jueves, 31 de julio de 2014

ESTADOS

Fui con él hasta una sala enorme repleta de gente. En realidad, no era una sala sino un conjunto de habitaciones que se comunicaban entre sí, y daban la impresión de formar parte de un solo espacio. Podría decirse, tratando de ser más preciso, que desde cierto punto de vista, aquel lugar podía considerarse como una especie de laberinto, aunque de buenas a primeras no diera esa impresión. A él no sabía de qué le conocía, pero indudablemente íbamos juntos y parecíamos conocernos, aunque no hacía mucho tiempo. Me explicaba la situación de una forma un tanto vaga, en líneas generales, como tratando de hacerme comprender donde estaba. Sin embargo, en un momento dado desapareció, y no fui capaz de volverle a encontrar aunque anduve un buen rato de aquí para allá tratando de verle de nuevo. Me hallaba perdido, esa era la verdad, e intentaba reconocer a alguien entre las miles de personas que transitaban en todas direcciones. Todos eran hombres, iban bien vestidos y parecían ocuparse de algo en concreto que compartían, aunque yo fuera incapaz de enterarme de qué se trataba. En ocasiones me detenía y prestaba atención, pero al hacerlo la gente se ponía en movimiento automáticamente, como si no quisieran que lo supiese. La situación era angustiosa, pero no porque percibiera una amenaza concreta. Se trataba más bien de mi incapacidad para definir la situación. Estaba allí, pero no sabía qué era aquello, ni siquiera cual era su sentido. De vez en cuando me parecía reconocer algún rostro, pero al acercarme para verificarlo, desaparecía o cambiaba. Según transcurría el tiempo, empecé a tener la sensación de que no me encontraba en un lugar concreto, sino en un estado mental que yo mismo me inventaba y del que no podía escapar.

Finalmente acabé accediendo a una sala, donde un desconocido se dirigió a mí y me estuvo explicando sobre una mesa todas mis posibilidades, algo que yo no recordaba haberle preguntado en absoluto. Pero él actuaba como un autómata, que no tenía en cuenta mis necesidades verdaderas. Me explicaba todo con mucho detalle, aplicándose absurdamente en matices que a mí me tenían sin cuidado. Al final, creí deducir que se traba de diferentes vuelos que yo podía tomar allí mismo, aunque en ningún momento yo había pensado en volar a ningún sitio. Quizás intentaba decirme que ese era el único método para salir de aquel lugar. Yo entonces intenté preguntárselo, pero una vez que terminó se fue sin ni siquiera despedirse, y se dirigió a una sala adyacente. Desde lejos pude observar que repetía la misma operación con una señora que tampoco parecía demasiado interesada en sus explicaciones, por mucho que él se esforzara en que todo quedara perfectamente claro. Finalmente, me senté en un banco adosado a una de las paredes, cerré los ojos y esperé acontecimientos.

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