Herminio es un
personaje singular, al menos desde su punto de vista. Y no porque lo diga él,
que también, sino por lo peculiar de sus actividades y forma de ser que hace
que en general quien le conoce trate de mantener una distancia notable, o al
atisbarle en la distancia tuerza por la esquina más próxima. Su afición
preferida es el panegírico de sí mismo, y a quien se deja o se ve abordado, de
inmediato le suelta una retahíla inacabable de sus virtudes o de las que él
toma por tales, que son prácticamente todas las que están recogidas en el
Diccionario de le Real Academia de la Lengua y las que contemplan las
biografías de los innumerables santos de la iglesia así como los libros de
moral de la misma y la obra de los Santos Padres. Claro que en este punto habría que aclarar de
inmediato que Herminio toma por virtudes cualquiera de sus características,
pues no se trata de que lo que practica sea virtud solo porque este recogida
como tal en los libros de moral y buenas costumbres, sino porque su excelencia
personal intrínseca, en su opinión, las inviste como tales. Sin ir más lejos,
se sabe que es un hombre que ha tenido trato carnal con innumerables mujeres,
que al contrario que los hombres se ven atraídos por este individuo, dotado
para la seducción y la zalamería desde que era un adolescente. En concreto su
campo de actuación está dirigido hacia las mujeres casadas, pues al poco que le
conocen ya le piden yacer a su lado, pues encuentran en él lo que les falta en
su marido, algo para cuya percepción está dotado de un habilísimo sexto
sentido, que consiste según dice a quien quiera oírle, en no ser él mismo sino
solo el antojo de la seducida, que por unos instantes llega a creer que ha
encontrado al hombre ideal. Error del que sin embargo pronto se da cuenta,
cuando apenas caída en la lujuria perciben como Herminio desaparece con una
velocidad aproximada a la de la luz y nunca más vuelve a saber de él. Esta es
pues otra de sus características, la dificultad de encontrarle, porque aunque
todo el mundo sabe de su existencia, nadie puede ubicarle con certeza, y se le
puede percibir en cualquiera de los distritos de la ciudad en días sucesivos,
algo después de todo normal teniendo en cuenta lo anteriormente dicho, y que con
frecuencia son varias las mujeres con las que tiene relaciones, incluso el
mismo día. Suele alojarse en hostales y pensiones de mala muerte, de las que
habitualmente se va sin pagar, y en bastantes ocasiones después de haber seducido
a la que en otra época dio en llamarse posadera, y posiblemente a alguna de sus
hijas en edad de merecer. Su afición más singular ni siquiera es esta que se
acaba de describir, sino la escritura. Siempre lleva consigo una gruesa cartera
llena de blocs y cuadernos, en los que anota minuciosamente sus actividades,
incluidas desde luego las amatorias, dando la impresión en ocasiones de que,
incluso si dejara de respirar, sería capaz de seguir escribiendo. Como bien
puede comprenderse por lo dicho, se trata esencialmente de una hagiografía
inacabable de sí mismo, en las que ni por asomo aparece la menor crítica o
reproche, pues estando tocado como se dijo al principio por un halo de virtud
que lo aproxima a la santidad, es capaz de manejar el lenguaje con una maestría
que hace compatible las mayores perversiones que llega a practicar con las mujeres
con las que trata ( que por cierto describe con todo lujo de detalles), con un
acendrado sentimiento de autoestima y preocupación por el bien común que en su
opinión, como ya se ha dicho, le acercarán en su día a los altares. Verdaderamente
los que le conocen un poco más a fondo llegan a pensar que este tipo no es más
que un sinvergüenza satisfecho de sí mismo, que explota hasta límites
increíbles la credulidad de la gente (y más concretamente de las mujeres), pero
que en el fondo sabe a la perfección que cualquier día deberá pagar su cinismo,
y tiene por seguro que acabará de mala manera tiroteado en cualquier esquina
por un marido despechado o pudriéndose en la cárcel por cualquiera de sus
innumerables delitos. Herminio mientras tanto sigue viviendo y cambiando de
domicilio constantemente para no verse sorprendido, aunque ya esta ciudad se le
empieza a quedar pequeña y está pensando en cambiar a otra mayor preferentemente
en el extranjero. Otra alternativa a la que al parecer le da vueltas
últimamente es la de, dadas sus acendradas virtudes cívicas y cristianas,
ingresar en una orden monástica como hermano lego, lo que le traería aparejado
el cese de sus actividades libidinosas, aunque no descarta, si tal fuera necesario,
incluso cambiar de acera.
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