miércoles, 2 de mayo de 2018

WALKING 1

Cuando volví al lugar del crimen, tuve la impresión de que todo permanecía exactamente igual que el día del desgraciado incidente. Es cierto que me pareció  que más allá de la coincidencia del aspecto general, tanto la calle como los edificios, árboles y establecimientos de la zona parecían velados por una tenue niebla, una especie de pátina que achaqué a mis crecientes dificultades con la vista y a la melancolía que me invadía en aquellos instantes. Descendí por la calle lentamente como de costumbre, y como de costumbre, traté de fijar en mi retina los menores detalles que luego suelo utilizar para rememorar lo que he visto. Al deslizarme calle abajo, sentía  que aquel paisaje,  tan habitual para mi tiempo atrás, me devolvía a un momento fundamental en mi vida, que sin embargo, me costaba recordar con precisión,  Los cristales de los escaparates  de las tiendas me devolvían mi silueta, que a duras penas reconocía comparándola con la de otros tiempos. Delgado, como siempre, pero el pecho más hundido y la cabeza como si fuera transportada inerme sobre los hombros, casi sin vida,  Me asusté, pero pronto me sentí mejor al recordar los efectos secundarios de la medicación que me tomaba desde entonces. 

Sé que allí sucedió algo muy dramático años atrás, tan importante que transformó mi vida, pero no puedo precisar de que se trataba.  Recuerdo voces y una mujer, y puertas que se cerraban de golpe.  Y una ira muy grande que me invadía, que sentía subir muy pronto desde la mañana y que no podía dominar porque tenía miedo, y era la única forma que encontraba para poder salvarme,  Y luego estaban las miradas, hirientes, penetrantes, burlonas que parecían seguirme allá dónde fuera, haciendo inútil toda tentativa de escapar.  No sé que les había hecho, que pecado ó mal acto había cometido para que me torturaran de tal forma,  Sé que en ocasiones corría y subía a la casa y me encerraba en mi habitación y me sentaba tratando de garabatear algo sobre unos papeles, que luego releía y era incapaz de entender.  Jadeaba y me tapaba los oídos, pues fue por entonces cuando me di cuenta que ni aún allí me abandonaban, susurrándome cosas horribles. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario