Después de
levantarse el telón el escenario ha cambiado completamente, Se trata de un
jardín sobre el mar, que se oye a lo lejos. En primer plano un merendero
circular en que se ve a Lewis y Virginia, en lo que da toda la impresión de
tratarse de una cita, que además, tiene poco de amistosa.
ESCENA IV
LEWIS –Como mi
madre se entere de vuestro asunto lo vas a pasar mal, desgraciada.
VIRGINIA -¿Qué
puedo hacer yo? ¡A ver si crees que lo hago por propia voluntad o porque me
apetece! Ya sabes como se pone tú padre cuando quiere algo y se le contradice.
No tuve más remedio
LEWIS –Me tiene
sin cuidado como se ponga el viejo. Te pudiste negar desde el principio, y no
estaríamos ahora en esta situación. Mi madre cada vez peor con su…bueno con su
tema, que eso a ti no te importa, y la criada acostándose con su marido. El
colmo.
VIRGINIA –Me
conoces y sabes que yo nunca quise, pero no tenía otra opción si no quería
verme en la calle. Si alguien me gusta en esta casa, sabes que eres tú…desde
siempre.
LEWIS –Bueno,
bueno…no me vengas ahora con historias. Lo nuestro no tiene nada que ver. Nunca
lo tuvo. Pero recuerda lo que te he dicho. Ahora adiós.
(VERONICA
intenta decir algo más justificándose, pero Lewis parece dar por zanjada la
discusión, y Verónica se dirige hacia la puerta para irse, pero en esos
momentos entra FRANKIE. Tiene buen aspecto y no tose. Verónica se detiene).
LEWIS – ¡Anda,
mira a quien tenemos aquí! ¿Qué pasa, hermanito, es que ahora te dedicas a
espiarnos?
FRANKIE –Sabes
muy bien que a mí tus asuntos me tienen sin cuidado (serio). Te buscaba para
hablar de mamá. Yo creo que su tema ve de mal en peor, y alguno de los dos, o
los dos, deberíamos hacer algo, llevarla al médico.
LEWIS –Yo creo
que eso le corresponde a papá, que algo tendrá que ver con sus problemas.
FRANKIE –Eso
ahora no importa. El hecho es que cada día necesita más las pastillas para estar
simplemente presentable.
(El tiempo
comienza a empeorar súbitamente y el cielo se cubre de nubes oscuras. Se oyen
algunos truenos y relámpagos. El escenario se ha vuelto de repente amenazador).
LEWIS (retomando
sus palabras anteriores) –Aunque nunca se sabe, después de todo, cada uno somos
responsables de nosotros mismos. Y quizás mamá también, aunque me cueste
decirlo…
FRANKIE –Mamá no
es culpable de nada. Eso tenlo claro delante de mí si no quieres tener
problemas…
LEWIS –Anda, el
hermano pequeño me amenaza ¿qué pasa, me vas a pegar? (con ironía y haciendo un
gesto defensivo)
(En esos momentos
entra impensadamente en el merendero Amelia (se oye el chasquido de un rayo
próximo y su estruendo)
AMELIA – ¡Qué
susto! Por fin os encuentro ¿Cómo se os ha ocurrido venir aquí con este tiempo?
(titubea un instante)… bueno, la verdad es que hace un momento todo estaba en
calma.
(Frankie se
acerca a su madre y la abraza, Lewis también, pero solo le da un beso).
AMELIA –Venía
solo a deciros que esta tarde vamos a
celebrar que Frankie ya está bien y que espero veros para tomar el té. Estoy
segura que ese tonto de Krups nos va a dar una buena noticia. ¡Segura!
Frankie hace un
amago de toser, Lewis le mira con cierta agresividad, y no lo hace.
LEWIS –De eso no
te quepa la menor duda, mamá. A mi hermanito desde pequeño le gusta llamar la
atención más de la cuenta.
(Frankie se
revuelve y da la impresión de que va a empujar a Lewis con violencia, pero
Amelia le retiene, y le coge por detrás rodeando sus hombros con los brazos).
AMELIA -¡Como
sois! No me gusta nada que discutáis, y menos aún que llegarais a pelearos. No
puedo…no quiero ni imaginármelo. Os quiero igual a los dos. Supongo que lo
sabéis…aunque vinierais al mundo en situaciones muy diferente para mí…
(El escenario
está en la semipenumbra, aunque por el horizonte sobre el mar empieza a clarear,
y la luz hace que los cuatro se recorten con nitidez sobre su fondo. Aun lado,
cerca, Amelia y Frankie, y bastante separado, solo, Lewis. Virginia, cerca de
la puerta, ha oído todo. En esos momentos se oye el latigazo de un rayo que cae
en las inmediaciones y un estruendo paralizador. Los cuatro personajes ni se
mueven y permanecen en silencio).
