viernes, 21 de abril de 2017

BOLTARIZACIONES/MIX

La vertebración de los gusanos acomplejó a los caracoles.

Espero que no suceda lo que sin embargo.

La decantación de los brioches balcanizó a los cruasanes.

Es posible pero quizás luego.

Amén objetó el monaguillo excomulgado.

El atoramiento de las cañerías cauterizó los desagües.

Amor para siempre nunca.

La piedad del peregrino urbanizó los senderos.

Siempre estarás ahí salvo tu ausencia.

Ámame por fin al tiempo que me ignoras.

La intensidad del meteoro desveló las azoteas.

La vanidad de los tucanes estimula a los pinzones.

El darwinismo de pi incrementó las magnitudes.

Nunca elijas el camino que ni por esas.

La venganza de los humillados desató las cirugías.

Llegará por fin un día cuajado de llegadas.

La urbanización del sotobosque desterró a las avutardas.

Avanzan las falanges pero no los dedos.

¿Qué tengo yo que mi amistad López no curas?

La viscosidad de los pulpos acompleja a los estólidos.

La indiferencia de los jueces adereza las sentencias.

La veneración de los fieles embaraza a las vírgenes.

La decantación de pareceres estipula a los betunes.

La licitación del concurso decolora a los batracios.

El gorjeo de los pájaros desconcierta a los lechones.

La ventosidad de las féculas desata los huracanes.

La violencia del tsunami enardece a los surfistas.

Llegó pero no vio ciego de alcoholes. La victoria fue posible sin embargo por ardides relacionadas con los cuatro puntos cardinales, los quásares y los agujeros negros.

La música del Romanticismo adormece a las placentas

La sonrisa del bebé fomenta los embarazos.

Me levanto y ando. Apenas sueño.

La lentitud del eremita lo hiberna.

La rigidez sí, dijo, pero no el cadáver.

Su piel de lija sin seda cocodrilo tiburón.

Platón sí, pero ni venganza ni frío.

El horror sin acento de las oropendolas.

Ven pues donde por fin eso.

Las premisas ateas dijo Aristóteles.















jueves, 20 de abril de 2017

BOLTARIZACIONES

UNO

La transistorización de los paramentos vulcanizó los bolardos.
La desecación del tegumento urbanizó los cartílagos.
La mesmerización de los viandantes momificó las avenidas.
El protocolo de los eventos entusiasmó a los aristócratas.
La hospitalización de los tullidos obcecó a las bicicletas.
La vertebración de las propuestas ideologizó a los albañiles.
La pormenorización de excusas atormentó a los capuchinos.
La manifestación de los menesterosos ofuscó a las marquesas.
La digitalización de los informes paralizó a los amanuenses.
La proliferación de otrosíes alienó a los notarios.
La velocidad de sus exordios ultrajó a las audiencias.
La proliferación de mimosas ubicó a las primaveras.
La certeza de los noes disparó los asertos.
La supresión de catálogos repobló los cementerios.




DOS

Vengo pero no voy acaso sí.
Ya después la exposición eso.
Cierto no es pero tampoco.
No acá ni allá ni quizás sí.
Pienso luego existo nunca jamás.
Valga pues adverbio de modo
Ni siquiera para eso sí lo allí.
Sus ojos dos ascuas pero carbón solo.
Levantad la mirada llueve acaso.
Corazón henchido de sí mismo otro.
Lo demás es silencio acaso voces.
Termina ya es hora de no sé.
Pienso luego Descartes dijo.
Vini vidi imposible vencer jamás.
Mañana será día no otro.
Poco a poco Paco.
Perdona mi enajenación no transitoria.
Por estas que son luces bueno eso.
Sabes mi amor el odio acumulado.
Cállate. Sé por fin el mudo que habitas.
Se levanta y dice noche.
No hurgues en la herida no hurgada.
Sé por fin quien sabe donde.
Uno dos tropecientos apenas

miércoles, 19 de abril de 2017

TÓPICOS



Me despierto en plena noche y tengo un pleonasmo. Me siento tan lleno de mí mismo que debo ducharme con agua fría de inmediato para reducirme a unos valores discretos que me reconcilien con mi ser interior y me hagan ser quien fui ayer a las veintitrés treinta cuando si no recuerdo mal me acosté.

Despertarse por la noche en cualquier caso es lo natural, dado que como norma durante el día no se duerme a no ser en España, donde los señores con posibles lo hacen  frecuentemente  después e comer para reposar sus flatulencias. Los obreros no duermen la siesta, que es como se llama a lo anterior, pues si tal cosa sucediera los edificios en construcción se vendrían abajo como consecuencia de la huelga de plomadas y niveles. O en cualquier caso, quedarían muy malamente. Eso estaría muy mal visto y haría intervenir a los guardias a caballo para que los albañiles volvieran al tajo.

