Desde que me
enteré aquí las noticias corren como el
viento me preparé con la meticulosidad
que se debe poner en este tipo de acontecimientos. Estábamos citados todos para
un día de la semana siguiente que nos
sería especificado en una nota posterior para una celebración que, por más que leí y releí con detenimiento la
invitación, no pude captar su sentido pues estaba explicado de una forma
absolutamente vaga con términos imprecisos y de tal forma que
parecía desdecir lo afirmado con anterioridad, como si de alguna manera quienes la hubieran redactado tuviesen la
intención de que, a pesar de ello, quedase claro su importancia, introduciendo
algunas palabras un tanto ambiguas y difusas pero que
conminaban a la asistencia bajo amenazas
más ó menos veladas. La Comunidad se regía por unas normas comunes a todos los
vecinos, que en la medida de que yo estaba al corriente, se las tomaban como si fueran órdenes, posiblemente porque la Junta directiva tenía fama de estar
compuesta por personas de convicciones
firmes que interpretaban que una simple
orientación por su parte tenía las
características de un decreto ley, en
absoluto interpretable a voluntad.
Fue quizás esa la
razón de mi perplejidad al observar lo poco preciso de los términos y
hasta lo oscuro de la finalidad de la
prevista reunión a la que sin embargo tenía
el convencimiento que debía asistir si
quería que en el futuro las cosas discurrieran por sus cauces normales. Después
de todo, sabía que el hecho de que no estuviera claro el
objeto de la Junta no era demasiado importante, porque hacía tiempo que estábamos
acostumbrados a asistir sin hacer demasiadas preguntas teniendo en mente que solo se trataba de recibir órdenes. Es cierto
que estaba más que harto de este tipo de citaciones pero al mismo tiempo debo reconocer que me
sentía incapaz de cualquier acción
que las pusiera en entredicho, pues en aquel lugar, el mero hecho de tener
mujer e hijos, condicionaba totalmente las prioridades ciudadanas. Sabía, por
ejemplo, que se esperaba mi asistencia (de hecho la de todos nosotros) vestido
como era debido de tal manera que el respeto por la
Institución hacía que las formas quedara
claro por lo que el traje y la corbata
se hacían imprescindibles. En otras
ocasiones estuve tentado de romper las normas no escritas, y asistir vestido en
plan informal, pero sabía que era
introducir una variante que iba a ser examinada detalladamente por los organizadores
qué posiblemente se preguntarían por el sentido de tal irregularidad, por lo que finalmente abdicaba de mi tentación
ácrata y aceptaba la uniformidad tácita que nos estaba impuesta. La carta
insistía en la importancia de los temas a tratar por cierto para nada especificados, y se esperaba
nuestra colaboración para la buena marcha de la Comunidad y el
balance positivo del “nuestros asuntos”. Aunque la verdad era que yo no sabía de que
asuntos podía tratarse más allá de los
desagües las bajantes la limpieza de escaleras y otros temas
parecidos, pero lo decían con tal
convicción que no quedaba más remedio que aceptarlo como
un dogma de fe del que sólo ellos sabían el contenido. Después de la
confirmación de que la reunión sería el próximo Miércoles en un salón de
celebraciones del vecindario a mí mujer
y a mí ya no nos quedaba más que poner
al día los detalles de vestuario (ella vestida en consonancia, lógicamente), al tiempo que repasábamos los asuntos más
indicados para ser tratados. Tuvimos claro que como en las últimas ocasiones deberíamos ceñirnos a un temario del agrado de
la Junta Nada especial o fuera de lo esperable, hechos y lugares comunes que según ellos eran un claro síntoma de integración y una
forma positiva de encarar nuestro futuro lejos de aventuras que nunca se sabe
dónde pueden ir a parar. El día fijado, el
Presidente y miembros de la Junta Directiva nos recibieron en la puerta, todos trajeados con un terno azul oscuro y
unas corbatas rojo sangre que por un
instante me hicieron olvidar el lugar donde estaba y que únicamente pensara que, después de todo, lo importante no era la indumentaria sino
conservar a buen resguardo lo que se oculta bajo ella.
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