(Cae el telón
rápidamente. No hay descanso y el
público debe permanecer en la sala).
(A los diez
minutos vuelve a subir el telón. La escena vuelve a mostrar de nuevo el salón
en el que se desarrolló la primera parte. Es por la tarde, y puede verse a
Amelia y Lewis que parecen conversar esperando el regreso de Patrick y Frankie
de vuelta de su visita al médico. Ambos parecen nerviosos, pero sobre todo
Amelia que cada dos por tres repite machaconamente que está convencida de que a
Frankie no le pasa nada).
AMELIA – A
Frankie no le pasa nada, estoy convencida. Enfriamientos como el suyo he visto
muchos por esta tierra en el transcurso de los años
LEWIS –Yo también
creo que no le pasa nada. Simplemente a mi hermano siempre le ha gustado llamar
la atención y ser especial, y ha encontrado un filón con su catarro. Lo que me
extraña de ti mamá es que no admitas que PUEDA pasarle algo, como si las
enfermedades tuvieran la obligación de respetar a los que más queremos. A todos
nos pueden pasar cosas desagradables, por mucho que nos duelan.
AMELIA –
¡Cállate! Tú deberías entenderme. Es una forma de decir que no soportaría que a
un ser tan especial como él pudiera pasarle algo malo.
LEWIS (molesto,
parece incluso celoso) –No sé por qué siempre te has empeñado en que Frankie es
tan delicado o tan frágil. No creo que a la larga tu actitud le acabe
favoreciendo. Pronto tendrá treinta años. Ya no es ningún niño.
AMELIA –Tú no sabes
nada, hijo. Y no discutamos que sabes que cuando me pongo así, me empiezan a
doler todos los huesos.
(Se oye que
abren la puerta de entrada a la casa y Amelia se pone de pie de un salto)
AMELIA -¡Ya
están aquí!
(Entra PATRICK,
y FRANKIE detrás de él. El padre sonríe haciendo así evidente que traen buenas
noticias. El hijo, sin embargo, no muestra nada especial. Está serio, como si
su buena salud no le interesara demasiado. AMELIA abraza a su hijo y antes de
que nadie diga nada comienza a hablar)
AMELIA -¡Lo
sabía, lo sabía! Sabía que solo era un simple catarro.
PATRICK –Bueno,
no exactamente. Una pulmonía sin demasiada importancia, que va a curarse con
reposo y cuatro pastillas. Nada grave, afortunadamente. Pero sobre todo nada de
tuberculosis, que es lo que temíamos.
LEWIS - ¡Menudo
tuberculoso! ¡Mi hermanito está más sano que yo!
PATRICK –Pues no
me extrañaría, al ritmo que llevas debes tener el hígado hecho fosfatina. No me
extrañaría.
AMELIA – Es
verdad, Lewis, no bebas tanto, pero no empecemos otra vez, por favor. Esta es
una familia como otra cualquiera. Una familia sana en la que apenas hay nada
que se salga de la norma. Una familia feliz, en resumidas cuentas.
(Durante unos
momentos todos se callan y se miran unos a otros como si a pesar de la buena
noticia, no todo estuviera tan claro. AMELIA parece algo nerviosa y se frota
las manos con insistencia, como suele hacer cuando la artrosis le hace sufrir.
La situación, a pesar de la buena noticia, parece tensa)
AMELIA
(levantando la voz) -¡Virginia ya puede venir con el té!
(Instantes
después aparece esta sonriendo con la bandeja con el té y las pastas)
VIRGINIA –No
saben cuanto me alegra oír que al señorito no le pasa nada. Yo también estaba
preocupada, y me perdonarán pero es que he oído todo lo que decían…
PATRICK –Claro
que sí, Virginia. Todos nos alegramos de que Frankie esté perfectamente. Claro
que sí. Esta es una familia como todas, en la que nunca pasa nada demasiado
especial. Y no te vayas, después de todo estás con nosotros casi desde que eras
una niña. Siéntate aquí entre nosotros, al lado de la señorita AMELIA.
(Enseguida se
oye una música ligera que entra en la habitación procedente de alguna parte.
Poco a poco la escena se va sumiendo en la oscuridad y vuelve a oírse la sirena
del faro, y entremezclándose, la tos insistente de FRANKIE)
FIN
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