Por la noche uno no debe observar con demasiado detalle la oscuridad al otro lado de las ventanas ni detenerse en exceso en considerar el silencio que suele imperar en esos momentos. Tales cosas podría con toda probabilidad convertirse en una obsesión y a esas horas los psiquiatras y los alienistas también tienen derecho al reposo, y no es cuestión de despertarlos intempestivamente y convertirles también en pacientes de sí mismos.

Ayer por la tarde era Rafael Gómez Pontijos, pero hoy a las tres cuarenta de la noche me desperté intempestivamente y le comuniqué a mi esposa que yacía a mi lado, que en realidad me llamaba Antonino Arquímedes o Nicereto Revuelta, que eso lo tenía claro, pero en ningún caso Rafael etcétera. Mi esposa me contestó que no debía preocuparme por, pues las noches son lo más indicado para las mutaciones fulminantes, y que si no me lo creía que se lo preguntase a Francisco Kafka. Al parecer el viaje en tren a Checoslovaquia es posible con cierta paciencia “y lo que es mejor, hay aviones a diario. Además, Praga, la capital, es muy bonita aunque algo cursi, por cierto”, añadió. Y nos quedamos dormidos de inmediato.


Me miro la piel a las 3.25 de la noche y a las 6.15 de la madrugada, y observo que el tiempo no pasa en vano, pues en las axilas y las ingles y en general allí donde se dé un pliegue por mínimo que sea, han ocurrido determinados fenómenos que no es este el lugar para precisar pues haría la narración excesivamente prolija. Sí se puede apuntar, no obstante, que son acontecimientos relacionados con fenómenos de la emergencia y las estructuras disipativas, lo que hace a la zona interesada más barroca y apta para cambios que no sé adonde me podrían llevar. En cualquier caso, extiendo sobre mi cuerpo una gruesa capa de crema hidratante de aloe vera, esperando que pueda detener el proceso en curso. Al amanecer puedo contemplar mi cuerpo en el espejo del techo como un sudario, lo que si en principio me espanta creyendo que estoy a un paso de la momificación, poco después me anima pensando que quizás soy alguien que en cuestión de días puede volverse “trending topic” .

sábado, 15 de abril de 2017

SIESTAS



Habla con los objetos inanimados. En general les dice cosas agradables e incluso muy agradables que a cualquiera de los que no lo somos también nos gustaría que nos dijera. Pero no siempre es , y cuando hay que soltarles cuatro frescas se las suelta sin problemas. El otro día sin ir más lejos cuando se estaba peinando y percibió que el peine no cumplía su cometido como era debido, le puso de chupa de dómine. Qué si tanto nácar, qué si tantas púas para qué, si luego era incapaz de ponerle los pelos en su sitio. El hecho de que sea prácticamente calvo y tal cosa sea imposible le tiene sin cuidado.

Anda y sonríe. O para decirlo con más exactitud, cuando anda siempre sonríe. Al parecer se ve forzada a ello por un impulso que no puede controlar, y en cierta ocasión que le preguntaron el motivo, contestó que tal cosa era consustancial con ella, o lo que es lo mismo, que no puede andar sin sonreír. Sin embargo, lo contrario no sucede y puede perfectamente sonreír cuando está sentada en el sofá o en el sillón. De todas formas los más allegados y sus amistades próximas afirman que siendo cierto lo anterior, también lo es que cuando sonríe estando en posición sedentaria, se ve obligada a realizar alguna de las actividades siguientes. Primera, empieza a hablar torrencialmente sobre la belleza del movimiento continuo o segunda, mueve agitadamente cualquiera de ambas piernas como si en cualquier momento fuera a levantarse y echarse a andar.

Emeterio duerme la siesta con frecuencia pero de forma irregular. No puede hablarse de una periodicidad  definida. Es por lo tanto según él una necesidad aleatoria, que lo mismo hoy sí y mañana también que a partir del día siguiente, cinco seguidos no la duerme. Claro que la verdad es que hasta este momento nadie sabe a ciencia cierta si Emeterio efectivamente duerme la siesta o solo dice que se va a dormirla, pues nadie ha comprobado que una vez en su cuarto efectivamente la esté durmiendo. De hecho, cada vez son más los que dudan porque con frecuencia cuando debería estar haciéndolo, detrás de su puerta se oyen unos ruidos muy extraños incompatibles con el sueño y que para nada se trata de ronquidos. Emeterio tiene un carácter fuerte, y en su familia que es la más interesada nadie se atreve a entrar en su habitación sin previo aviso. Podría estar haciendo cualquier otra cosa y molestarse. Podría, por ejemplo estar leyendo, practicando yoga o haciendo papiroflexia y se iba a poner como un basilisco dado su mal carácter. Y no digamos nada si fuera sorprendido masturbándose, algo después de todo no tan extraño, pues en los últimos tiempos afirma que está perdiendo vista a pasos agigantados.

