sábado, 31 de diciembre de 2016

ESPASMOLITIS



La espasmolitis es una propiedad de determinados cuerpos físicos (hay otros) que sorprenden en su totalidad o en algunas de sus partes, al sufrir una mutación instantánea una vez observados. Esto es así hasta el punto que, según sea el caso, dicho cuerpo o la parte implicada, parecen prolongarse o antecederse  de forma que resulte imposible distinguir su continuidad o procedencia. Existen, por ejemplo, lugares en caminos, carreteras o vías pecuarias implicadas en este proceso, en los que quien se aventure tendrá la sensación, a pesar de caminar con la mayor rapidez de la que sea capaz, de permanecer siempre en el mismo lugar. Incluso después de varias horas sudando profusamente y siendo consciente de haber hecho un esfuerzo físico intenso.

La “observación retrógrada” es un fenómeno que se da en algunos seres humanos, y consiste en que, en algunas circunstancias,  éstos no son capaces de determinar si lo que ven se encuentra dentro o fuera del su punto de observación. Así, por ejemplo, si a través de la ventana de una habitación, alguien percibe los picos de unas montañas y al ganado paciendo tranquilamente algo más abajo, es, sin embargo, incapaz de afirmar con certeza si lo que observa se encuentra fuera o dentro, por extraño que pueda parecer el hecho. Se diría que para el observador al que nos referimos, el paisaje descrito no es algo situado en lugar determinado, sino que su percepción especial del espacio, hace que también pueda parecerle que está situado en el interior, como si el mundo se hubiera colado dentro, y las montañas surgieran sobre el parquet de su casa.

Al escribir, y Juan Bolenque Apellániz lo hacía con una soltura y belleza poco comunes, quien lo observase podía tener en algunas ocasiones la impresión de que no era él quien estaba creando una escritura sobre un papel o una pantalla, sino, por el contrario, que era esta quienes al tiempo que se desarrollaba generaba la mano y el antebrazo de quien lo hacía. E incluso a este mismo, es decir a Juan, cuando la historia de que se tratase alcanzara una perfección impropia de quien en puridad no era sino un simple aficionado. Este hombre, por lo tanto, podía en ocasiones no ser sino una simple circunstancia de su obra, hasta el punto de que, si dejara de escribir, simplemente desaparecería.

La tarde a través de la ventana se desarrolla de la siguiente manera: principio, desarrollo y fin, como una obra teatral cualquiera, a no se que el colapso del universo o una simple caída de la tensión eléctrica haga imposible tal protocolo.

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