La espasmolitis es una propiedad de determinados
cuerpos físicos (hay otros) que sorprenden en su totalidad o en algunas de sus
partes, al sufrir una mutación instantánea una vez observados. Esto es así
hasta el punto que, según sea el caso, dicho cuerpo o la parte implicada,
parecen prolongarse o antecederse de
forma que resulte imposible distinguir su continuidad o procedencia. Existen,
por ejemplo, lugares en caminos, carreteras o vías pecuarias implicadas en este
proceso, en los que quien se aventure tendrá la sensación, a pesar de caminar
con la mayor rapidez de la que sea capaz, de permanecer siempre en el mismo
lugar. Incluso después de varias horas sudando profusamente y siendo consciente
de haber hecho un esfuerzo físico intenso.
La “observación retrógrada” es un fenómeno que se
da en algunos seres humanos, y consiste en que, en algunas circunstancias, éstos no son capaces de determinar si lo que
ven se encuentra dentro o fuera del su punto de observación. Así, por ejemplo,
si a través de la ventana de una habitación, alguien percibe los picos de unas
montañas y al ganado paciendo tranquilamente algo más abajo, es, sin embargo,
incapaz de afirmar con certeza si lo que observa se encuentra fuera o dentro,
por extraño que pueda parecer el hecho. Se diría que para el observador al que
nos referimos, el paisaje descrito no es algo situado en lugar determinado,
sino que su percepción especial del espacio, hace que también pueda parecerle
que está situado en el interior, como si el mundo se hubiera colado dentro, y
las montañas surgieran sobre el parquet de su casa.
Al escribir, y Juan Bolenque Apellániz lo hacía
con una soltura y belleza poco comunes, quien lo observase podía tener en
algunas ocasiones la impresión de que no era él quien estaba creando una
escritura sobre un papel o una pantalla, sino, por el contrario, que era esta
quienes al tiempo que se desarrollaba generaba la mano y el antebrazo de quien
lo hacía. E incluso a este mismo, es decir a Juan, cuando la historia de que se
tratase alcanzara una perfección impropia de quien en puridad no era sino un
simple aficionado. Este hombre, por lo tanto, podía en ocasiones no ser sino
una simple circunstancia de su obra, hasta el punto de que, si dejara de
escribir, simplemente desaparecería.
La tarde a través de la ventana se desarrolla de
la siguiente manera: principio, desarrollo y fin, como una obra teatral
cualquiera, a no se que el colapso del universo o una simple caída de la
tensión eléctrica haga imposible tal protocolo.
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