viernes, 16 de diciembre de 2016

REFLEXIONES NAVIDEÑAS DE UN ORNITORINCO. CUATRO.



Factores económicos aparte, puedo asegurarte que por ti yo estoy loco. Pero loco por ti (bolero)

La comida transcurría normalmente, aunque podía percibirse cierta intranquilidad hasta que uno de los comensales se levantó y mirando a casi todos los demás (eran al menos veintisiete) exclamó “hasta ahí podíamos llegar”. Dicho lo cual, se sentó y a partir de ese momento todo fueron parabienes hasta los postres.

La desubicación que sufrió desde el mismo momento en que se enteró que no era hijo natural sino adoptado, sumió a la familia en un caos emocional, del que solo se recuperó cuando pudo aceptar que en la mayoría de las situaciones el biberón no era la causa principal de las psicopatías al llegar a la adolescencia.

Esta tarde voy al teatro donde se representa una tragedia espantosa con asesinatos, incestos y luchas fratricidas. Para mí, que solo acepto los vodeviles y las comedias ligeras, supone una carga difícil de soportar a no ser que, para compensar, apuñale mi vecino del patio de butacas. Voy por lo tanto armado y con cierta ilusión, todo hay que decirlo.

No lo hagas, dijo en el preciso momento que llevado por una furia inexplicable se dedicó con entusiasmo a hablar en todos los dialectos de la península ibérica. Bable incluido y lunfardo bonaerense, Carlos Gardel aparte.

Lo días transcurren lentamente y disfruto con el solaz que pueden permitirme, mientras a través de las ventanas de la balconada disfruto de la migración de los gansos y los ánades camino de África, suponiendo que ese continente siga donde era habitual y no se ha desplazado debido a la tectónica de placas.

No habla, sino que balbucea, lo que da a cualquier conversación en la que participe un cariz sorprendente pero un tanto irritante. No es fácil aceptar a tu lado a alguien que, no siéndolo, parece presentarse como un mendigo o un personaje de una tragedia griega aquejado como mínimo de escoliosis crónica o de  esclerosis lateral amiotrófica, desgraciadamente.

Burga, dijo. No, zampa, rectificó poco después. Por lo que el pueblo de rodillas hasta se momento se incorporó hablando lenguas que nada tenían que ver con el chino, el inglés ni ninguna otra de las indoeuropeas. Ni tampoco con el suajili ni otras que recuerden, aunque sea vagamente, al arameo o el aranés.

Puestos a ello, debemos actuar con una rapidez que les impida reaccionar a tiempo, y contraatacar de inmediato. Quizás lo más conveniente sea mezclarnos y hacerles ver que solo nos distinguimos de ellos en un prognatismo moderado que inhiba su actitud violenta. Y el tiempo dirá.

Tratándose de lo que se trata, no es probable, y ni siquiera posible, por lo que deberíamos adoptar una actitud consentidora siempre que no les facilitásemos un acceso que vaya usted a saber como empieza y donde acaba, sobre todo, tratándose del tema que se trata. Que vaya usted a saber.

No hay comentarios:

Publicar un comentario