jueves, 1 de mayo de 2014

CAOS

Al llegar al estrado el viejo profesor trastabilló y se dio una costalada considerable contra uno de los bordes de la tarima, lo que sobresaltó al público asistente a la conferencia que se puso en pie y exclamó un alarmado oh! temiendo que el anciano se hubiera roto algo y no pudiera recuperarse. En cualquier caso, pareció un sentimiento colectivo sincero y generoso, teniendo en cuenta que el acto era gratuito a pesar de estar patrocinado por una entidad bancaria. Casi de inmediato, y con una voz que desmentía su supuesta fragilidad, el conferenciante exclamó “¡cojones, podrían ustedes tener más cuidado, que soy un impedido!”, dirigido a sus acompañantes que a su parecer no habían sido lo bastante diligentes para impedir el espectáculo bochornoso que había protagonizado, y trataban de congraciarse con él con muestras de apoyo y solidaridad. Bien que mal pudieron finalmente colocarle en su silla, mientras el anciano seguía rezongando nada satisfecho de las disculpas que se le prodigaban, e incluso antes de levantar la cabeza para dirigirse a los asistentes, se oyó un nuevo cojones, aunque de forma más tenue, todo hay que decirlo. Siguieron unos minutos de incertidumbre en los que el viejo trató de recomponerse y ofrecer al público un aspecto más presentable, pues con el trastazo tanto su atuendo como su escaso pelo se habían descompuesto, ofreciendo de él una imagen poco favorable. Téngase en cuenta además que las gafas habían salido disparadas y hubo que recuperarlas de debajo de la mesa, algo que no resultó sencillo, y que como colofón se asistió al espectáculo del pobre hombre tratando de colocárselas sobre la nariz, algo que no le resultó tan fácil y para lo que tuvo que ser ayudado por la persona que estaba a su lado en la mesa, posiblemente uno de los capitostes del banco. Finalmente, cuando, tras ser presentado con toda clase de elogios por el moderador, el anciano golpeó con un dedo sobre el micrófono para comprobar que la megafonía funcionaba bien, todo pareció normalizarse a pesar de un agudísimo chirrido que hizo que todo el mundo se protegiera los oídos tapándose las orejas. “Queridos amigos, han sido ustedes testigos involuntarios-comenzó- de un hecho del que desgraciadamente yo he sido el protagonista, pero que me viene estupendamente para comenzar por donde yo quería: la ineluctabilidad del azar y la inevitable presencia del caos en la naturaleza, y por lo tanto en nuestras vidas” Luego se calló durante cerca de un minuto y se atusó el pelo con una coquetería que sorprendió a muchos de los presentes y alarmó a la mesa presidencial, que pareció prepararse para otra secuencia no prevista. “Quiero aclarar no obstante-continuó- que lo mismo que me ha pasado a mí podía haberles pasado a ustedes, y no ser yo por lo tanto sino ustedes mismos los que estuvieran por los suelos…” A estas palabras siguió una pausa prolongada, que era evidente que el conferenciante hacía para provocar la atención de los presentes por lo que venía después, pues paseó la mirada por todo lo ancho y largo de la sala, y desde las primeras filas hasta las últimas, situadas varios metros por encima del escenario. “…No sé si son ustedes muy observadores, pero sin duda se habrán dado cuenta que este salón de actos está abarrotado, a reventar, algo que por un lado agradezco humildemente, pues no me lo merezco, pero que por otro me hace temer por su integridad física, pues no sé si la estructura sobre la que se asientan sus butacas será lo suficientemente fuerte para soportar semejante peso…” En esos momentos se oyó un murmullo generalizado y bastantes risas nerviosas, lo que no fue impedimento para que el orador continuara. “…No soy físico, como todos ustedes saben, pero sí muy aficionado a la arquitectura, uno de cuyos principios fundamentales es la llamada resistencia de materiales, y creo que con esto ya les doy una idea de por donde van los tiros... y que conste que no quiero inquietarles, sino simplemente aconsejarles que sean prudentes de ahora en adelante siempre que tomen una decisión, incluso la de asistir a un acto como este”. Y de nuevo volvió a permanecer en silencio durante un tiempo que se hizo demasiado largo para una audiencia que sin embargo prorrumpió en aplausos, aunque se hicieron evidentes algunas toses nerviosas y la salida precipitada por las puertas laterales superiores de un nutrido grupo de asistentes, que parecían haberse tomado lo oído al pie de la letra. Mientras tanto algunos de los acompañantes del viejo profesor se miraron con cierta perplejidad mientras se frotaban las manos con un nerviosismo mal disimulado, y posiblemente con la sensación de que la conferencia se les estaba yendo de las manos. “Y bien-continuó-ya he podido apreciar que la opinión de un viejo cascarrabias desde una tribuna puede tener su importancia por poco documentada que sea, pues como ustedes comprenderán, quienes construyeron este auditorio, hace ya muchos años, tenían sin duda muchos más conocimientos que yo sobre lo que se traían entre manos…claro que hace tiempo en algunas ocasiones para ahorrar a veces se empleaban vigas de madera y no de hierro…pero en fin dejemos ese tema, pues los timoratos ya parecen haber desalojado la sala…” (En esos momentos algunos más lo hicieron, por cierto) “Vayamos pues al núcleo de esta conferencia, que no es otro, como todos ustedes saben que el caos, ese concepto tan importante y desgraciadamente tan manoseado, todo hay que decirlo, sobre el que modestamente pretendo hacerles llegar algunas aclaraciones para que cuando hablen de él, lo hagan con propiedad, y perdonen mi inmodestia, pero tengan en cuenta que llevo la totalidad de mi vida tratando de establecer la verdadera naturaleza del mismo y sus límites” “El caos, como nadie desconoce, es ese fenómeno misterioso que se produce en la naturaleza que hace que una variación mínima en un parámetro de un sistema en un momento dado, suponga una variación enorme en otro que puede estar en sus inmediaciones o extremadamente lejos. El famoso ejemplo del aleteo de una mariposa en la Amazonía capaz de causar un tsunami en San Francisco, por ejemplo. O lo que es lo mismo, y recurriendo a las matemáticas, la existencia de algoritmos no lineales, con lo que no les voy a cansar aquí, teniendo en cuenta que todos los presentes saben aritmética y sin duda también lo que es una ecuación de segundo grado”. “Bien, pues al llegar aquí, quiero ya hacer un primer inciso sobre algo que ya no es tan frecuente considerar cuando hablamos de este fenómeno. Se trata de saber si esa alteración mínima-recuerden, el aleteo de una mariposa- puede incidir no solo en sistemas inertes como los que se pueden considerar en general en la naturaleza, sin cerebro y por tanto sin conocimiento, sino en otros dependientes de la propia naturaleza humana. Es decir ¿es posible que tal cosa llegue, por ejemplo, a alterar la conciencia o la voluntad de cualquiera de ustedes o de mi mismo o de mis honorables compañeros de mesa? ¿Habrá sido el canto de un ruiseñor en la primavera de los Alpes el que inspiró a Albert Einstein la teoría de la Relatividad Especial?...tengan en cuenta que Berna, donde tuvo lugar el increíble descubrimiento, después de todo no está tan lejos”. En aquellos instantes se oyeron unas cuantas risotadas en el auditorio, en principio en las filas superiores, pero paulatinamente en todo el auditorio, que debió empezar a considerar que la alusión del profesor a la resistencia de materiales al principio de la conferencia ya era un indicio claro de que no estaba del todo en sus cabales, algo que también debieron pensar algunos de sus acompañantes en la mesa que tuvieron que taparse la boca con la mano para no soltar una carcajada. “Sí, ya sé que lo que digo puede parecer gracioso o poco creíble, como lo fueron muchas teorías del pasado por las que las personas verdaderamente sabias algunas incluso fueron llevadas a la hoguera. Piensen en Bruno, y en tantos otros…” El moderador trató de intervenir en aquellos momentos para restablecer el silencio e incluso el orden en la sala, pues varios asistentes empezaban a traspasar los límites de la jovialidad y el buen humor, para ser simple y llanamente maleducados con tan insigne conferenciante, que entre otras cosas no solo era catedrático sino académico de número de la Real Academia de Ciencias Morales y de la Historia. “Continúe, profesor- llegó a decir- como verá sus teorías causan no solo regocijo por lo vanguardistas, sino el entusiasmo de la sala ante la perspectiva que nos presenta…” El profesor una vez más se dispuso a tomar la palabra, pero siguiendo lo que ya venía siendo un a rutina para captar la atención de la audiencia, guardo todavía  silencio durante unos segundos que fueron seguidos con expectación hasta que antes de abrir la boca, con un salto prodigioso impropio de su edad se colocó sobre la mesa, para de inmediato bajarse los pantalones y exhibir ante el respetable sus genitales al tiempo que exclamaba: “¿es por casualidad esa increíble mariposa la causante de que en estos momentos les enseñe lo que tengo entre las manos, o depende solo de la voluntad de un ser, yo mismo, enajenado o en posesión de su propia voluntad? Ustedes sabrán, yo por mi parte les confesaré que no tengo ni la menor de las ideas. He dicho. Muchas gracias

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