Me dicen que soy demasiado viejo para recordar,que el recuerdo no es
sino una fantasía que uno cree haber vivido.Y que la fantasía es cosa de
jóvenes,y que por lo tanto lo mío solo es un desvarío.La vida es
suficientemente larga y dura para que al echar la vista atrás,creamos
percibir lo que en el fondo sólo imaginamos.Eso me dicen.Nos parece que
una vez nos sucedió tal cosa y que otra vez nos sucedió tal otra,pero
rara vez lo que evocamos coincide con lo que realmente pasó,si es que
pasó algo.Forjamos en nuestra cabeza,dicen,mundos que probablemente no
existieron,y si lo han hecho fue de forma bastante diferente a como nos
parece.Rara vez un recuerdo propio resiste la comparación con el de
alguien que vivió una situación objetivamente similar.Y,en ocasiones,ni
siquiera se trata de matices.¡Cuántas veces nos cuentan acontecimientos
personales que no recordamos en absoluto ó vemos la cara de perplejidad
del otro totalmente ajeno a lo que acabamos de decirle de sí mismo!.
Hablaba
el otro día con alguien-¿lo habré soñado?-,a quién trataba de recordar
aquellas tardes de verano,en las que,siendo aún niños,nos perdíamos
entre los juncos a la orilla del río pescando y persiguiendo a los
patos.Recuerdo con toda claridad aquél recodo en el que el río dibuja
una ballesta y se aleja.Era allí donde jugábamos entre los cañaverales
con otros amigos,aún puedo percibir el olor húmedo y acre del barro en
el que nos encharcábamos,las carreras agitadas persiguiendonos,los
gritos,las peleas.
Pero todo en balde.Para él,el río nunca
exitió.No recuerda las aguas agitadas un poco más arriba,de las que le
hablo,precipitándose hacia el valle,dónde pescábamos truchas los fines
de semana,acompañando a mi padre.Es inútil,lo niega ,y me hace pensar si
no habré urdido esta historia en mi mente porque me parece algo bello
que debía haberme sucedido,pero que no sucedió.Y me asusto,pues si no
soy quien pienso ¿quién este pobre viejo que mira por la ventana el sol
que declina?.Pero lo recuerdo tan vívidamente que me cuesta trabajo
creer que todo es mentira,como él me dice,que solo se trata de un
invento mío para acompañarme en los momentos de soledad,ahora que somos
tan mayores.No quiero creerle pero no tengo la posibilidad de
verificarlo por terceros en mi situación, y estando tan lejos.No puede
ser falso el recuerdo preciso de la caña,el sedal,la lombriz,la mosca,el
aparejo,la cesta de mimbre.¡Fantasías! dice él,y se aleja con gesto
preocupado por el pasillo de la Residencia,meneando la cabeza,y
perdiéndose en el contraluz del salón del fondo,a dónde se dirige cada
tarde a estas horas para ver la televisión,un viejo aparato destartalado
en el que las Hermanas nos dejan ver telenovelas y documentales.Nada de
información,dicen,que solo cuentan falsedades.
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