miércoles, 26 de octubre de 2016

VARIACIONES SOBRE EL CONCEPTO DE CONCEPTO, CINCO



Las seis de la mañana por estas latitudes es, según mi experiencia, la hora ideal para tratar de hallar sentido al concepto de cualquier concepto. A esa hora, al menos en mi caso, se aguzan todas las neuronas de mi cerebro prefrontal aptas para conducirme a tal hallazgo.  Aunque posiblemente el asunto carece del misterio con que trato de investirlo, y sea solo una característica de la proximidad del sol naciente a la línea del horizonte. A esa hora temprana siempre quiso Japón hacerse presente y los samurais ya ciñen sus espadas. Y en el Antiguo Egipto, la barca de Osiris abandonaba las tinieblas de la noche arrastrando consigo la incorruptible luz del día.

El concepto de la palabra “pedrusco” remite naturalmente al de la piedra, una vez desprovisto de cualquier atisbo de belleza. Quizás sea esto así, como por otro lado es comprendido por el común de los mortales, muy alejado del de “ópalo” o “canto rodado”, pero se desatienden ciertos matices que pueden dotar al concepto que nos ocupa de una belleza inesperada. Recuérdese que el diamante más grande jamás encontrado, de una belleza sobrecogedora, es poco más que un pedrusco llamado Ko-i noor, de todos conocido. Y que, contemplados desde el vacío interplanetario o interestelar, el cinturón de asteroides, el cinturón de Kuiper y la nube de Oort, de una belleza inigualable, no dejan de ser gigantescas aglomeraciones de pedruscos en los espacios siderales. Y que incluso algunos de ellos cruzan el firmamento con la estupefaciente belleza de los cometas.

Existen conceptos tan sutiles que reúnen en sí mismos todas las cualidades de los materiales más nobles. La ductilidad y maleabilidad de ciertos metales dotan a algunos de la facultad de transformarse en nuestras manos, y con más propiedad en la forja del herrero, de convertirse en los objetos más bellos de la creación. Llamando creación, por cierto, al mero hecho de estar aquí y estar vivos para poder apreciarlo, y suscitar en nuestros cerebros la capacidad de asombro de los amaneceres y las bellísimas vasijas griegas encontradas después e siglos en las profundidades del Mare Nostrum.

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