martes, 9 de septiembre de 2014

NIEBLAS

(Adaptación de la obra de Eugene O’Neill “El largo viaje del día hacia la noche)


La niebla se cierne sobre el escenario. De hecho es tan espesa que algunos de los espectadores de las primeras filas podrían sentirse molestos e incluso toser, y da la impresión de que si la situación se prolongase demasiado tiempo sería lógico que abandonasen la sala. Hay que reconocer, no obstante, que la escenografía está bastante lograda cuando sobre unas cortinas vaporosas del fondo, se ven pasar unas gaviotas volando lentamente,  dando la impresión de que el drama está a punto de estallar. Al mismo tiempo se hace visible la luz rotatoria del faro y se oye su sirena, casi un lamento en la noche oscura de la costa.
Sobre el escenario, en primer plano sobre el fondo anteriormente descrito dos personas parecen conversar. Da la impresión de tratarse de un mirador sobre la costa en el comedor de un caserón antiguo pero distinguido.

ESCENA I
 PATRICK -Me preocupa la tos de Frankie. Es posible que no sea nada, pero me preocupa, son ya demasiados días para una simple alergia.
 AMELIA -Tu siempre con tu pesimismo. A Frankie no le pasa absolutamente nada. Es un enfriamiento estacional de los que hay tantos por esta época.
PATRICK - Será como tú dices, pero me preocupa, y me duele ver al chico sufriendo en algunos momentos en los que parece que le cuesta respirar. Después de todo es mi hijo.
AMELIA (frotándose las manos con energía y nerviosismo) - ¡Pues claro que es tu hijo! …en cualquier caso, su enfermedad, su enfriamiento quiero decir, se la debe a tu familia. Recuerda a tu padre que murió joven de tuberculosis. Claro que el caso de Frankie no tiene nada que ver…
PATRICK -Tú siempre tratando de desembarazarte de toda culpa. Mi padre murió como murió, pero a fin de cuenta quien parió al chico fuiste tú, y algo tendrás que ver en el asunto.
AMELIA -Vamos a dejarlo, por el amor de Dios, Patrick. Lo único importante es que pronto se cure y deje de pasarlo mal. Frankie no puede tener nada. No voy a creerme lo que diga ese inepto de Krups.
PATRICK -Por mal que te caiga, siempre ha sido el médico de nuestra familia. Además le ha hecho unas pruebas que son definitivas y mañana sabremos el resultado.
AMELIA-  Ese tipo es un inepto y no voy a creerme nada.

ESCENA II
Se mantiene la niebla. Ha anochecido y se encienden algunas luces dentro de la casa. A lo lejos se oye el mar y la sirena del faro.
 El matrimonio sigue en el salón. Parecen descansar en silencio después de su conversación. De repente entra Lewis, el hijo mayor, sin demasiados miramientos y haciendo ruido. Tropieza con una silla y está a punto de caerse.
PATRICK (saliendo de su somnolencia) -¡Ya has vuelto a beber!
LEWIS (agresivo) - ¡No será con tu dinero!
PATRICK – Amelia, ¿has oído eso? Sería el colmo, ¡un padre dando dinero a su hijo para que se emborrache!
AMELIA -¿Es que esta casa no puede estar una tranquila sin que alguien grite?
LEWIS (dejándose caer en una silla) -Aquí todo el mundo gritará hasta que no se haga justicia.
PATRICK- Ved ahí a la víctima, el hijo maltratado que culpa al mundo de su infortunio. Y sobre todo a su padre (con ironía), que no le mantiene como es debido, o que le encaminó por donde no debía.
LEWIS -Fuiste tú, efectivamente quien me llevó a hacer el payaso por los escenarios de media Inglaterra para  hacerte salir de la mediocridad de tu carrera de actor de segunda fila. ¿O no es cierto?
PATRICK -¿Cómo puedes decirme eso? ¡Lo hice por tu bien, porque eras incapaz de terminar nada!
AMELIA -¡Callaros ya, por favor! Me duelen terriblemente las manos, y voy a tener que subir al cuarto para tomarme otra pastilla. Y todo por vuestra culpa.
LEWIS (acercándose a su madre y cogiéndola de las manos) -No subas, mamá, por favor, lo de las manos se te va a pasar enseguida. Ya nos callamos.

ESCENA III
Por la escalera que sube a los pisos baja Frankie, el hijo pequeño. Tiene mala cara y tose compulsivamente. Casi al mismo tiempo entre desde un lateral Virginia, una criada joven que hace las funciones de ama de llaves o algo parecido y dice escuetamente que en diez minutos estará lista la cena, pero que si lo desean puede servirles un aperitivo. Al parecer la cocinera ha preparado unas medianoches estupendas.
AMELIA –De acuerdo Virginia, hazlo así (parece tomar aire y sigue). Es estupendo. Me siento mucho mejor.
PATRICK –Me alegro cariño. Te viene bien descansar. Y tú Frankie, tu tos me preocupa, pero a veces tengo la impresión que la empeoras con tus nervios.
FRANKIE –Mamá no deberías tomar tantas pastillas. Te tranquilizan pero son demasiado fuertes…
AMELIA –Tú que sabrás, hijo. De viejo pasan estas cosas con la artrosis, las necesito.
PATRICK – Frankie, recuerda que mañana tenemos consulta con el doctor Krups para ver el resultado de tus pruebas, pero como dice tu madre estoy convencido de que es solo un catarro rebelde. En esta costa endiablada de Inglaterra es bastante frecuente.
(Frankie intenta decir algo al respecto, pero finalmente pregunta por Lewis)
AMELIA – Tu hermano subió y no sé si bajará a cenar, volvió bastante cansado después de un día complicado, según nos dijo a su vuelta.
PATRICK –Amelia, cariño, no trates a Frankie como si todavía fuera un niño. (Y dirigiéndose a su hijo): tu hermano ha vuelto borracho y bastante agresivo. Esa es la pura verdad, hijo.
(En esos momentos Lewis comienza a bajar lentamente por la escalera, y casi al mismo tiempo entra en escena Virginia con el aperitivo. La luz del faro incide una vez más sobre la terraza lateral del salón, y se escucha si cabe más fuerte su sirena, creando un ambiente muy alejado de la supuesta placidez del escenario. Frankie vuelve a toser. Cae el telón lentamente y la oscuridad parece apoderarse del lugar)


                                             FIN DE LA PRIMERA PARTE 

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