jueves, 14 de enero de 2016

LOGOPEDAS




Hay algo dramático cuando no trágico en la situación de Damián. Y al menos a primera vista nadie podría achacarle a él la responsabilidad de tal hecho, porque lo cierto es que a pesar de la buena voluntad de todos, la suya incluida, la incomunicación es total y se multiplican los malentendidos. De esta manera, tanto él como quienes están a su alrededor parecen estar atrapados y ser incapaces de que la situación se desbloquee y mejore.

Para ser más concretos, es conveniente analizar lo que ocurre, y para ello decir en primer lugar que desde hace un tiempo que ya nadie es capaz de precisar, Damián es incapaz de hablar su idioma maternal, que hasta cierto momento manejó con total soltura e incluso con maestría, dada su condición de periodista y escritor relevante. Y en cualquier caso, el que utilizaba habitualmente. La transición al nuevo lenguaje, que resulta incomprensible para los demás, tuvo lugar de forma sutil pero insidiosa, y a pesar de que algunas voces advirtieron en su momento de la importancia de lo que estaba ocurriendo, sucedió lo que a estas alturas parece un hecho irreversible.

En resumidas cuentas, hoy en día Damián se expresa en una lengua ininteligible para el resto de sus conciudadanos, por más que tanto él como ellos parecen poner todo su empeño y mejor voluntad para que las cosas se clarifiquen, y así poder entenderse. El cambio drástico que se ha producido en el lenguaje de este hombre no parece fruto de una voluntad de ruptura, sino más bien de una deriva sutilísima que hizo que las palabras que pronunciaba se fueran haciendo poco a poco incomprensibles. Primero fueron sin duda algunos giros del lenguaje, originales pero extraños y poco comunes. Luego la introducción de palabras nuevas, después la alteración de la sintaxis y el orden de las frases con el empleo de figuras literarias y tropos desconocidos, y lo que en principio fue tomado como pura originalidad y hasta pedantería, enseguida resultó algo absolutamente ajeno a los oídos de la gente, suscitó su perplejidad y condujo al cabo de poco tiempo a la situación actual.

Aunque se debe añadir que quizás lo más llamativo del caso resulta que tanto por parte de Damián como de quienes le rodean y escuchan, todo parece ser fruto de un mecanismo inconsciente que nadie supo prever a tiempo, o consecuencia de una falta de acuerdo por las dos partes en algún aspecto básico, pues ambas manifiestan (en el caso de Damián sobre todo por sus gestos) que nunca estuvo en su ánimo llegar a la situación en la que se ha desembocado.

Debe aquí afirmarse definitivamente que este hombre habla en una lengua que sólo él conoce con la convicción de que quienes le rodean la entienden, y que lo contrario no le cabe en la cabeza. Y hasta es posible que incluso pueda llegar a imaginar que es fruto de una conspiración contra su persona. Y es lógico, pues si uno se guía por la entonación y hasta la cualidad y estructura de las palabras que constituyen dicha lengua, da la impresión de que debería resultar perfectamente comprensible. Pero no es así, y a esa primera impresión sigue una perplejidad paralizante para ambas partes, pues también los gestos que acompañan a dicho lenguaje resultan habituales del que Damián ha olvidado.

Transcurridos ya meses, y según algunos incluso años, que esto sucede, la situación ha llegado a un punto en que la tensión está alcanzando cotas inusitadas, pues la convivencia no resulta sencilla por razones perfectamente comprensibles. De una forma más o menos velada, que parece ir aumentando con el transcurso de los días, en la parte mayoritaria va cobrando fuerza la opinión de que Damián sabe perfectamente lo que hace, y que su actitud es una estrategia perfectamente urdida con la intención de llegar a un punto de no retorno. Cual pueda ser el objetivo de tal forma de actuar, es algo sobre lo que quienes lo sugieren no llegan a ponerse de acuerdo. Algunos hablan de enfermedad, otros de un egoísmo patológico e incluso de un lenguaje cifrado para elementos infiltrados en la masa, pero cada vez son más  los que opinan que las pretensiones de Damián son muy claras y concretas, aunque al decirlo, ni ellos mismos lleguen a precisarlo con claridad.

La situación a fecha de hoy es, por lo tanto, de bloqueo absoluto, a pesar de la aparente buena voluntad, y de que han surgido propuestas para organizar foros, reuniones y hasta congresos para estudiar a fondo el problema. Resulta evidente que la convivencia con Damián se hace cada vez más difícil, y nadie quiere llegar a considerar una solución sencilla que está en la mente de todos, pues al fin y al cabo, el pobre hombre tampoco ha hecho mal a nadie. El problema en cualquier caso es muy grave, pues empiezan a detectarse entre ciertas personas los primeros síntomas de cambios en su propio lenguaje, e incluso en su manera de actuar, y lo que antes era claro y diáfano para todo el mundo, ya solo resulta evidente para determinados grupos.

Damián está en minoría, y tiene por lo tanto un problema, pues de seguir así las cosas  podría generarse un caos colectivo y la situación hacerse inmanejable: una Torre de Babel surgida prácticamente de la nada. Alguien debería decírselo aún a riesgo de no ser comprendido, pues con más frecuencia de lo que se cree, en determinadas circunstancias se toman decisiones a contrapelo de los propios sentimientos. Es posible que solo fuera necesario un logopeda.

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