El funcionamiento de las
máquinas hostiga a los caballos.
La visión esteroscópica
mortifica a las cebras.
El placer de rascarse
disuadió a las histaminas.
Se desliza la tarde, y el
humus se acrecienta en los parques.
Las placas tectónicas
tocaban sin embargo el piano.
El maremoto, impávido, se
hizo un selfie y fracasó.
La venganza es un plato,
pero nunca el primero.
El acontecer de los
alhelíes desdijo a la floresta.
Supo el psiquiatra la
histeria de los hímenes.
El certificado rezaba
así: Amén y Ave María.
Tracayumba nunca será tu
nombre, por si acaso.
Los adverbios juegan al
póker, los verbios no
Adoro el nombre
bituminoso de las pizarras y los lapiceros.
La enredadera trepa el
descenso de los canalones.
La orfandad de los ñues
se acrecienta en el río.
La inquietud de la hoja
en blanco no profanada aún.
La derrota final siempre sobre
un campo de amapolas.
La devastación del páramo
generó la arboleda.
Muere por fin la muerte
de tanta vana espera.
La enfermedad del bosque se
hizo viral de champiñones.
Dijo fin por fin la
finitud, y expiró.
La decrepitud de los
voltios extinguió los electrones.
Tu amor, siempre tu amor,
por fin tu amor. Debió ser eso.
El precio del tabaco
traicionó a los enfisemas.
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