Cuando volví al
lugar del crimen, tuve la impresión de que todo permanecía exactamente igual
que el día del desgraciado incidente. Es
cierto que me pareció que más allá de la
coincidencia del aspecto general, tanto la calle como los edificios, árboles y
establecimientos de la zona parecían velados por una tenue niebla, una especie
de pátina que achaqué a mis crecientes dificultades con la vista y a la
melancolía que me invadía en aquellos instantes. Descendí por la calle
lentamente como de costumbre, y como de costumbre, traté de fijar en mi retina
los menores detalles que luego suelo utilizar para rememorar lo que he visto. Al
deslizarme calle abajo, sentía que aquel
paisaje, tan habitual para mi tiempo
atrás, me devolvía a un momento fundamental en mi vida, que sin embargo, me
costaba recordar con precisión, Los
cristales de los escaparates de las
tiendas me devolvían mi silueta, que a duras penas reconocía comparándola con
la de otros tiempos. Delgado, como siempre, pero el pecho más hundido y la
cabeza como si fuera transportada inerme sobre los hombros, casi sin vida, Me asusté, pero pronto me sentí mejor al
recordar los efectos secundarios de la medicación que me tomaba desde entonces.
Sé que allí
sucedió algo muy dramático años atrás, tan importante que transformó mi vida, pero
no puedo precisar de que se trataba. Recuerdo
voces y una mujer, y puertas que se cerraban de golpe. Y una ira muy grande que me invadía, que
sentía subir muy pronto desde la mañana y que no podía dominar porque tenía
miedo, y era la única forma que encontraba para poder salvarme, Y luego estaban las miradas, hirientes,
penetrantes, burlonas que parecían seguirme allá dónde fuera, haciendo inútil
toda tentativa de escapar. No sé que les
había hecho, que pecado ó mal acto había cometido para que me torturaran de tal
forma, Sé que en ocasiones corría y
subía a la casa y me encerraba en mi habitación y me sentaba tratando de
garabatear algo sobre unos papeles, que luego releía y era incapaz de entender. Jadeaba y me tapaba los oídos, pues fue por
entonces cuando me di cuenta que ni aún allí me abandonaban, susurrándome cosas
horribles.
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