Al parecer, soy un extraterrestre. Yo personalmente no tengo ningún
dato, y por lo tanto. me limito a transmitir lo que me ha comunicado mi
amigo Lorenzo, al que tengo en gran estima y valoro mucho, porque si
algo le caracteriza es ser un hombre cabal, y de palabras, las justas.
Quiero con esto decir que si él no tuviera la certeza de lo que afirma,
no se hubiera molestado en informarme, porque no le gusta llamar la
atención sin sentido. Dice que tiene la convicción de que soy un
alienígena por ciertas características psíquicas que solo persona
enteradas como él pueden percibir, por lo que ni siquiera merece la pena
especificarlas. De todas maneras, una vez al corriente del asunto, y
considerándome una persona con la cabeza encima de los hombros, sometí a
mi cuerpo a un examen exhaustivo y verdaderamente no encontré nada
escandaloso, aunque si debo decir toda la verdad, sometiéndome a un
segundo escrutinio más riguroso, observé por primera vez cerca de las
ingles unas varices tornasoladas virando al verde que me resultaron
sorprendentes, y me inquietaron de inmediato. En cualquier caso, en
opinión de Lorenzo después de comentarle el hallazgo, tal cosa no
debería preocuparme, pues tiene la certeza de que mucha gente es
extraterrestre, aunque lo ignore y carezca de varices, lobanillos o
marcas de nacimiento. Como es una persona con la que me veo al menos un
par de veces por semana, debió darse cuenta de que su confesión me había
afectado más de lo que a él le parecía razonable, porque ayer mismo
trató de tranquilizarme asegurándome que era posible “que la mayor parte
del género humano” fuera alienígena, aunque tanto La Casa Blanca, el
Pentágono, la CIA, el FBI y la Santa Sede hubieran optado por el
silencio para que no cundiera el pánico. Y no digamos nada de El
Kremlin. “Considera-me dijo a continuación en un excurso
tranquilizador-que ni siquiera el agua de los mares ni, por supuesto, la
que bebemos, es realmente terrestre, sino que proviene de la infinidad
de cometas y asteroides que nos han bombardeado durantes millones de
años. “Javier-me dijo al despedirnos-desengáñate, somos todos marcianos o
algo peor, pero en tal caso, si lo piensas de serio, los verdaderamente
extraterrestres serían los de aquí”. Luego se fue sin esperar ningún
comentario por mi parte, momento en el que pude observar con toda
nitidez en la parte posterior de sus orejas una vetas verdosas, que de
inmediato relacioné con las varices de mis ingles, lo que me tranquilizó
al saber que al menos por su parte no iba a desatarse una caza de
brujas. Quien sabe si incluso podíamos ser parientes cercanos.
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