Maruja, como creo que te anuncié el otro día
hoy quiero centrarme en temas que estoy seguro que llegarán a interesarte.
Quizás no de forma inmediata, pero ahora que con frecuencia permaneces tumbada sobre
la arena, creo que es el momento de ponerse manos a la obra. Tú solo tienes que
permanecer como estás, bien sea de u lado o del otro, con la certeza de que los
rayos ultravioleta harán su cometido cabalmente. Déjate arrullar por la
cadencia de las olas batiendo sobre la orilla y procura desentenderte del
griterío de los niños. Es temprano y todavía no habrá demasiados. Aprovecha,
pues, la ocasión.
Mira Maruja, para empezar
te diré que no es lo mismo el ente que el ser, aunque así, a bote pronto, pueda
parecer la misma cosa. Por poner un ejemplo que te atañe de cerca, tus
chancletas son entes, existen como las olas que escuchas o las gaviotas que
pasan graznando sobre tu cabeza. Pero verdaderamente no son, porque no
interaccionan con el mundo de forma consciente, solo guiados por el azar o el
instinto. Están ahí, que duda cabe, pero en cierta medida son inermes y sujetos
a dictados que le son ajenos. Tú, sin embargo, Maruja, eres diferente, y reúnes
en ti misma las cualidades por la que el ser que eres, efectivamente es y se
realiza. Esa autoconciencia te da, igual que a mí, una responsabilidad para
realizarte. Eres un ser arrojado al mundo- el dasein heiddegeriano- que deberá
realizarse cumpliendo una misión específica dada su naturaleza. No sé si me explico,
Maruja. En cualquier caso, volviendo a la chancleta, o la zapatilla si te
resulta más adecuado, creo que estarás de acuerdo conmigo en que no tiene
ninguna misión que no sea la que tú misma le has dado. Pero no quiero abrumarte
con este lenguaje tan oscuro que posiblemente ni quien lo creó llegaba a
comprender. Y en eso estoy convencido que estarás conmigo si no te has dormido
ya, lo que aprovecho para recordarte que no es conveniente tomar el sol sin
protección. De todas maneras si estos temas te interesan, te animo a que te
metas en google y busques por cualquiera
de las palabras que he mencionado. Especialmente, ente, ser y dasein, por si
pueden arrojar alguna luz que te haga ver claro o te tranquilice. No siempre es
conveniente darle a la cabeza más de lo que ésta necesita.
Claro
que no te he preguntado si manejas todos estos artefactos que se han puesto de
moda en los últimos tiempos, especialmente el ordenador que es algo fabuloso,
aunque si te digo la verdad hay que andarse con pies de plomo. No solo porque
su manejo en ocasiones no es tan simple como se dice, sino porque una vez
metidos en faena, te puedes encontrar cantidad de información defectuosa que
más que aclarar las cosas, las puede complicar. Y al llegar a este punto, ahora
que veo que todavía pestañeas y tengo un indicio de que no duermes, te voy a
decir una cosa. Para mí muchos de estos tipos que se han dedicado a la
filosofía no están muy bien de la chaveta. Se inventan un lenguaje y unos
conceptos que solo ellos entienden para a continuación optar enseguida a un
puesto de profesor en un instituto, y los más osados a una cátedra en la
universidad: formas de ganarse la vida en cualquier caso más cómodas que las de
arar la tierra o poner ladrillos subidos a un andamio.
No les hagas por lo tanto
demasiado caso, Maruja. Sigue siendo la persona sencilla que eres y diviértete
a tu manera. Huye de lenguajes demasiados retorcidos o alambicados, pues te
confesaré que al oírte se te entiende todo perfectamente aunque, eso sí,
recuerda que cuando estés comiendo no debes hablar. Te lo que te dije en mi
primera carta, y tus vecinos de mesa te lo agradecerán. Bien, pues hoy no se me
ocurren otros asuntos con los que entretenerte, y mira que lo siento, pues sé
que en el fondo eres una mujer que ama la compañía y el puro hecho de que la
hagan caso, lo que como verás yo me tomo muy en serio. Supongo que un día de
estos, como hacías cuando yo era un crío, te darás un buen paseo por los
alrededores de la playa monte arriba, desde
donde se pueden ver unos paisajes maravillosos. Te diría que en esos
momentos que tanto se prestan a la contemplación poética (el mar en el
horizonte, la brisa trepando por los acantilados, el olor a menta y albahaca en
el campo), te diría, insisto, que no te olvides de las vacas. Están allí ajenas
muchas de ellas a un futuro ingrato, dado su carácter pacífico y hasta maternal.
Míralas de cerca a los ojos y trata de captar en ellas un atisbo del ser, como
antes te dije, que no constituyéndolas, de alguna manera alienta dentro de ellas.
Son casi humanas y representan la imagen bucólica de un tiempo que deberíamos
recuperar para llegar a ser nosotros mismos. Y me detengo aquí con la certeza
de que el día de hoy nos ha resultado a ambos muy provechoso. Mu.
No hay comentarios:
Publicar un comentario