Estimado vecino
Nuestra disparidad
de opiniones no debería ser óbice para que, como vecinos de escalera, no
tratemos de llevar entre nosotros, si no una cordialidad de personas afectas,
sí un comportamiento digamos que civilizado. Me dirá usted que por qué digo eso,
pues bien, se trata simplemente, de que
el otro día le vi hablando con el portero del edificio en unos términos que me
parecieron, cuanto menos, chocantes. Ya
sé que el hecho de vivir en una de las zonas más distinguidas de Madrid, no nos
habilita a los propietarios para creernos de una pasta diferente del resto del
mundo que vive en condiciones y circunstancias menos afortunadas, pero, al
mismo tiempo, o mejor, quizás precisamente por ello, soy de la opinión que
debemos observar unas formas a las que otros, por su condición, no están
obligados. Seré breve: simplemente me parece que ambos empleaban una serie de
términos que considero chabacanos, y que, perdóneme usted, desdicen de la
colectividad de propietarios de esta finca. No se me escapa que los temas que
pude captar en el breve tiempo que pude
oírles, no son precisamente de los que se presten a emplear las palabras más
distinguidas del Diccionario de la Real Academia, pero creo, a pesar de ello, que
tanto el fútbol como las mujeres son merecedores de un lenguaje más adecuado.
Sobre la mujer, no
hay discusión posible, pues aparte de los bajos instintos que, al parecer, provoca
a determinado tipo de individuos, no podemos olvidar que constituyen un
conjunto de seres sin los que nosotros simplemente estaríamos perdidos, y no lo
digo porque sin maternidad no hay descendencia, ni porque sin los cuidados que
ellas nos procuran cuando somos infantes seríamos poco más que simios, sino porque,
como sin duda no se le escapa, reúnen
unas cualidades que, en mi opinión, son las que nos hacen verdaderamente
humanos. Créame si le digo que en ocasiones, he llegado a pensar que si existe
tal cosa como un alma, son ellas quienes la tienen, y no nosotros, los hombres,
tristes seres sarmentados, que solo la
tenemos a través por su mediación. Hablar por tanto de “fulanas”,”zorras” y
“putones”, me parece de todo punto inadmisible, y sería suficiente para
retirarles a ambos la palabra sin más explicaciones. No hago porque, a pesar de todo, he notado algo en su
porte que me dice que es usted una persona de clase y distinguida, que quería
hacerse simpático ante un integrante del pueblo llano, o quizás menos que llano,
usted me entiende, razón por la cuál tampoco a él le retiraré la palabra Las
pocas que le dirija, por cierto.
En cuánto al
fútbol, comprendo que la nueva política de fichajes del Real Madrid, les tenga
a ustedes entusiasmados, pero eso no es óbice para, siempre en mi opinión, no seguir
utilizando un lenguaje correcto, si no queremos llevara tan popular deporte al
lugar donde solo deben depositarse los detritus. ”Hijoputa”, ”lahostia”, ”ledenpolculo”,
no son palabras ni expresiones que encuentren acomodo entre gente que se precie,
no digo ya de educada, sino simplemente de alfabetizada, y perdóneme usted si
cree que estoy exagerando y de esta manera le ofendo, pero soy de los que
mantendré hasta el final que la forma hace al fondo, que no es posible la
bondad del segundo sin la equivalencia de la primera. Y que quede claro que con
ello no quiero decir que sea necesario emplear un lenguaje petulante, ni
siquiera pedante, pero sí atenerse a unas formas (léxico y dicción), sin las
cuales estaríamos muy próximos al hombre de las cavernas. Me dirá usted, con
buen criterio, que mi amistad o incluso mi simple consideración le importan a usted un
pito, y vea en esta expresión como, llegado el caso, a mi tampoco me importa
emplear un lenguaje popular, a lo que añadiré, para que todo, más que claro desde el principio, que a mi me
pasa igual. Esta misiva no tiene en sí más que un valor formal, que creo nos es
requerido a gente con determinada posición, y que una vez cumplido el trámite, los
resultados son los de menos, por lo que temiéndome lo peor después de visto lo
visto, me atrevo a responderle, por si acaso: pues igualmente para usted, lo
mismo le digo.
(*) Plural, licencia
del autor.
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