitalizadores e incluyen lo que, a mi modesto entender, puede representar una aproximación a los demás. El otro día, sin ir más lejos, soñé que estaba en un desierto, sorprendentemente llamado Castilla la Vieja, en el que se encontraban diversas personas conocidas, y especialmente dos, mi madre y mi hermana. Lo de mi madre no es sorprendente, lo de mi hermana sí, porque no tengo ninguna; claro que ya se sabe que en los procesos oníricos se dan todo tipo de alteraciones de la vida real. Desde luego era un desierto particular, que coincidía en su aspecto con la de dicha región, denominada así en tiempos de la dictadura, por lo que tenía bastante poco de desierto considerado este en el sentido más arriba mencionado, pues no sólo podían vislumbrarse grandes cadenas montañosas cubiertas de vegetación, sino que en las llanuras eran frecuentes los campos de trigo, maíz y avena. También las poblaciones de tipo intermedio y una cabaña bovina y lanar abundante diseminada por el terreno. Pero en el sueño se trataba sin duda de un desierto. Mi madre se dedicaba a faenas que yo trataba de discernir a lo lejos, aunque no me resultaba fácil. En todo caso se trataba de labores relacionadas con los trabajos de la granja. Mi hermana, una chica talludita pero de buen ver, se paseaba arriba y abajo con una especie de túnica tornasolada, abierta lateralmente a lo largo de las piernas y subiendo por los costados hasta cerca de las axilas, lo que ella misma seguramente consideraba impropio, pero que al parecer no podía dejar de hacer. Parece ser, según el relato que el sueño desarrolla, que ambas vivían en una especie de granja, propiedad de unos cubanos venidos a la península ibérica como consecuencia de su guerra de independencia, pues se consideraban más españoles que antillanos, y desde luego, mucho más que americanos.
Son pues varios los elementos que parecen animar mis sueños últimamente, con independencia de que se trate de desiertos, ya sean el del Sahara, el de Atacama o el de Gobi. Las interpretaciones son múltiples, y mi psicoanalista tiene suficiente material de trabajo para varios meses, dada la ausencia también absoluta de fauna autóctona, especialmente camellos. Quizás no deba complicarme la vida y suponer que se trata de restos diurnos sin ningún significado, y que mis neuronas descargan el tedio o la tensión que me producen los aparatos electrónicos. Voy a rebajar a tres las horas de audiencia de televisión e internet. Quizás así consiga soñar con jardines umbrosos y con vergeles en los que se cultiven frutos de temporada, y siempre, siempre, la uva moscatel.

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