viernes, 9 de mayo de 2014

FAMILIA A

La familia A tiene la siguiente característica: sus miembros se atraen entre sí con una intensidad igual a la fuerza nuclear fuerte con se atraen los quarks dentro de los protones, y estos dentro del núcleo de un átomo. Etcétera. Lo que quiere decir que hacen todas las cosa juntos o casi todas, y eso por puro decoro. Es comprensible. Al parecer, y precisando, todos se sienten atraídos por la masa gravitacional superior de la madre, una señora de mediana edad, cuya vida entera ha consistido en equiparse de lípidos sin orden ni concierto. Su marido que es un señor alto y un tanto desgarbado, no solo parece insignificante sino inofensivo. Un alfeñique que, a pesar de todo, trata de alejarse de la atracción fatal agitando piernas y brazos sin parar por si acaso. Pero ni por esas. En cuanto a la progenie, debe concluirse tras un trabajo de campo muy detallado, que consta de tres chicos y dos chicas, aunque no son tan pequeños, eso hay que decirlo antes de seguir adelante. Los chicos están separado como mínimo por nueve meses, ya que no hay gemelos ni sietemesinos. El mayor de ellos es el que más edad tiene, como es natural, sobresaliendo por una barbilla prominente, apuntando a quijada, y el pelo cortado al cepillo aunque no va a la peluquería, debido a antojos, al parecer, de la madre naturaleza. El siguiente en edad se llama Fermín, y está muy orgulloso de ello, por lo que todos los años puede vérsele el siete de Julio en Pamplona en compañía de los demás, como ya quedó dicho, por razones emparentadas con el electromagnetismo nuclear. Por esas mismas razones y para su desesperación, no puede participar en los encierros al no poder el paquete familiar tomar la famosa curva de la Estafeta (¿o de Correos?). En secreto ha llegado a abogar por la cirugía más radical sin importarle la sangre que se vierta. El pequeño es efectivamente muy pequeño, y los otros no le hacen ni caso. Las hermanas, llamadas P y M por sus amistades, son dos chicas muy monas recién salidas de la adolescencia, de bocas anchas y labios carnosos que emplean con frecuencia y no precisamente para descorchar botellas, si acaso de champán. La familia, pues, como ya ha quedado suficientemente claro, realiza muchas otras actividades colectivas, excepto visitar museos en invierno en los que se arma un verdadero lío en el momento de depositar sus prendas de abrigo en consigna. El marido insignificante no cesa ni por un momento de mover compulsivamente sus extremidades con el objetivo ya enunciado más arriba, aunque hay quien opina que si lo hace con tanta insistencia es porque le ha cogido gusto, independientemente de cualquier teleología práctica. Todos los miembros de la familia mencionados se reúnen aún más (si tal cosa es posible) una vez al mes, con una orden del día única, consistente en las posibles maneras de librarse del mortal abrazo (inverso) al que les tiene sometido su señora madre y esposa, según el caso. Pasado el tiempo, se percibe en ellos una cierta desesperación al no estar de acuerdo en absoluto con la potencia de la fuerza nuclear fuerte. Desean ser libres y poder pasear algunas bellas tardes de verano cerca del mar, y contemplar los atardeceres  con el embeleso y entusiasmo que  se les suponen al resto de los seres vivos de su especie. Al parecer, en principio, la madre está dispuesta a someterse a un régimen estricto de acelgas hervidas y leche de soja, para que su gravedad (que en su caso es sorprendentemente similar a la fuerza nuclear mencionada) disminuya y deje definitivamente en libertad a sus seres queridos, siempre que le prometan que no la abandonarán dispersándose por el ancho mundo. FIN

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