domingo, 24 de enero de 2016

INCIDENCIAS NOVENA VELADA



Vamos a suponer que estoy cansado. O que llevo gafas. O que son las diez de la mañana. Minucias. Detalles insignificantes que de ninguna manera justifican tu desdén. Tu supuesto desdén. Quizás se trata de mi voz, dicen que desagradable en determinados momentos en los que digo lo que no siento. O siento algo muy concreto pero no llego a expresarlo, y en se nota en un gesto desagradable. Una mueca. No es fácil estar de acuerdo consigo mismo cuando las contradicciones o las disonancias toman la delantera. Yo siempre me salgo de los conciertos de música contemporánea en los primeros compases. A pesar de mi supuesta buena voluntad, eso que quede claro. Podría esperar un poco más pero justo entonces ya sé lo que vendrá después. Con tus llamadas telefónicas me sucede lo mismo. Siempre descuelgo aunque sepa que eres tú y que, quien sabe, podría haber alguna novedad de cierta relevancia, y en función de ella nuestra relación cobrar otro cariz. Pero al igual que en el auditorio, al poco de abrir la boca, tu boca, tengo que colgar presa de un hastío que ni siquiera he podido llegar a rechazar, pero que ya anticipaban tus primeras palabras.
Pueden ser las diez de la mañana e incluso ser exactamente las diez de la mañana de un día festivo. O no, eso no tiene demasiada relevancia, pero ser las diez exactamente. Sharp. Pile. Como se dice en otros idiomas de los que tengo la certeza que no desconoces totalmente, aunque desde luego, no domines. No importa. Tú siempre estarás ahí al otro lado de la línea telefónica esperando el momento preciso para marcar mi número y, aunque parezca contradictorio, volverme a echar algo en cara o arrojarme de nuevo tu desdén, como si fuera el único saludo que merezco a pesar de ser solo las diez en punto de la mañana. Podré llevar puestas las gafas o no. Eso no tiene demasiada importancia y solo será un detalle, un dato insignificante en función de haber estado leyendo poco después de despertarme. A veces lo hago como una forma de dar la bienvenida al nuevo día. Un homenaje, aunque a ti pueda llegar a parecerte una solemne tontería. Por cierto estoy releyendo “A sangre fría” de Capote. Me sigue gustando. Las historias de crímenes son siempre bastante intemporales y se mantienen a pesar del paso de los años. Lo mejor en su caso es el título, se hubiera vendido bien aunque hubiera sido una historia absurda de dos señoritas que mantienen una relación en secreto y no de unos asesinos sanguinarios. Como tú y como yo de alguna manera. No sé si por lo de señoritas o por lo de asesinos. Asesinas, quiero decir. Y te dejo a ti la decisión. Algún día tendremos que ponernos de acuerdo en algo. No siempre vamos a esperar con las gafas puestas. O sin ellas. A las diez de la mañana, poco antes o poco después. O en punto, claro está. Eso no tiene demasiada importancia.

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