LUZ DIVINA



Desde que dejó de ser niña Luz Divina se consideró solo un cuerpo. Recuerda que hasta entonces ella era sobre todo otra cosa. Ideas, pensamientos, sensaciones, pero desde que le bajó la regla y su mamá le dijo que ya era una mujer, Luz Divina insiste en que se convirtió solo en un cuerpo. Ella dice que es difícil de explicar, pero que era así. A veces para que la entiendan señala a los chuchos con los que se cruza por la calle y dice “Están, ahí, hacen sus cosas y ya está. Eso es todo. Pues así me sentía yo”. No es fácil entenderla aunque dé la impresión de que trata de decir que dentro de ella, en su cabeza no había nada más. Que no pensaba en absoluto, como se dijo más arriba y que solo se guiaba por las sensaciones de su cuerpo. Si el cuerpo le decía que sintiese tal cosa no podía hacer nada para evitarlo. Posiblemente quiere dar a entender a quienes se interesan en ella que tenía una mente muy simple incapaz de elucubraciones complicadas y no digamos nada de pensamientos abstractos. Y sin duda fue por eso por lo que no pudo terminar el bachillerato.
     Algunos pensaban que estaba loca y sus padres acabaron llevándola al médico que lo único que pudo decirles es que Luz Divina era una chica muy elemental: “con cierto retraso” fueron las palabras justas. Pero nada excesivamente grave en resumidas cuentas. De hecho, aunque corta de palabras jamás decía una tontería chocante. A los dieciséis años la mandaron a servir a una casa de unos señores importantes en la ciudad. Allí estaría bien y al menos tendría asegurado un techo y la manutención. Sus padres la iban a ver de tiempo en tiempo y nunca tuvieron la menor queja de ella que, al parecer, se portaba muy bien y realizaba las faenas de la casa a la perfección. Pero inopinadamente, pasados poco más de dos años, recibieron el aviso de que luz Divina había desaparecido de la noche a la mañana sin dar explicaciones y no había manera de dar con ella. Alarmados, como es natural, sus padres se trasladaron a la capital para investigar, pero lo cierto es que la policía pronto dejó de interesarse porque ya era mayor de edad y estaba claro, en su opinión, que se había ido voluntariamente.
        Lo cierto, sin embargo, según luego se ha sabido, es que Luz Divina se había trasladado a la capital del país y se había instalado en el barrio chino. Poco antes se había casado bajo un nombre falso con un tipo rico que la mantenía y cuidaba. No obstante, con independencia de tal cosa,  ella también ganaba su dinerito recibiendo a algunas conocidos de su marido. Trabajaba en su propio domicilio y disfrutaba de una clientela selecta. Al parecer se había corrido la voz de que aquella mujer en la cama era una maravilla, pues como no pensaba nada en absoluto, abandonaba su cuerpo a los clientes con total desinhibición, sin remilgos ni cortapisas de ningún género. Su protector, que recibía a las visitas como si se tratara de la consulta de un médico o un gabinete de abogados de prestigio, dosificaba sus encuentros para mantenerla en forma y que el negocio no se fuera al garete.
     Cabe decir para terminar esta breve historia que si el paso de la niñez a la juventud de Luz Divina había supuesto una pérdida dolorosa, poco después significó un hallazgo salvador, pues pudo mantenerse en el gremio durante muchos años a pleno rendimiento. Y finalmente, apenas pasados los cuarenta, pudo deshacerse de su marido e instalarse por su cuenta montando su propio negocio sin tener que emplearse personalmente, salvo con las autoridades y capitostes con los que era conveniente tener buenas relaciones. Pudo a partir de entonces llevar una vida acomodada en la que de nuevo fue capaz de pensar y tomar las riendas de su vida y hacer otra algo más que satisfacer a los hombres. En concreto en temporada baja pudo viajar a voluntad y conocer mucho mundo. Cuando se decidió finalmente a visitar a sus padres, justificó su ausencia explicando que había sido raptada en primera instancia por los tupamaros viviendo algunos años en Argentina, para caer luego en manos de la guerrilla colombiana, dedicándose durante cierto tiempo al trapicheo de coca, y siendo una de las favoritas de Pablo Escobar. Afortunadamente sus padres no se enteraron de nada, afectados hacía tiempo de un alzheimer galopante.

