domingo, 23 de julio de 2017

ZARZAS UNO



Se trata de un tipo que se pasea por el bulevar todas las tardes. O dicho con más propiedad, todos los atardeceres, que viene a ser lo mismo con un toque más poético, al menos en mi opinión. Pasea arriba y abajo y no parece que su deambular tenga ningún objetivo que no sea el mero hecho de hacerlo. Dicho sea  brevemente: andar por andar. No obstante, parece interesado por cuanto le rodea, incluso por lo que está por encima de su cabeza o bajo ella, pues es frecuente ver como eleva  su mirada hacia el cielo o la copa de los árboles. Y de igual modo, hacia el suelo o los cordones de sus zapatos. Su presencia, al cabo de cierto tiempo, ha suscitado la atención de otros viandantes que ya la esperan en las inmediaciones del bulevar cómodamente sentados  en los bancos que lo jalonan, e incluso en algunas sillas que instalan de motu propio los vecinos. El hecho más significativo no es sin embargo nada de lo anterior, sino otras cualidades extraordinarias que el individuo en cuestión posee, y que como fácilmente se comprenderá no dejan de maravillarles.  La principal sin duda alguna es su capacidad para la combustión espontánea. Es decir, uno lo ve tranquilamente paseando como ya quedó dicho, y de repente ¡zas! se prende fuego a sí mismo y durante unos buen trecho camina de tal manera que más que tratarse de Eulogio, que es su nombre de pila, diría que se trata de la zarza ardiendo del Antiguo Testamento o de una hoguera itinerante. La gente en esos momentos no puede reprimir una exclamación maravillada e incluso los más realistas, se aprestan a socorrerle con un extintor de los comercios próximos o con las mangueras de riego de los jardines adyacentes, pero pronto Eulogio vuelve a su ser natural y continúa su paseo como si nada hubiera ocurrido. Y lo que es más, reaparece invariablemente con un traje de chaqueta y corbata impolutos y hojeando un periódico de la prensa local, en una exhibición de ciudadanía  ejemplar, como alguien que se interesa por los problemas domésticos del barrio (uno de los cuales empieza a ser él mismo, por cierto). Aquí debe considerarse el riesgo de incendio en el verano y la probabilidad de que tengan que intervenir los bomberos si Eulogiono fuera capaz de controlarse.

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