Se
trata de un tipo que se pasea por el bulevar todas las tardes. O dicho con más
propiedad, todos los atardeceres, que viene a ser lo mismo con un toque más
poético, al menos en mi opinión. Pasea arriba y abajo y no parece que su
deambular tenga ningún objetivo que no sea el mero hecho de hacerlo. Dicho
sea brevemente: andar por andar. No
obstante, parece interesado por cuanto le rodea, incluso por lo que está por
encima de su cabeza o bajo ella, pues es frecuente ver como eleva su mirada hacia el cielo o la copa de los
árboles. Y de igual modo, hacia el suelo o los cordones de sus zapatos. Su
presencia, al cabo de cierto tiempo, ha suscitado la atención de otros
viandantes que ya la esperan en las inmediaciones del bulevar cómodamente
sentados en los bancos que lo jalonan, e
incluso en algunas sillas que instalan de motu propio los vecinos. El hecho más
significativo no es sin embargo nada de lo anterior, sino otras cualidades
extraordinarias que el individuo en cuestión posee, y que como fácilmente se
comprenderá no dejan de maravillarles. La principal sin duda alguna es su capacidad para la combustión espontánea.
Es decir, uno lo ve tranquilamente paseando como ya quedó dicho, y de repente
¡zas! se prende fuego a sí mismo y durante unos buen trecho camina de tal
manera que más que tratarse de Eulogio, que es su nombre de pila, diría que se
trata de la zarza ardiendo del Antiguo Testamento o de una hoguera itinerante.
La gente en esos momentos no puede reprimir una exclamación maravillada e
incluso los más realistas, se aprestan a socorrerle con un extintor de los
comercios próximos o con las mangueras de riego de los jardines adyacentes,
pero pronto Eulogio vuelve a su ser natural y continúa su paseo como si nada
hubiera ocurrido. Y lo que es más, reaparece invariablemente con un traje de chaqueta
y corbata impolutos y hojeando un periódico de la prensa local, en una
exhibición de ciudadanía ejemplar, como
alguien que se interesa por los problemas domésticos del barrio (uno de los
cuales empieza a ser él mismo, por cierto). Aquí debe considerarse el riesgo de
incendio en el verano y la probabilidad de que tengan que intervenir los
bomberos si Eulogiono fuera
capaz de controlarse.
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