viernes, 1 de enero de 2016

INCIDENCIAS (Primera velada)



-Me acuesto temprano después de ver en la televisión un documental sobre extraterrestres. Me parece una tontería, pero me inquieta. El presentador, que es también ufólogo, está seguro que ya están entre nosotros pero que son indetectables.



-Antes de apagar la luz quiero leer un poco, no porque verdaderamente me apetezca hacerlo, sino como una forma de convocar al sueño. Intento leer una obra de Heidegger, pero al poco de comenzar me doy cuenta de que no entiendo absolutamente nada. No tiene sentido. A pesar de ello continuo en voz alta recalcando las palabras o expresiones que me llaman la atención, por ejemplo “perjudiacialidad” (*) y “tal finalidad no podrá sin embargo alcanzarse mediante una síntesis extrínseca de lo ya dilucidado” (**).



-Acabo efectivamente durmiéndome. Al parecer la obra mencionada ha tenido los efectos de un narcótico, porque me doy cuenta de que sigo con las gafas de vista cansada puestas y el libro sobre mi pecho. Me siento agitado y sudo copiosamente.



-Cuando dejo las gafas y el libro sobre la mesilla de noche tengo la sensación de estar diluyéndome, como si cada vez me fuera haciendo más pequeño pero infinitamente pesado. Pienso en los agujeros negros e inmediatamente tengo la certeza de que el presentador de la televisión tenía razón: creo que soy un marciano.



-Un marciano que sin embargo tiene las mismas necesidades que un habitante de cierta edad de Winscosin, porque debe levantarse a orinar. Me miro al espejo del cuarto de baño. Estoy amarillo y temo estar enfermo del hígado o como mínimo padecer de ictericia, luego recuerdo que el espejo es muy viejo y que en él todo se ve de color sepia. Eso me alivia.



-De nuevo en la cama me tomo dos orfidales y espero que vuelva el sueño entornando los ojos. Pienso que en cualquier momento alguien descubrirá mi condición de alienígena y sufriré las consecuencias. De todas maneras, no me importa demasiado lo que puedan hacer conmigo (las posibilidades son limitadas), pero me causa un profundo dolor suponer que no me consideren como a uno más de ellos, sino que me miren y señalen como a un extraviado.



-Con los ojos ya cerrados traigo a la mente conceptos generales de tipo filosófico (o casi) como “justicia” o “libertad” para intentar profundizar en ellos, lo que invariablemente hace que me entre un sopor irresistible y me duerma, pues nunca soy capaz de definirlos con la precisión que me gustaría.



(*) Martínn Heidegger: “Ser y tiempo” (Ed. Trotta, pag 165)

(**) Ibídem (pág 200)

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