La transitoriedad de sus decisiones alumbraba unos
decretos-ley trufados de un espíritu emparentado con la duda metódica de
Descartes.
Vuelve con tus padres, hijo bien amado, los que
nunca dejarán de amarte y siempre te considerarán como el fruto colmado de sus
noches más locas.
Baja las escaleras pudiendo utilizar el ascensor,
y tal cosa hace evidente su necesidad de hacer ejercicio para estar en forma o
de romperse la crisma, todo sea dicho, viniendo desde la décima planta y siendo
poliomielítico.
Más tarde todo se desarrolló como estaba previsto,
pues sus actividades se atienen a un protocolo establecido en la corteza
frontal de su encéfalo y las subsiguientes conexiones neuronales hasta llegar
al cerebelo.
Ven, Carlitos, no te alejes de mamá. Ella sin ti
no sabría caminar como es debido, y tampoco tiene claro que sin tu apoyo y
vigilancia constantes, no llegara a perder los papeles y a organizar la de Dios
es Cristo.
Al atardecer, y más precisamente en el preciso
momento en que el astro rey se ocultaba definitivamente y los últimos destellos
de sus luz se hacían visibles en el horizonte, Lorenzo se sentía alcanzado por
un agudo sentimiento de melancolía, y aullaba desgarradoramente como el
auténtico lobo que decía ser.
Le digo a usted que no necesito para nada los
cubiertos, pues suelo comer con las manos. Eso a usted debería tenerle sin
cuidado, aunque eso sí, le ruego que en lugar de una servilleta me acerque una
toalla de buen tamaño y una palangana con agua.
Dices que después de todo el problema consiste en
las serpientes, aunque matices poco después que no son venenosas. Que aunque no
lo parezca están en todos lados y se multiplican insidiosamente. Puedes tener
razón, no lo dudo, pero no me alivia que añadas que podría ser mucho peor si se
tratara de los dragones de Comodo.
Los esqueletos tienen su propia vida en el
camposanto como es de todo bien sabido aunque guarden un silencio hipócrita
imaginando que deberían estar en el cielo. Juegan a las tabas, como es natural,
y a otros juegos de azar bajo sus sepulturas, y los más díscolos encienden
fósforos y hacen hogueras. E incluso en los días más señalados organizan
verbenas y fuegos artificiales.
La pareja cogidos de las manos se aleja por la
alameda componiendo una estampa romántica sin par, que es la envidia de los
demás viandantes que se cruzan con ella. Los más perspicaces, sin embargo,
tienen sus dudas, pues han creído percibir que soterradamente cada cierto
número de pasos se lanzan reproches y se zahieren sin piedad. E incluso llegan
a darse punterazos en los tobillos.
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