La pericia del obrador
inmortalizó a los volovanes.
La proliferación de
parabienes desautorizó a los críticos.
La indiferencia de los
paramentos trastocó las estructuras.
La ineluctabilidad de los
acontecimientos desdijo las previsiones.
La aleatoriedad de sus
órdenes confundió a los escolásticos.
La furia de sus arrebatos
espantaba a las estatuas.
La efusión de sus abrazos
derretía a los impotentes.
El rigor de sus
argumentos galvanizó a la audiencia.
La reverberación de las
ondas mesmerizó a los incautos.
La proliferación de
minifundios desmintió al agrimensor.
La irrupción de los
síncopes desarboló a la orquesta.
La flexibilidad de sus
caderas entusiasmó a los artrósicos.
La espontaneidad de sus
líneas confundió a los arquitrabes.
La lealtad de su actitud
desautorizó a los fariseos.
La versatilidad de su
despliegue confundió a las legiones.
La pobreza de sus
explicaciones desmintió a Aristóteles.
La procacidad de sus
gestos desdecía a sus diplomas.
La pormenorización de
otrosíes extenuó a los notarios.
La refracción de la luz
traicionó a los ictiólogos.
El beneplácito de las
autoridades trivializó los pasaportes
El entusiasmo de los
belgas ofendió a los tricolores.
La precisión de las
causas contradijo a los estocásticos.
La esponjosidad de las
nubes perturbó a los algodones.
La previsibilidad de las
metamorfosis desquició a las mariposas.
La crisálida rebelde
olvidó a las moreras.