1905



Me despierto a las cinco de la mañana con un ataque de risa. Y lo sorprendente no es eso, sino que no recuerdo haber estado soñando con nada. Es por lo tanto una risa en estado puro que no remite sino a sí misma. Una risa que podría ponerse caso de haber sido grabada, como acompañamiento en una película muda de los años veinte del siglo pasado, por decir algo con cierto sentido. No es además una risa estentórea o desquiciada, se trata más bien de una risa razonable que podría corresponderse con una situación bien trabada, un gag con la espontaneidad de los gags pasados por una charla de cine forum. Para que se me entienda: una risa casi inteligente.
    De la risa paso al sobresalto a una velocidad aproximada a c, que todo el mundo conoce dado que Einstein es Einstein, aunque ya pasaran años desde 1905, el año prodigioso, cuando c dio el salto a la fama, como también sabe mucha gente que no desconoce la teoría de la Relatividad, que de relativa no tiene nada. Y bien, con esas prisas decido abandonar la casa y por lo tanto el edificio, puesto que vivo en un bloque de apartamentos y lo mínimo sería quedarme en el rellano de la escalera. No me visto y bajo a la calle en pijama, total estamos a principios de verano y la temperatura en estos momentos no creo que baje de dieciocho grados, puestos a decir poco. Ayer el calor fue asfixiante. En tales circunstancias verme vestido de tal guisa no tendría ninguna importancia y nadie podría echarme en cara a donde voy con esa pinta.
    La calle como suponía sigue siendo una calle con aceras a ambos lados y doble sentido. Los árboles a su vez siguen siendo árboles perfectamente visibles pues el alumbrado funciona a pleno rendimiento, desimplicado el ayuntamiento del ahorro energético tan recomendado en nuestros días. La noche por lo tanto tiene poco de misteriosa a pesar de su fama que la hace apta para los relatos fantásticos y los asesinatos en serie. En cualquier caso, me paseo hacia arriba y hacia abajo durante un buen rato, y me acuerdo de mis vecinos que con toda seguridad se reparten entre Marbella, Benidorm y Gandía, abarrotadas ciudades dormitorio a estas horas con una humedad relativa próxima al 100% y una temperatura nunca inferior veinte grados en esta época, condiciones idóneas para el insomnio. Quien sabe si como yo, las multitudes que las habitan, y por tanto ellos mismos, se han echado también a la calle y las han convertido en una inmensa manifestación de zombis. La risa no se me ha ido del todo, especialmente en los momentos en los que giro para tomar la dirección contraria, en los que me ataca con especial virulencia a pesar de las características mencionadas más arriba. Una risa perfectamente razonable cargada de significados ocultos que quizás requiriera la colaboración de un semiólogo para desvelarlos, pero no son esas horas para tratar de encontrarlo. Entre otras cosas porque por esas fechas también estará en alguna de las bonitas e insoportables localidades mencionadas, y quien sabe si en la manifestación a la que se aludió.
Después de pasear durante más de una hora decido o mejor dicho algo en mi interior decide que ha llegado el momento de regresar a mi domicilio. Mi decisión no obedece a ningún razonamiento previo ni tampoco al hartazgo de girar en un carrusel sin ningún sentido, sino que como el sueño, solo responde a un impulso incontrolable y en ese sentido también es una decisión pura al cien por cien, desprovista de cualquier frivolidad momentánea o consecuencia de algún proceso argumentado a priori. Podría afirmarse que de hecho no es una decisión estrictamente mía sino de una instancia que me habita y desconozco. No sé si he sido capaz de explicar el acontecimiento. Mínimo, es cierto, pero cargado de unas resonancias que podrían llevarnos muy lejos. Entro en el portal del edificio y se me antoja comprobar si el ascensor funciona por lo que subo hasta el segundo piso y vuelvo a bajar a pie una vez verificado tal hecho. Ya abajo tomo impulso y subo de un tirón y a buen paso hasta el quinto donde vivo, aunque al pasar por el segundo no pueda evitar enternecerme recordando el alivio que supuso poco antes encontrarme en su rellano. Abro la puerta de casa con una decisión trufada de ciertas expectativas que soy incapaz de especificar y me meto en la cama sin mayores preámbulos. A continuación intento leer un libro de divulgación científica que trata del fenómeno de la emergencia por si pudiera aportarme alguna luz sobre lo sucedido esta noche, pero se me cae de las manos y me duermo profundamente. Al poco rato, sin embargo, vuelvo a despertarme, aunque esta vez solo urgido por las necesidades habituales de un varón maduro con problemas leves de próstata. Al volver del baño reposo la cabeza sobre dos almohadones en la cama y espero la llegada del Espiritu Santo o como mínimo de una voz que dé sentido a mi existencia. No sucede, pero poco antes de cerrar los ojos definitivamente vuelvo a recordar a mis vecinos de la costa, pero sobre todo a Aristóteles el Estagirita. Es absurdo, lo sé, pero no puedo evitar emocionarme y llorar desconsoladamente.

jueves, 13 de abril de 2017

ENREDADERAS



Tú nunca lo sabrás
Pasó ya el tiempo
De los abrazos y
De las despedidas.


Nacerá la tierra una vez más
Como todos los días
Y las criaturas como tú
Para mi dolor
De nuevo nacerán.


