lunes, 1 de mayo de 2017

EMPERADORES



El veredicto desdice los supuestos o los confirma en una polémica que encuentra su mejor reflejo en la nube, ese lugar ignoto colmado de electromagnetismos en donde se esconden las mentiras. Y las certezas y las declaraciones de amor de quienes luego es posible que se pasen a cuchillo, pues las emociones auténticas duran lo que dura un suspiro. Pregúnteselo si no es de la opinión a los leones del Atlas dispuestos en el celo a devorar a los cachorros de quien dicen amar. Bendiciones de los emperadores cálices que otros trastocan por muchas etiopías y muchos negus que se yergan sobre la tierra feraz o el desierto e invadan las costas travestidos en piratas. Amores que jamás traicionará el impío por más que las blasfemias sellen la flor en su boca. Te amaré por encima de todas las cosas confesó la princesa traicionando así la raigambre de su estirpe y la mera enumeración de los delitos cometidos. Faraones que levantan pirámides y elevan a los dioses sus momias como exequias y homenaje a un pueblo que espera su redención inútilmente. Adalides hojas al viento que sopla al caer la tarde y prometen bajeles de plata por la madrugada cuando la mentira de la luz se haga presente y la gran explosión espere en vano el Apocalipsis que no llega. Porque los avatares se suceden sin importar donde ocurran. Necesidad de los mortales de pervivir y levantar templos donde los sacerdotes violen a las vestales y degüellen a los inocentes. Sangre derramada en vano con el alborozo de las generaciones que se suceden como copos de nieve granos de trigo campos de amapolas. Dioses antiguos incapaces de desdecirse y renunciar. Incapacidad de los camaleones para ser quienes realmente son abandonando definitivamente los espejos y aceptar que carmesí o cobalto pero no todos los colores del arco iris o las auroras boreales.
Sal y escribe finalmente lo que vieron tus ojos más allá de las constelaciones aunque quizás tengas que humillarte y describir con letra pequeña y apenas legible los pormenores de un hecho que para nada figurará en los anales que estudiarán los alumnos del bachillerato en sus resúmenes de fin de curso. Napoleones que a la postre encontrarán su waterloo y un exilio que como se dijo o estuvo a punto de decirse erigirá menhires evocando astronomías lejos aún de Copérnico, Galileo o Kepler. Pero transida de un amor por decirlo de alguna manera que establecerá la simiente que en su día dará lugar a los tribunales de justicia y a la biblioteca de Alejandría, quizás pero no Constantinopla.

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