domingo, 9 de abril de 2017

REFERENCIAS



Miguel es un hombre entusiasmado por lo que él llama puntos de referencia. Cada día al levantarse se pregunta cual será el que le corresponda en tal fecha. Claro que antes de seguir adelante hay que decir que ya tiene definidos unos cuantos habituales sin los cuales su vida le resultaría mucho más vacía. Digamos su familia, sus amistades y dos o tres lugares que frecuenta habitualmente, entre ellos una casa de comidas cerca de la suya y un cine en donde se sumerge algunas tardes especialmente tediosas. Pero también es cierto que no se debe tomar lo anterior al pie de la letra, pues si algo no es Miguel es precisamente un entusiasta de la rutina. Estas referencias las considera como las normales en la mente de cualquier persona, más aún si como es su caso, se trata de un solitario que debe amueblar su vida si no quiere acabar cazando moscas como él mismo  asegura cuando habla con algunos de sus contados amigos íntimos, entre los cuales me cuento. Y debo puntualizar que no conozco a ningún otro.
Según lo dicho más arriba, Miguel afronta cada día como un reto y después del consabido desayuno en el bar mencionado, comienza una búsqueda que le tendrá entretenido durante buena parte de la mañana o del día según se cuadre. A  todo esto hay que añadir, aunque debe haber quedado claro por el contexto, que nuestro hombre es un jubilado que ya no tendrá que fichar obligatoriamente a la entrada del trabajo ni apresurarse con el coche  carretera adelante a primeras horas de la mañana para llegar a tiempo. Lo cierto, en cualquier caso, es que Miguel no se complica la vida y organiza su tiempo según lo expuesto de la forma que le resulte más sencilla. En general, no busca temas ni asuntos complejos ni tampoco se rompe la cabeza buscando situaciones o lugares extraños. Por poner unos ejemplos de sus primeros tiempos cuando le dio la ventolera, podemos decir que comenzó con los semáforos y pasos de cebra inmediatos a su domicilio, de los que de enseguida quiso enterarse de las normas que los regulaban así como su funcionamiento, estructura y materiales de los que estaban compuestos. En el caso de los semáforos la situación era bastante complicada, pues no solo debía enterarse del material de los que estaban hechos los postes y el vidrio de las luces, sino de los fundamentos de la electricidad, el espectro luminoso y los principios básicos de la física, o lo que es lo mismo: los rudimentos de las teorías de Faraday, Maxwell y Newton. De los pasos de cebra, siendo el asunto como todos comprenderán mucho más simple, recabó información del origen de tal denominación (las rayas de los cuadrúpedos de la sabana en poco se parecen a las de dichos pasos), y se enteró del tipo de pintura empleada teniendo en cuenta que no debía borrarse con el paso de miles vehículos y peatones ni con las inclemencias del tiempo durante mucho tiempo.
Para inspirarse y encontrar referencias, sigue normalmente determinados itinerarios que como norma se fija antes de salir de casa, aunque en algunas ocasiones le gusta vagabundear al albur de lo que le vaya saliendo al paso, e incluso en determinadas ocasiones, llega a utilizar el metro o el autobús para llegar a destinos muy alejados. En concreto durante casi medio año, decidió trasladarse a los barrios periféricos de la capital en los que su inspiración le hacía elegir temas muy diferentes de los habituales.  En las zonas industriales de los alrededores solía considerar primordialmente los aspectos sociales de la población, y en las zonas más deprimidas llegó a estudiar con cierto detalle los movimientos obreros y en concreto la revolución rusa de 1917. Sorprendentemente en estos lugares se dedicó principalmente a evaluar los menús de los restaurantes baratos y de medio pelo tan abundantes por allí, considerando si  sus calorías, hidratos de carbono y proteínas eran las adecuadas para el proletariado del siglo XXI, y si en resumidas cuentas el asesinato de los Romanov había merecido la pena. Su impresión general al respecto es más bien pesimista, teniendo en cuenta que pronto la inmensa mayoría de sus puestos de trabajo serán ocupados por robots con un gasto mínimo de electricidad en relación con sus salarios, y sin tener que engullir la detestable comida de aquellos baruchos que no baja de los ocho euros. 
En los días que se siente especialmente inspirado aborda a la gente por la calle e intenta entablar una conversación sobre el primer asunto que se le venga a la cabeza. Ni que decir tiene que una buena parte de los interpelados le toman por chiflado y se alejan a buen paso, pero otros sorprendidos agradablemente por su presencia y buenas maneras, aceptan el abordaje y durante un buen rato intercambian con Miguel el asunto que éste acaba proponiéndoles. Desgraciadamente no saben que todas sus conversaciones convergen en temas que a la gente normal le suelen tener sin cuidado, pues indefectiblemente Miguel termina soltándoles un panegírico sobre le belleza e inmensidad del universo así como la importancia que a su parecer tuvieron a ese respecto los filósofos sofistas y presocráticos de la antigua Grecia. Sin embargo, no se puede ignorar, que nuestro hombre padece de vez en cuando episodios depresivos que le impiden salir de casa, en donde le resulta más complicado encontrar nuevas referencias que le estimulen a seguir viviendo con el afán que aún se le supone a un ser humano con varios años por delante, si debemos hacer caso a la edad media de vida de los varones de este país. Haciendo un esfuerzo supremo, acaba echando mano de los libros y discos que ha ido coleccionando a lo largo de su existencia, y que sobreviven a algunos ataques de pirómano que ha sufrido en algunas de sus etapas maníacas. De los libros hace pequeños resúmenes después de leer algunas páginas si es que no los había leído antes, y con los discos se sumerge en una melancolía morbosa recordando algunos momentos buenos de su vida. Su infancia y primera juventud, el primer amor, el matrimonio, sus hijos. En resumidas cuentas el tiempo en el que aún no tenía que buscar referencias nuevas cada día para seguir viviendo.

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