Roto,
el  corazón que te amó
Perdurará también y
Su desesperación crecerá
Como crecen las rosas
Y las enredaderas trepan.


Amar desesperada
Inútilmente.
Amar sin redención
Condenado a amar sin objetivo
Desde que tú no estás.


Vagar quién sabe adonde,
Perderme irremediablemente.
Castigado sin piedra
Como un Sísifo maldito.
Solo su corazón y el tuyo
Arrojados al abismo
Una vez más.


Desprenderme de ti
Poder un día olvidarte
Después de haberte amado.
Saber definitivamente
Que amar es un castigo
Y siempre lo será
Porque tú ya no estás
Porque tú ya no estás.


Saber sin embargo
Que he vivido
Al conocerte.
Morir ya no importa
Sabiendo que me esperas
Y yo te sigo amando.

miércoles, 12 de abril de 2017

GABINETES



La señorita Eudivigis era la Secretaria de un prestigioso gabinete de abogados de la capital desde el mismo día de su creación, allá por los cincuenta, o lo que es lo mismo, cuando el padre del actual presidente lo creó, y por lo tanto estaba vivo y en plenas facultades, cosa de la que hoy no podría decirse lo mismo, pues cada año se celebra un funeral en recuerdo del luctuoso aniversario de su fallecimiento, en el día en el que sin embargo todos tenían el íntimo convencimiento que don Antonio vio la faz del Señor. Algo después de todo no tan llamativo, considerando que el mencionado decía verla algunas noches antes de acostarse, especialmente desde el día en que se quedó viudo como consecuencia del óbito fulminante de su señora, doña Margarita, por razones poco claras.
     Andrés, hijo de D. Antonio, había mantenido a Eudivigis en su puesto más por compasión que por otra cosa, pues lo cierto es que no era la persona idónea ya que desconocía totalmente la nuevas tecnologías y podía confundir un ordenador con un microondas a poco que ese día estuviera un poco despistada. En cualquier caso, y eso lo mantenía el heredero para su fuero interno, la secretaria perpetua no solo había ocupado tal lugar en la organización del gabinete por su eficacia, sino porque fuera de horas atendía al ilustre letrado en otros quehaceres, de los que él pronto estuvo al corriente, una vez que se incorporó al mismo para hacer prácticas antes de terminar la carrera. Debe saberse a estas alturas del relato que doña Margarita, una señora de la alta sociedad madrileña, era sobre todo una mujer absolutamente chapada a la antigua, beata de misa y comunión diarias, rosario en familia y sabatinas, además de doncella de la Virgen de Atocha, con todo lo que eso supone. La vida íntima del matrimonio en el sentido que puede darse a esa palabra cuando se habla de asuntos de alcoba, era totalmente inexistente, y doña Margarita solo consintió tener relaciones con su marido para tener a sus hijos, lo que posiblemente fue la razón de que estos llegaran a catorce, seis chicas y ocho chicos, de los cuales el actual presidente era el mayor.
Quiso la desgracia o la fortuna, pues todo es cuestión de puntos de vista, que una tarde que Andrés tuvo que volver a última hora a la oficina para recoger unos papeles que había olvidado y que necesitaba revisar con urgencia, sorprendiera a su progenitor encerrado con Eudivigis en su despacho. Ocurrió que al ver encendida la luz del mismo cuando ya salía decidió entrar para apagarla, y se encontró con un cuadro que no ha podido desalojar de su cabeza a pesar de los años transcurridos. Don Antonio se encontraba de espaldas a la mesa de caoba con la bragueta abierta mientras Eudivigis se aplicaba sobre lo que es de imaginar con lo que en aquel momento consideró más devoción que entusiasmo, algo después de todo no tan de extrañar teniendo en cuenta que también era muy pía y que tal trabajo debía estar comprendido en la paga mensual que recibía puntualmente todos los días treinta de cada mes, excepción hecha de febrero, que era el veintisiete, para soslayar los años bisiestos. Como es natural, cerró la puerta como un rayo sin dar tiempo a que los actuantes reaccionaran, y lo que es más, sin que a continuación tomaran ninguna otra medida, pues antes de abandonar el piso aún tuvo tiempo de ver que la luz seguía encendida y no se oía ni un suspiro. Al alejarse del lugar camino de su domicilio, y por lo tanto del de su padre con quien vivía en compañía de seis hermanos, pensó que lo más lógico hubiera sido que don Antonio hubiera salido tras él para darle o pedirle alguna explicación, o incluso para disculparse, pero no fue así en absoluto. En cualquier caso, y a pesar de la impresión recibida, lo que más le extrañó entonces, y al paso de los años seguía extrañando, era la percepción que tuvo del aparato de su progenitor, que en absoluto parecía el normal en un varón adulto de origen caucásico, sino el de un aborigen africano, con todo lo que ello significa en la mentalidad popular, largo, grueso y sobre todo absolutamente negro. Negro como el betún.
Durante los días siguientes al de autos, D. Antonio permaneció sorprendentemente impertérrito, como si nada fuera de lo habitual hubiera sucedido, y lo más que se puede reseñar al respecto fue una somera advertencia que le hizo a la hora de la comida del día siguiente “al salir del gabinete cerciórate que dejas puerta bien cerrada”, lo que le dio a Andrés una cualidad  totalmente desconocida hasta ese momento de su padre, y era, por decir lo mínimo, que además de ser un letrado prestigioso, tenía una cara de cemento armado. En cuanto a Eudivigis cabe decir que a partir de aquel día adoptó una actitud de autosuficiencia que verdaderamente le humillaba, pero ante la que nada podía hacer dados los estrechos vínculos que parecían unirla a su progenitor. Al poco tiempo la situación pasó a formar parte del acervo de conocimientos que le eran rentables para formar parte del gabinete sin mayores problemas, y en cierta medida Andrés no pudo impedir que su mente considerara a la secretaria como una especie de segunda madre. Teniendo en cuenta tal hecho, lo único que le perturbó durante algunos meses fue que sintiendo al mismo tiempo hacia Eudivigis un deseo soterrado de que desempeñara para sí mismo las funciones que cumplía con su padre, tuvo que soportar un intenso complejo de Edipo, aunque afortunadamente nunca se le pasó por la cabeza mandarle al otro barrio, como en la archifamosa tragedia de Sófocles.

