viernes, 28 de noviembre de 2014

TELÉFONOS

Dentro del paquete de medidas que el gobierno piensa adoptar para ahorro de ondas electromagnéticas, se incluye la utilización restringida de los teléfonos móviles. Al parecer, ha acabado confirmándose que el número disponible de las mismas no es infinito, como se suponía, sino equiparable al volumen de combustibles fósiles en nuestro planeta, por poner un ejemplo comprensible para todo el mundo. De entrada, quedará prohibido su utilización a bordo de cualquier tipo de semoviente, especialmente los coches. De esta manera se volverán a instalar los teléfonos habituales en las zonas de servicios de las carreteras. Quedarán, por lo tanto, prohibidos también los “manos libres” o bluetooths, de los que tanto disfrutaban los pasajeros en los trayectos de larga distancias, y especialmente durante los atascos de fin de semana, que los hacían más soportables. Con esta medida, el gobierno intenta que el progreso no suponga una huida hacia adelante, que nos podría llevar a la catástrofe. El sol, que está en el origen de cualquier tipo de energía, está dando los primeros síntomas de agotamiento, y en lo que se pueda, los seres humanos no deben colaborar a que tal hecho se acelere. Lo más preocupante, y lo que ha puesto en situación de alerta a la corporación científica, es la merma en número e intensidad de las eyecciones solares, que suele ser un síntoma claro del estado interior de nuestra estrella. Por otro lado, el color de las mismas está virando peligrosamente hacia el rojo, lo que solo podría significar dos cosas: que el sol se está alejando o que la temperatura de dichas eyecciones esté disminuyendo. Como resulta evidente que el sol sigue donde estaba, les ha resultado fácil deducir que se trata de lo segundo, algo gravísimo para que todo siga igual en el sistema solar, como viene aconteciendo en los últimos cuatro mil quinientos millones de años (aproximadamente). Si esto fuera así, las glaciaciones que se han sucedido en nuestro planeta a través de su historia, serían cosa de risa. Ni siquiera los pingüinos o el oso polar tendrían la menor oportunidad de sobrevivir. O, como en lenguaje popular afirma Artemio Santesmases, astrofísico de sistema de telescopios del Roque de los Muchachos en la isla de la Palma: apaga y vámonos.

La solución no es sencilla, y aunque después e los primeros cálculos matemáticos, el hecho mencionado, no influiría en La Tierra hasta dentro de unos tres mil millones de años, el gobierno quiere ser previsor, y que las generaciones venideras sean conscientes de que tiempo atrás el gobierno de la nación ya velaba por sus intereses. Es cierto, añade el ministro de Medio Ambiente, que los eones hacen variar con frecuencia la percepción de la realidad, pero quiere que su iniciativa suponga un paso adelante para la conservación del Sistema Solar, tal como nos fue legado por nuestros antepasados. “En ese tiempo es también posible, afirma, que la tectónica de placas haya hecho variar notablemente la estructura y forma de las tierras emergidas, pero en cualquiera de los casos, siempre será distinguible desde el cosmos, la inmarcesible bandera de nuestra patria” afirmó con rotundidad. Su intervención en el Congreso de los Diputados, seguida de inmediato por la del presidente del gobierno, fue acogida con una gran ovación, a la que se sumaron todos los partidos con representación en la Cámara, a excepción, como no podía ser menos, de los representantes de Podemos, que echando mano de su periclitada ideología comunista sentenció “a esas alturas todos calvos”.

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