Habla con los objetos inanimados. En general les
dice cosas agradables e incluso muy agradables que a cualquiera de los que no
lo somos también nos gustaría que nos dijera. Pero no siempre es , y cuando hay
que soltarles cuatro frescas se las suelta sin problemas. El otro día sin ir
más lejos cuando se estaba peinando y percibió que el peine no cumplía su
cometido como era debido, le puso de chupa de dómine. Qué si tanto nácar, qué
si tantas púas para qué, si luego era incapaz de ponerle los pelos en su sitio.
El hecho de que sea prácticamente calvo y tal cosa sea imposible le tiene sin
cuidado.
Anda y sonríe. O para decirlo con más exactitud,
cuando anda siempre sonríe. Al parecer se ve forzada a ello por un impulso que
no puede controlar, y en cierta ocasión que le preguntaron el motivo, contestó
que tal cosa era consustancial con ella, o lo que es lo mismo, que no puede
andar sin sonreír. Sin embargo, lo contrario no sucede y puede perfectamente
sonreír cuando está sentada en el sofá o en el sillón. De todas formas los más
allegados y sus amistades próximas afirman que siendo cierto lo anterior,
también lo es que cuando sonríe estando en posición sedentaria, se ve obligada
a realizar alguna de las actividades siguientes. Primera, empieza a hablar torrencialmente
sobre la belleza del movimiento continuo o segunda, mueve agitadamente
cualquiera de ambas piernas como si en cualquier momento fuera a levantarse y
echarse a andar.
Emeterio duerme la siesta con frecuencia pero de
forma irregular. No puede hablarse de una periodicidad definida. Es por lo tanto según él una
necesidad aleatoria, que lo mismo hoy sí y mañana también que a partir del día
siguiente, cinco seguidos no la duerme. Claro que la verdad es que hasta este
momento nadie sabe a ciencia cierta si Emeterio efectivamente duerme la siesta
o solo dice que se va a dormirla, pues nadie ha comprobado que una vez en su
cuarto efectivamente la esté durmiendo. De hecho, cada vez son más los que
dudan porque con frecuencia cuando debería estar haciéndolo, detrás de su
puerta se oyen unos ruidos muy extraños incompatibles con el sueño y que para
nada se trata de ronquidos. Emeterio tiene un carácter fuerte, y en su familia
que es la más interesada nadie se atreve a entrar en su habitación sin previo aviso.
Podría estar haciendo cualquier otra cosa y molestarse. Podría, por ejemplo
estar leyendo, practicando yoga o haciendo papiroflexia y se iba a poner como
un basilisco dado su mal carácter. Y no digamos nada si fuera sorprendido
masturbándose, algo después de todo no tan extraño, pues en los últimos tiempos
afirma que está perdiendo vista a pasos agigantados.
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