TRÍPTICO NOCTURNO - TRES



Me limpio el culo a diario, y usted también se lo limpia con la misma periodicidad (salvo estreñimiento) a pesar de que esta afirmación le moleste e incluso le subleve, acostumbrado como está a otras prosas aligeradas de semánticas escatológicas aunque en su casa sea fundamental el inodoro. Ya sé que estos temas le irritan y en su fuero interno los tiene constreñidos a la mínima expresión, un espacio infinitesimal, apenas un quark. No le gustan los feísmos ni ese tipo de literatura que parece regodearse con lo más sucio, vil o abyecto, pero el mundo es lo que es por mucho que nos empeñemos con la ropita de encajes y los cuentos de hadas. La escatología o tratado de los fines gozó en su primera acepción de muy buena fama de la mano digamos de Tomás, digamos de Agustín, en alusión a un paraíso prometido en la otra vida para quienes en esta se hubieran guiado bajo los preceptos de la Santa Madre Iglesia. O lo contrario, por cierto, el fuego eterno por no haberlos seguido para doncellas o varones malvados. O para los auténticos hijos de puta de los paganos o los herejes.
    Por cierto ¿quién redactó los diez mandamientos? Porque yo no me creo que le fueran revelados a Moisés en el Sinaí y directamente grabados sobre una piedra. Qué adelantos para la época, aunque debo de reconocer que Charlton Heston estuvo convincente desempeñando su papel en la célebre película de Cecil B. de Mille. Supongo más bien que fueran aquellos curas antiguos en un arrebato místico/escolástico quienes lo hicieron. Tendré que investigar, pero agradecería colaboraciones desinteresadas que quien sabe, podrían devolverme al recto camino. No matarás, por ejemplo, pero joder con las carnicerías subsiguientes que los bien pensantes han organizado a lo largo de la historia. Pregúnteselo a las brujas, a los cruzados y a la Santa Inquisición. Pero abandonemos aquí a la inquina, fruto indeseado de la envidia, fruto indeseado de la avaricia y a la larga, fruto indeseado de la lujuria, contra la cual se ha levantado en buena medida la institución a la que hacemos referencia.
    Llegados a este punto olvidemos todo lo anterior y como quedo dicho al inicio de estas inicuas líneas, procedamos a limpiarnos el culo de la mejor de las maneras posibles, con papel suave extra de doble capa. Con total desinhibición una vez aceptada la perentoriedad de tal acto llegado el momento, pero también con el recato de los eremitas en su exilio voluntario al fondo de su cueva o entre las breñas de los alrededores, evitando sin embargo la excesiva y lacerante modestia de las piedras o el papel de lija, que sin embargo podrían acercarnos al cielo. Hagamos finalmente de este hábito un punto de encuentro al que aludir en los momentos más distendidos de la comunidad. Después de todo, sin tal operación el mundo sería un lugar mucho más desagradable con independencia de que llevados por una inclinación personal procedamos con una u otra mano. A los efectos que interesan resulta de todo punto indiferente.

