Fui con él hasta una sala enorme repleta de gente. En realidad, no era
una sala sino un conjunto de habitaciones que se comunicaban entre sí, y daban
la impresión de formar parte de un solo espacio. Podría decirse, tratando de
ser más preciso, que desde cierto punto de vista, aquel lugar podía
considerarse como una especie de laberinto, aunque de buenas a primeras no
diera esa impresión. A él no sabía de qué le conocía, pero indudablemente
íbamos juntos y parecíamos conocernos, aunque no hacía mucho tiempo. Me
explicaba la situación de una forma un tanto vaga, en líneas generales, como
tratando de hacerme comprender donde estaba. Sin embargo, en un momento dado
desapareció, y no fui capaz de volverle a encontrar aunque anduve un buen rato
de aquí para allá tratando de verle de nuevo. Me hallaba perdido, esa era la
verdad, e intentaba reconocer a alguien entre las miles de personas que
transitaban en todas direcciones. Todos eran hombres, iban bien vestidos y
parecían ocuparse de algo en concreto que compartían, aunque yo fuera incapaz
de enterarme de qué se trataba. En ocasiones me detenía y prestaba atención,
pero al hacerlo la gente se ponía en movimiento automáticamente, como si no
quisieran que lo supiese. La situación era angustiosa, pero no porque
percibiera una amenaza concreta. Se trataba más bien de mi incapacidad para
definir la situación. Estaba allí, pero no sabía qué era aquello, ni siquiera
cual era su sentido. De vez en cuando me parecía reconocer algún rostro, pero
al acercarme para verificarlo, desaparecía o cambiaba. Según transcurría el
tiempo, empecé a tener la sensación de que no me encontraba en un lugar
concreto, sino en un estado mental que yo mismo me inventaba y del que no podía
escapar.
Finalmente acabé
accediendo a una sala, donde un desconocido se dirigió a mí y me estuvo
explicando sobre una mesa todas mis posibilidades, algo que yo no recordaba
haberle preguntado en absoluto. Pero él actuaba como un autómata, que no tenía
en cuenta mis necesidades verdaderas. Me explicaba todo con mucho detalle,
aplicándose absurdamente en matices que a mí me tenían sin cuidado. Al final,
creí deducir que se traba de diferentes vuelos que yo podía tomar allí mismo,
aunque en ningún momento yo había pensado en volar a ningún sitio. Quizás intentaba
decirme que ese era el único método para salir de aquel lugar. Yo entonces
intenté preguntárselo, pero una vez que terminó se fue sin ni siquiera
despedirse, y se dirigió a una sala adyacente. Desde lejos pude observar que
repetía la misma operación con una señora que tampoco parecía demasiado
interesada en sus explicaciones, por mucho que él se esforzara en que todo
quedara perfectamente claro. Finalmente, me senté en un banco adosado a una de
las paredes, cerré los ojos y esperé acontecimientos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario