miércoles, 16 de mayo de 2018

ESE


El hombre ese anda con cierta dificultad, pero no por ello debe dejar de considerársele un ser humano con todo su sentido. Que tenga algún problema para desplazarse con soltura, no merma ni un ápice su facultad para ser considerado como un homínido superior de la especie sapiens sapiens con todas sus consecuencias. Y hasta ahora, por cierto, en puridad ni siquiera se le podría llamar cojo. A usted, por otro lado, que parece tan interesado, ni le va ni le viene que todas las madrugadas salga de su casa a eso de las  cuatro y se dedique a pasear por los alrededores un mínimo de media hora. En mi opinión, incluso podría alejarse y coger el autobús o el metropolitano si a esas horas estuviesen en funcionamiento, lo que en todo caso sería un problema a resolver por la concejalía de circulación del ayuntamiento (existen los buhos, no lo olvido)
                       E incluso le voy a decir más. En mi opinión, que el tal Baldomero tenga sus aficiones especiales o sus manías, ni siquiera debe hacer que sea considerado como raro. Sin ir más lejos ¿tenemos los demás idea de lo que usted misma hace en la soledad de su propio domicilio? Es posible que incluso aberraciones que pondrían los pelos de punta a cualquier psiquiatra de cierto prestigio. Quien sabe si cortarse las uñas de los pies o depilarse. O que hasta juegue consigo mismo o se ponga lavativas sin sentido, que ya alguien entre los vecinos ha alertado a la comunidad de los ruidos extraños procedentes de su casa a altas horas de la madrugada. Pero cuidado, por mí, haga usted lo que le venga en gana, después de todo se trata de su salud. Pero si le apuntaré, volviendo al caso de nuestro amigo, que no deja de ser inquietante que usted pase todas las noches en vela, o se ponga el despertador alerta para sorprender a Baldomero en sus ajetreos nocturnos para pasear por el barrio o donde le alcancen las piernas.
                      Considere todo lo dicho con anterioridad como un consejo de un buen amigo para el futuro inmediato, en el que más le valdría dedicarse a las labores habituales a esas horas, y no a sus, al parecer, extraños tejemanejes con su organismo que pueden llevarle a la ruina. Pero sobre todo, abandone el espionaje y duerma a pierna suelta, es lo que todos hacemos a horas tan intempestivas. Estoy seguro que tendrá en cuenta lo que le acabo de decir y procederá como es menester. Tenga en cuenta, en cualquier caso, el escándalo que puede originarse si a esas horas tenemos que avisar de urgencia al Samur o a los bomberos.

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