sábado, 31 de diciembre de 2016

ADENDA UNO. VARIACIONES SOBRE EL CONCEPTO DE CONCEPTO



 Hay conceptos delante de los cuales solo cabe permanecer inmóviles y en silencio. Y, como mucho, respirar, siempre que tal cosa no haga que muten de forma instantánea y se conviertan en algo muy diferente de lo que conocimos en un principio, y nos había sumido en el asombro.

Hay conceptos que para nada son lo que parecen, y que en todo caso, merecerían una nota a pie de página de la definición de otros que sí son exactamente lo que aparentan, y que para nada se prestan a la sobrevaloración o el camuflaje.

Hay conceptos mínimos, ante los cuales lo primero que se nos puede ocurrir es reprimir una carcajada. Desconocemos, pobres ignorantes, el valor de lo minúsculo, aquello que no ha tenido que recurrir a lo apariencia para significarse, y que, paradójicamente, oculta una riqueza que para sí quisiera el maharajá de Kapurkala.

Hay conceptos sorprendentes, que una vez captados en lo que suponemos que constituye su esencia, cambian espontáneamente y se convierten en algo diferente, que ni por asomo recuerdan al primero. Pero que una vez asentados en ese segundo estado y estamos a punto de definirlos con todo detalle, vuelven a cambiar y se transforman de nuevo en algo que nada tiene que ver con los anteriores. Metamorfosis que a partir de ese momento no cesan de repetirse cada vez que intentamos aprehenderlos, transformándose en otra cosa que haríamos bien en abandonar a su suerte si no queremos perder la cabeza.

Hay conceptos que, una vez definidos son, por el contrario, exactamente igual a sí mismos, con independencia de que creamos ver en ellos matices que pudieran alterar sus propiedades. Conceptos tan puros que, como el diamante, son siempre iguales a sí mismos, aunque se desate el Apocalipsis o la sustancia de que estén hechos cambie de paradigma.

Hay conceptos difusos que, una vez intuidos, son a la vez lo que aparentan y otros que se desprenden de ellos mismos con la facilidad con la que la que lo hacen las hojas de los árboles a la llegada del otoño. Conceptos por lo tanto versátiles, que son lo evidente y su contrario. E incluso otros levemente diferentes, que alguien no instruido podría confundir con facilidad.

Hay conceptos de los que el investigador, de entrada, dirá “se trata de esto”, y volverá a casa con la certeza de haber contribuido un día más a aumentar el acerbo de las ideas que merecen estar en este mundo. Y, no obstante, al poco de acostarse, tiene un sueño en el que queda perfectamente claro que todo fue un error producto de una fantasía desbordante, a la que le indujo el abuso del alcohol u otras sustancias estupefacientes.

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