miércoles, 26 de diciembre de 2018

DECANTACIONES

Que seamos en cierta medida incompatibles, no creo que sea, en mi opinión, claro está, una objeción definitiva con el hecho de intentar acercar posiciones o llegar a ciertas conclusiones. Nos producimos, haciendo mías tus palabras de  anoche, un rechazo mutuo que va más allá de nuestras voluntades. Se trata de algo visceral que provoca en nuestras feromonas desacuerdos instantáneos ante lo que poco podemos hacer,  siendo como somos no solo contingentes, sino cuerpos sólidos que deben atenerse a las leyes de la Físiología A pesar de todo, si te parece, y aún sigues leyéndome, podríamos intentar una aproximación escalonada, que no ponga de inmediato a la defensiva a nuestros sistemas autoinmunes ni haga peligrar nuestra integridad física. Para ello, estarás de acuerdo conmigo en que,  cuando nos veamos, deberíamos guardar como mínimo,  una distancia de seguridad entre nosotros, de manera que ningún tipo de actividad propia repercuta de inmediato en el otro. Pongamos veinte metros, distancia suficiente para que cualquier vibración, efluvio ó flujos energéticos de cualquier índole de uno no alcancen al otro,  originando el consabido mecanismo de acción-reacción que induzca una fuga inmediata. Situados a tal distancia, que por mor de la educación, podríamos llamar “de cortesía”, intentaremos decirnos por riguroso turno,  que alguien imparcial habrá fijado, lo que nos resulta insoportable, hiriente ó simplemente poco agradable del otro. Para ello habremos fijado de antemano un protocolo secuenciado de nuestras intervencies, en el que quede perfectamente claro nuestro modo de relacionarnos para evitar abandonos prematuros. Contaremos para ello con nuestra buena voluntad, pues el simple hecho de que a estas alturas de nuestra relación aún intercambiemos pareceres, es prueba evidente de un deseo, aunque sea tenue y recóndito, de seguir haciéndolo. Esta normativa deberá fijar (sabes que siempre me refiero a mi opinión), ciertos detalles previos al intercambio verbal de nuestros puntos de vista. Por ejemplo, y sin querer ser exhaustivo: una forma de vestir e impedimenta de apoyo que se nos ocurra, un acicalamiento que no origine un rechazo fulminante, y unos ademanes y gestualización que, me atrevo en este punto a ser firme, no deben ser excesivos, sino comedidos y discretos. Asimismo se me ocurre que el color de la vestimenta no debería abusar, aunque aquí me siento más transigente, de los ocres,  pasteles o grises,  y finalmente, un tono de voz agradable próximo al barítono y lejos de las estridencias del tenor  y el oscurantismo del bajo, suponiendo que ambos fuéramos varones. En una mujer, como es el caso, creo que el tono de una contralto sería lo más adecuado. Me parecería bien que tu añadieses lo que, desde tu punto de vista, sean requisitos ineludibles para el acercamiento que te propongo, pues ya ves que, por mi parte, me he atrevido a adelantarte algunos de los míos, que sin embargo reconsideraría, si tal cosa contribuyera a un mejor entendimiento. Espero tu respuesta con verdadero interés, pues aunque no sea del todo razonable este afán de  seguir en contacto con alguien que,  en principio,  provoca una sensación casi insuperable de disgusto, creo que nuestro empeño por entendernos mínimamente, podrá constituir en adelante un ejemplo palmario del espíritu de superación del homo sapiens sapiens. Quién sabe si en un futuro no tan lejano, nuestra lucha denodada por comprendernos, constituirá un hito imperecedero en el entendimiento de las naciones y los pueblos. Decantémonos, pues, por lo menos obvio, y demos al otro la oportunidad de  que su mera existencia no sea una ofensa insoportable.

No hay comentarios:

Publicar un comentario