(Adaptación de la obra de Eugene
O’Neill “El largo viaje del día hacia la noche)
La niebla se
cierne sobre el escenario. De hecho es tan espesa que algunos de los
espectadores de las primeras filas podrían sentirse molestos e incluso toser, y
da la impresión de que si la situación se prolongase demasiado tiempo sería
lógico que abandonasen la sala. Hay que reconocer, no obstante, que la
escenografía está bastante lograda cuando sobre unas cortinas vaporosas del
fondo, se ven pasar unas gaviotas volando lentamente, dando la impresión de que el drama está a
punto de estallar. Al mismo tiempo se hace visible la luz rotatoria del faro y
se oye su sirena, casi un lamento en la noche oscura de la costa.
Sobre el
escenario, en primer plano sobre el fondo anteriormente descrito dos personas
parecen conversar. Da la impresión de tratarse de un mirador sobre la costa en
el comedor de un caserón antiguo pero distinguido.
ESCENA I
PATRICK -Me preocupa la tos de Frankie. Es
posible que no sea nada, pero me preocupa, son ya demasiados días para una
simple alergia.
AMELIA -Tu siempre con tu pesimismo. A Frankie
no le pasa absolutamente nada. Es un enfriamiento estacional de los que hay
tantos por esta época.
PATRICK - Será
como tú dices, pero me preocupa, y me duele ver al chico sufriendo en algunos
momentos en los que parece que le cuesta respirar. Después de todo es mi hijo.
AMELIA
(frotándose las manos con energía y nerviosismo) - ¡Pues claro que es tu hijo!
…en cualquier caso, su enfermedad, su enfriamiento quiero decir, se la debe a
tu familia. Recuerda a tu padre que murió joven de tuberculosis. Claro que el
caso de Frankie no tiene nada que ver…
PATRICK -Tú
siempre tratando de desembarazarte de toda culpa. Mi padre murió como murió,
pero a fin de cuenta quien parió al chico fuiste tú, y algo tendrás que ver en
el asunto.
AMELIA -Vamos a
dejarlo, por el amor de Dios, Patrick. Lo único importante es que pronto se
cure y deje de pasarlo mal. Frankie no puede tener nada. No voy a creerme lo
que diga ese inepto de Krups.
PATRICK -Por mal
que te caiga, siempre ha sido el médico de nuestra familia. Además le ha hecho
unas pruebas que son definitivas y mañana sabremos el resultado.
AMELIA- Ese tipo es un inepto y no voy a creerme nada.
ESCENA II
Se mantiene la
niebla. Ha anochecido y se encienden algunas luces dentro de la casa. A lo
lejos se oye el mar y la sirena del faro.
El matrimonio sigue en el salón. Parecen
descansar en silencio después de su conversación. De repente entra Lewis, el
hijo mayor, sin demasiados miramientos y haciendo ruido. Tropieza con una silla
y está a punto de caerse.
PATRICK
(saliendo de su somnolencia) -¡Ya has vuelto a beber!
LEWIS (agresivo)
- ¡No será con tu dinero!
PATRICK –
Amelia, ¿has oído eso? Sería el colmo, ¡un padre dando dinero a su hijo para
que se emborrache!
AMELIA -¿Es que
esta casa no puede estar una tranquila sin que alguien grite?
LEWIS (dejándose
caer en una silla) -Aquí todo el mundo gritará hasta que no se haga justicia.
PATRICK- Ved ahí
a la víctima, el hijo maltratado que culpa al mundo de su infortunio. Y sobre
todo a su padre (con ironía), que no le mantiene como es debido, o que le
encaminó por donde no debía.
LEWIS -Fuiste
tú, efectivamente quien me llevó a hacer el payaso por los escenarios de media
Inglaterra para hacerte salir de la
mediocridad de tu carrera de actor de segunda fila. ¿O no es cierto?
PATRICK -¿Cómo
puedes decirme eso? ¡Lo hice por tu bien, porque eras incapaz de terminar nada!
AMELIA -¡Callaros
ya, por favor! Me duelen terriblemente las manos, y voy a tener que subir al
cuarto para tomarme otra pastilla. Y todo por vuestra culpa.
LEWIS
(acercándose a su madre y cogiéndola de las manos) -No subas, mamá, por favor,
lo de las manos se te va a pasar enseguida. Ya nos callamos.
ESCENA III
Por la escalera
que sube a los pisos baja Frankie, el hijo pequeño. Tiene mala cara y tose
compulsivamente. Casi al mismo tiempo entre desde un lateral Virginia, una
criada joven que hace las funciones de ama de llaves o algo parecido y dice
escuetamente que en diez minutos estará lista la cena, pero que si lo desean
puede servirles un aperitivo. Al parecer la cocinera ha preparado unas
medianoches estupendas.
AMELIA –De
acuerdo Virginia, hazlo así (parece tomar aire y sigue). Es estupendo. Me
siento mucho mejor.
PATRICK –Me
alegro cariño. Te viene bien descansar. Y tú Frankie, tu tos me preocupa, pero
a veces tengo la impresión que la empeoras con tus nervios.
FRANKIE –Mamá no
deberías tomar tantas pastillas. Te tranquilizan pero son demasiado fuertes…
AMELIA –Tú que
sabrás, hijo. De viejo pasan estas cosas con la artrosis, las necesito.
PATRICK –
Frankie, recuerda que mañana tenemos consulta con el doctor Krups para ver el
resultado de tus pruebas, pero como dice tu madre estoy convencido de que es
solo un catarro rebelde. En esta costa endiablada de Inglaterra es bastante
frecuente.
(Frankie intenta
decir algo al respecto, pero finalmente pregunta por Lewis)
AMELIA – Tu
hermano subió y no sé si bajará a cenar, volvió bastante cansado después de un
día complicado, según nos dijo a su vuelta.
PATRICK –Amelia,
cariño, no trates a Frankie como si todavía fuera un niño. (Y dirigiéndose a su
hijo): tu hermano ha vuelto borracho y bastante agresivo. Esa es la pura verdad,
hijo.
(En esos
momentos Lewis comienza a bajar lentamente por la escalera, y casi al mismo
tiempo entra en escena Virginia con el aperitivo. La luz del faro incide una
vez más sobre la terraza lateral del salón, y se escucha si cabe más fuerte su
sirena, creando un ambiente muy alejado de la supuesta placidez del escenario.
Frankie vuelve a toser. Cae el telón lentamente y la oscuridad parece
apoderarse del lugar)
FIN DE LA PRIMERA
PARTE
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