domingo, 21 de octubre de 2018

LUGARES


-Hay lugares a los que se llega, y una vez allí más vale permanecer y ver lo  pueden dar de sí. Considerar que no se ha recorrido una distancia en vano y no volver de inmediato sobre nuestros pasos, como si una vez alcanzado el objetivo, éste se hubiera vuelto insignificante. Estimar, si acaso, que no es tal ubicación la que no merece una atención mínima, sino nuestra capacidad perceptiva la que no se adecúa a lo que posiblemente pueda ser considerado valioso. Normalmente no se siguen rutas en vano para alcanzar puntos sobre la geografía que desdeñamos de inmediato. Y si tal sucede, no desestimar que el error pueda estar de nuestro lado, y no en la pretendida inanidad de lo alcanzado. Aunque tal caso pueda darse, a pesar de todo el empeño que se haya puesto en el camino, pues nuestra sola voluntad no es  a veces suficiente para investir de valor  a  un yermo o un erial, por mucho que hubiera sido nuestro empeño y convicción de que era allí, y no en otro lugar, donde se encontraba nuestro  Eldorado. Conviene, si tal fuera el caso, y tras un análisis todo lo detallado que merezca la situación,  deshacer el camino que tanto nos costó recorrer, Puede que en ello nos vaya la vida si lo encontrado se vuelve contra nosotros con un furor inexplicable, y mal haríamos si en ese momento, quisiéramos desentrañar tal sinsentido en vez de huir. Cierto es que será frecuente que hallando baldío en un primer momento el objeto de nuestros afanes, debamos esperar un cierto tiempo hasta que su valor se manifieste con la intensidad que esperábamos, para, si esto no llega a suceder, tomar vías alternativas, desvíos, rutas que quizás se nos presenten  inopinadamente. Ascensiones o descensos a lugares que, no por ignorados o remotos, dejen de asombrarnos, una vez abiertos a lo inesperado. Quién sabe incluso si, llegado el caso, solo se trata de continuar otro trecho, pues lo que imaginábamos en tal lugar, resultó ser un error de cálculo que solo unos pasos más volverán a darle el significado que creímos perdido para siempre. Es cierto, sin embargo, que en algunas ocasiones deberemos valorar aquilatadamente si merece la pena iniciar el camino buscando lugares que solo existen en una mente excesivamente necesitada de utopías. Tener en cuenta que, con frecuencia, ponerse  en camino al albur de lo que este quiera depararnos, es un dislate que no ha de llevarnos más que a un agotamiento sin sentido. Más valdrá en muchas ocasiones considerar que no se trata de encontrar lugares ignotos, y tenidos por valiosos: es frecuente que nuestros anhelos no se hallen demasiado lejos de donde nos encontramos, incluso sin dar un solo paso. Con frecuencia el horizonte más valioso es aquel que, al verlo, no tratamos de alcanzarlo desordenadamente, como si solo el hecho  de correr hacia él tuviera sentido. El horizonte anhelado con frecuencia solo se alcanza si valoramos suficientemente el sentido de nuestra mirada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario