martes, 10 de enero de 2017

URDIMBRES



La vulcanización de las fraguas estimula a los pintores.

La proliferación de barbuquejos desdibuja la arboladura.

La presencia del pantalán desdramatizó a los muelles.

Barlovento, dijo, donde la bocana del puerto expira.

Infantes barbudos fueron, raza de titanes precoces.

El vuelo de las gárgolas espanta a las mandrágoras.

Arrepentíos: volved al fin donde se gestan las palabras.

La ubicuidad de las mamparas me acrisola.

Vergel ventoso donde las palmeras se desmochan.

Urdimbre de todos los tresillos, no otra cosa quiero.

Llora hacia adentro donde las lágrimas se secan.

El éxtasis de los vegetales del páramo me extasía.

La exégesis consistía en las conjunciones copulativas y poco más.

La espera se hizo larga y cuando llegó ya era un extraño.

Los dedos de la mano dice. Y repite: los dedos de la mano.

El contexto ocupaba el otrora llamado núcleo.

La catequesis puso las bases de una alienación como Dios manda.

El pelotón de fusilamiento apuntó y cayó fulminado tras la primera descarga.

Válgame el cielo, el infierno o cualquiera de sus estadios intermedios, dijo el Dante.

La vertebración del sistema precisa de cartílagos.

La tasa de suicidios se disparó a los pies.

Vino, vio, venció, pero no era el César ni cruzó el Rubicón.

La descortesía de las verduleras estimula a los patanes.

La persistencia del tiempo entusiasma a los relojes.

La posibilidad del cero alivia a los escépticos.

El abuso de adjetivos adjetiva los abusos.

La igualdad de oportunidades retrae las oposiciones.

El trueque de mercancías originó los ensalmos.

La verdad también consiste en ella misma.

La rapidez de sus desplazamientos desdibuja filigranas.

La hipertrofia de la raquis originó al elefante.

El derecho consuetudinario banalizó a los romanos.

Las feromonas desatadas originan multitudes.

La posibilidad del calimocho estimula los gaznates.

No hay comentarios:

Publicar un comentario