viernes, 27 de mayo de 2016

TESTAMENTOS



Aquí estoy, hijo mío, aquí, delante de tus ojos. En estos papeles, se halla mi vida entera. No hay nada más, y por lo tanto es inútil que acudas a los registros civiles, las comisarías o las casas de putas. Desde este preciso instante, eres tú quien tiene más información para hacer de la biografía de mi vida, y te ruego, por lo tanto, que abandones tus pesquisas que no aportarán nada nuevo a lo que estas palabras puedan transmitirte. Olvida los bares de copas y los clubs de carretera. Tampoco encontrarás demasiada información en los suburbios ni en los despachos de abogados. Analiza con cuidado las palabras que te digo, e intenta leer entre líneas, aunque te ciñas al significado exacto de cada guarismo. Deja que los demás piensen lo que quieran, y que hagan de mi vida exordios o panegíricos. Cíñete a lo aquí expresado, y estarás más cerca que nadie del auténtico espíritu de tu progenitor. Aquel que no dudaba ciertos amaneceres en apostarse en el alfeizar de la ventana y en las balconadas, tratando de imitar a los juglares de un tiempo pretérito, que sin embargo para él siempre fue de plena actualidad. Consulta en todo caso a sus objetos y cachivaches más queridos, que tienen la impronta de sus manos, aunque con frecuencia usara guantes, enemigo como era de las huellas digitales. Céntrate como te dije más arriba, en lo que estas palabras tratan de transmitirte, e ignora el rumor que propagan los maldicientes, a los que el insomnio no les proporciona otra cosa mejor que hacer que difamarme, ante una angustia para la que no encuentran paliativos. Recuerda como cuando eras niño, te acompañaba en todas tus actividades y como, incluso tus caprichos más insignificantes encontraban su eco en mis trompas de Eustaquio. Y olvida ya las bibliotecas y los ascensores, no son esos los lugares que guarden de tu padre una memoria que pudiera proporcionarte informaciones novedosas. Solo algunas escaleras esconden las huellas de mis pasos, y podrían decirte lo que probablemente desconocerás para siempre, pues los servicios de limpieza en esta localidad son extremadamente pulcros, y borran de inmediato la impronta de los zapatos que sospechan puedan trasladar al mundo  informaciones ominosas. O como mínimo poco decorosas, y conducentes a extravíos que se pretende evitar a una juventud que ya viene empujando. No puedo decirte más, pero espero que lo antedicho sea lo suficiente para que tengas de mí un recuerdo, siquiera sea aproximado, de una verdad que muchos pronto querrán trastocar. Eso es todo hijo mío, hollé este planeta por primera vez siendo un niño, como todos, y dejo de hacerlo en los precisos instantes en los que el firmamento me parece algo deseable, y acepta recibirme con los brazos abiertos de quien está acostumbrado a las ascensiones. Y en resumidas cuentas, a acoger en su seno a los espíritus puros y a quienes, desprovistas sus alas de cera o de plomo, quieran imitar a Ícaro, o tengan un profundo respeto por el teorema de Bernouilli. Pregúntale en todo caso a los aviones y a los filetes de aire que se deslizan  bajo sus alas. Dejo la poesía y la concepción no materialista del mundo para otro día, cuando la gravedad siga obrando en consecuencia, y se comporte como en ella es de esperar desde que el mundo es mundo.

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