viernes, 27 de mayo de 2016

PÁJAROS Fer



La pajarización  de Fernando no cogió a nadie por sorpresa,  pues la insistencia de este hombre en la observación y trato con todo tipo de animales con plumas,  hizo posible su metamorfosis que, además, acabó sucediendo de la noche a la mañana, tras una convivencia prolongada con los mismos. Uno no puede estar subiendo impunemente a árboles y campanarios para visitar a las cigüeñas,  ni puede alimentar indefinidamente a los gorriones y palomas que han hecho del árbol frente a su ventana en un segundo piso su habitáculo favorito (a pesar de que tiempo atrás no dudara en comérselos fritos),  ni se puede,  así como así,  dirigirse a las aves de corral y empeñarse en comunicarse con ellas, a base de un idioma que dice haber aprendido de ellas mismas, tras miles de observaciones. Y mucho menos aún es aconsejable para una persona en sus cabales,  matricularse en la Universidad y salir cinco años después como ornitólogo,  sobrepasados ya los sesenta años. Ni siquiera me parece adecuado que alguien como él,  obsesionado por este tipo de animales,  descendientes al parecer los dinosaurios, curse siete años de piano en la Escuela de Música de la capital de España, con el exclusivo fin de interpretar los “Cantos de pájaros” del compositor francés Oliver Messiaen.
Ha sido una locura que en la actualidad le trae de cabeza visitando a todo tipo de médicos, curanderos e incluso astrólogos para que interpreten el sentido de tal mutación, en la que excepto cresta y espolones, las diversas partes de su cuerpo han adoptado formas indudablemente aerodinámicas sin duda para que en cuanto se sienta capaz,  emprenda un vuelo que sabe Dios dónde podría llevarle. Eso sí, si la metamorfosis continúa hasta sus últimas consecuencias, para nada tendrá que imitar a Leonardo y sus extraños aparatos voladores, pues él mismo los tendrá incorporados en su organismo,  y eso que se ahorrará en aperos,  correas,  atalajes y otras artesanías. Claro que una vez consumada la mudanza,  deberá andarse con cuidado,  pues si hoy en día aún lo soportan su familia y amistades, y le respetan los viandantes con los que se cruza, es porque todavía guarda un leve parecido con quien fue hace tan solo una semana. Pero no es en absoluto evidente que si por fin termina su proceso,  y se vuelve un bellísimo faisán, un pavo real,  una perdiz o incluso una avestruz,  no haya quien, iniciándose pronto la temporada de caza, ponga a punto su escopeta y aprovechando la confusión de luces del crepúsculo o mejor aún en plena noche,  decida que llegó el momento para Fernando de dejar de sufrir, y ofrecer a la comunidad un banquete a la altura de las expectativas creadas. Y quien tenga dudas que consulte “La Metamorfosis” de Kafka, en el que el pobre Gregorio fue tratado a escobazos por su propia madre, una vez que amaneció convertido en un insecto de patas y vientre quitinosos. Siempre tendrá la oportunidad de escapar por los aires aprovechando una noche sin luna y buscar lugares a resguardo de la que ya se habrá convertido en una vecindad peligrosa ¡Quién le metería en la cabeza a este hombre esa querencia irredenta por los pájaros! Ese afán desde que era niño de imitar las maneras de gallinas y gorriones,  sus andares breves y torpes, e incluso sus secuencias de picoteo, que ya en el Instituto le hicieron famoso, alimentándose exclusivamente de maíz y palomitas. Habrá que darle una oportunidad,  y mediar ante el alcalde para que saque un edicto ó un bando nombrándole hijo predilecto de la ciudad o algo parecido,  pues una vez que un honor oficial ha recaído sobre una persona,  los cazadores se sienten inhibidos,  y posiblemente apunten sus carabinas en otra dirección. Aunque siempre habrá que estar prevenidos con perros, gatos y demás fauna concernida, poco atenta en general a los comunicados oficiales.

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