Lamento que en lo posible
mente no.
La educación de las
farolas me deslumbra.
La perfidia del ofidio
libio.
La vulgaridad de la
fabada me estiliza.
Siga todo recto el ano
que viene.
La ubicación del cuerpo
calloso desautoriza a los axones.
El ardor del legionario
martirizaba a las cabras.
La voluptuosidad de la
madera estimula a los armarios.
El síncope de los
sindicatos desmintió a los obreros.
Palmeras no oasis
consignamos.
La exposición consistía
en cuadrados y redondos.
Consideremos la situación
tal que así.
La unidad se disparó
originando viceversas de sí misma.
El amargo sabor de la
remota.
Ya después la situación
por fin.
B no viene quien sabe
otro.
La vulgarización de sus
tesis arrasó los parvularios.
La conversación
transcurría plácidamente historias.
La bifurcación esa línea
nada línea nada recta.
Mi amor colmado de
aditivos eso sí.
Volverán las oscuras
golondrinas quien sabe CO2.
La beatitud de los monjes
obnubila a los espejos.
La decantación de pareceres
galvaniza a los matraces.
Conocerás por fin la
perfidia de los alambiques.
El jeroglífico fue
resuelto pero no el laberinto.
Transcurre la noche y la
epidermis conspira en las serpentinas.
Reflexionan las avutardas
el teorema de Bernoulli pero no vuelan.
La campana de Gauss
desconcierta a los austriacos.
La invención de la faja
constriñó a las ballenas.
La orfandad de los
paralelepípedos deprime a los geómetras.
Los rayos ultravioletas
violan a las sábanas de amanecida.
Cuando la ubicuidad sea
un hecho me encontrarás pero no en Tegucigalpa.
Tú que sabes de lo ignoto
dime por qué me ignoras.
Los campos Elíseos
desconocen a Beethoven pero recuerdan a Elisa.
La concentración era tal
que un alfiler no ni siquiera un pajar.
El batiscafo recorre
incansable las profundidades marinas y las colonoscopias.
Dime por fin oh sabiduría
el volumen de un balón de fúmbo.
La luz entraba rauda a
raudales de c al cuadrado.
Conversa con los
pisapapeles y recuerda la arena del mar.
Ni esto ni lo otro y lo
demás allá ellos.
Me cisco en la
fotosíntesis tal cual me gustan las hojas encarnadas.
El delirio de los
esquizofrénicos complace a los obispos.
Pero creo en la
transustanciación de las alcachofas eso sin duda.
Me paso el imperativo
categórico por los parasíes sartrianos.
No seas solo la vulva que
pretendes monta en autobús.
La implosión de los
herbolarios desquició al ginko-biloba.
Confiesa al fin lo que
nunca fuiste o sea.
Todo fin implica una
estación. Termini, eso sí.
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