TRÍPTICO NOCTURNO - DOS



Ha pasado A pero también podría haber pasado B, al menos esa es tu opinión, en cuyo caso también podría decirse que ha pasado B aunque A también hubiera sido posible. O que A y B hubiesen podido pasar al mismo tiempo, como el gato de Schrödinger. No sé si tienes idea de física cuántica pero hoy en día con google no tendrás problemas en enterarte rápidamente. En cualquier caso A o B, por separado o al mismo tiempo, a ti te tienen sin cuidado. Lo tuyo es la acción y no las elucubraciones filosóficas o de cualquier otra índole. Es decir, el mundo está lleno de acontecimientos por encima de los entes y los seres (recuerda a Wittgenstein) y no debes entretenerte en pormenores, al menos esa es mi opinión. Mi opinión sobre la que supongo que sea la tuya quiero decir, y espero que quede suficientemente claro, pues en otro caso comenzarían las complicaciones.
    Vamos juntos o juntas, que no es éste el lugar para hacer consideraciones de género, y estarás conmigo en que es mucho mejor estar de acuerdo en los puntos de partida que hacerlo con disensiones a la larga de difícil resolución. Imagínate que al poco de echarnos a andar empezamos a divergir en nuestros puntos de vista que son algo así como el día y la noche o la luz y la oscuridad, que viene a ser lo mismo: esas dicotomías que tanto nos hacen sufrir. Debemos ser honestos el uno con el otro y con nosotros mismos. Con nuestro interior, ese lugar oculto a las miradas ajenas e incluso con frecuencia a la propia si estamos de acuerdo con Sigmund Freud, el sabio o no tan sabio de Viena. Llegado el caso, si nuestro desacuerdo se hace demasiado evidente,  podríamos cada cual por su cuenta pagarnos un psicoanálisis ortodoxo con la seguridad de que tras interpretar nuestros sueños y actos fallidos, llegaríamos a constituirnos como los seres arcangélicos de los que hablan todos los libros santos y todos los catecismos.

martes, 11 de abril de 2017

TRÍPTICO NOCTURNO - UNO



Afuera es de noche. Noche cerrada como la pez. Qué antigua la metáfora. No obstante, si no me crees, ponte en pié, levanta la persiana o descorre las cortinas. O ambas cosas si tu casa es una casa como Dios manda por estas latitudes. Y para ello no creo que se tengan que dar más explicaciones. De todas formas también es posible que al mirar hacia fuera la noche no te parezca tan noche. Noches blancas septentrionales que diría un geógrafo poco aficionado a la poesía. Una noche por lo tanto nada negra en tu opinión, acostumbrado como estás a tu propia oscuridad. Y no me refiero a tu piel, nada de todo eso, sino a la negrura de tu corazón si pudieras verlo. Si pudieras levantar tu blanca piel y asomarte a ese averno colmado de fogatas y volcanes. El fuego eterno del que nos hablaron de críos, qué crueldad, y aún hoy algunos nos aleccionan, está en tu interior. No abras por lo tanto la ventana: el infierno está contigo. En la tranquilidad con que te miras al espejo cada mañana y sonríes satisfecho al afeitarte o lavarte los dientes.  Estás contento contigo mismo, resulta evidente y además eso es algo que a nadie se le puede reprochar, aunque quizás sí hacer algunas matizaciones. Después de todo, la suma de las felicidades individuales haría un mundo más feliz lleno de colgates o licores del polo. Tú ya me entiendes o no me entiendes pues no sé hasta qué nivel llegan tus entendederas y perdóname si aquí soy un tanto sarcástico.
     Por favor, termina de peinarte y lánzate al mundo que más o menos negro te espera al pie de la escalera hayas bajado a pie o en el ascensor, que no soy quien para meterme en la libre utilización de cualquier método de transporte, y las piernas deben ser reconocidas como el más natural y práctico. Y gratis si no llevas prótesis por un ojo de la cara. Quizás subiste finalmente la persiana o hayas descorrido las cortinas o ambas cosas. O incluso a través de ella has saltado hacia la noche y proclamado la llegada de reino. De qué reino ya es otro cantar.

domingo, 9 de abril de 2017

REFERENCIAS



Miguel es un hombre entusiasmado por lo que él llama puntos de referencia. Cada día al levantarse se pregunta cual será el que le corresponda en tal fecha. Claro que antes de seguir adelante hay que decir que ya tiene definidos unos cuantos habituales sin los cuales su vida le resultaría mucho más vacía. Digamos su familia, sus amistades y dos o tres lugares que frecuenta habitualmente, entre ellos una casa de comidas cerca de la suya y un cine en donde se sumerge algunas tardes especialmente tediosas. Pero también es cierto que no se debe tomar lo anterior al pie de la letra, pues si algo no es Miguel es precisamente un entusiasta de la rutina. Estas referencias las considera como las normales en la mente de cualquier persona, más aún si como es su caso, se trata de un solitario que debe amueblar su vida si no quiere acabar cazando moscas como él mismo  asegura cuando habla con algunos de sus contados amigos íntimos, entre los cuales me cuento. Y debo puntualizar que no conozco a ningún otro.
Según lo dicho más arriba, Miguel afronta cada día como un reto y después del consabido desayuno en el bar mencionado, comienza una búsqueda que le tendrá entretenido durante buena parte de la mañana o del día según se cuadre. A  todo esto hay que añadir, aunque debe haber quedado claro por el contexto, que nuestro hombre es un jubilado que ya no tendrá que fichar obligatoriamente a la entrada del trabajo ni apresurarse con el coche  carretera adelante a primeras horas de la mañana para llegar a tiempo. Lo cierto, en cualquier caso, es que Miguel no se complica la vida y organiza su tiempo según lo expuesto de la forma que le resulte más sencilla. En general, no busca temas ni asuntos complejos ni tampoco se rompe la cabeza buscando situaciones o lugares extraños. Por poner unos ejemplos de sus primeros tiempos cuando le dio la ventolera, podemos decir que comenzó con los semáforos y pasos de cebra inmediatos a su domicilio, de los que de enseguida quiso enterarse de las normas que los regulaban así como su funcionamiento, estructura y materiales de los que estaban compuestos. En el caso de los semáforos la situación era bastante complicada, pues no solo debía enterarse del material de los que estaban hechos los postes y el vidrio de las luces, sino de los fundamentos de la electricidad, el espectro luminoso y los principios básicos de la física, o lo que es lo mismo: los rudimentos de las teorías de Faraday, Maxwell y Newton. De los pasos de cebra, siendo el asunto como todos comprenderán mucho más simple, recabó información del origen de tal denominación (las rayas de los cuadrúpedos de la sabana en poco se parecen a las de dichos pasos), y se enteró del tipo de pintura empleada teniendo en cuenta que no debía borrarse con el paso de miles vehículos y peatones ni con las inclemencias del tiempo durante mucho tiempo.
Para inspirarse y encontrar referencias, sigue normalmente determinados itinerarios que como norma se fija antes de salir de casa, aunque en algunas ocasiones le gusta vagabundear al albur de lo que le vaya saliendo al paso, e incluso en determinadas ocasiones, llega a utilizar el metro o el autobús para llegar a destinos muy alejados. En concreto durante casi medio año, decidió trasladarse a los barrios periféricos de la capital en los que su inspiración le hacía elegir temas muy diferentes de los habituales.  En las zonas industriales de los alrededores solía considerar primordialmente los aspectos sociales de la población, y en las zonas más deprimidas llegó a estudiar con cierto detalle los movimientos obreros y en concreto la revolución rusa de 1917. Sorprendentemente en estos lugares se dedicó principalmente a evaluar los menús de los restaurantes baratos y de medio pelo tan abundantes por allí, considerando si  sus calorías, hidratos de carbono y proteínas eran las adecuadas para el proletariado del siglo XXI, y si en resumidas cuentas el asesinato de los Romanov había merecido la pena. Su impresión general al respecto es más bien pesimista, teniendo en cuenta que pronto la inmensa mayoría de sus puestos de trabajo serán ocupados por robots con un gasto mínimo de electricidad en relación con sus salarios, y sin tener que engullir la detestable comida de aquellos baruchos que no baja de los ocho euros. 
En los días que se siente especialmente inspirado aborda a la gente por la calle e intenta entablar una conversación sobre el primer asunto que se le venga a la cabeza. Ni que decir tiene que una buena parte de los interpelados le toman por chiflado y se alejan a buen paso, pero otros sorprendidos agradablemente por su presencia y buenas maneras, aceptan el abordaje y durante un buen rato intercambian con Miguel el asunto que éste acaba proponiéndoles. Desgraciadamente no saben que todas sus conversaciones convergen en temas que a la gente normal le suelen tener sin cuidado, pues indefectiblemente Miguel termina soltándoles un panegírico sobre le belleza e inmensidad del universo así como la importancia que a su parecer tuvieron a ese respecto los filósofos sofistas y presocráticos de la antigua Grecia. Sin embargo, no se puede ignorar, que nuestro hombre padece de vez en cuando episodios depresivos que le impiden salir de casa, en donde le resulta más complicado encontrar nuevas referencias que le estimulen a seguir viviendo con el afán que aún se le supone a un ser humano con varios años por delante, si debemos hacer caso a la edad media de vida de los varones de este país. Haciendo un esfuerzo supremo, acaba echando mano de los libros y discos que ha ido coleccionando a lo largo de su existencia, y que sobreviven a algunos ataques de pirómano que ha sufrido en algunas de sus etapas maníacas. De los libros hace pequeños resúmenes después de leer algunas páginas si es que no los había leído antes, y con los discos se sumerge en una melancolía morbosa recordando algunos momentos buenos de su vida. Su infancia y primera juventud, el primer amor, el matrimonio, sus hijos. En resumidas cuentas el tiempo en el que aún no tenía que buscar referencias nuevas cada día para seguir viviendo.