El hombre ese anda con cierta dificultad, pero no
por ello debe dejar de considerársele un ser humano con todo su sentido. Que
tenga algún problema para desplazarse con soltura, no merma ni un ápice su
facultad para ser considerado como un homínido superior de la especie sapiens
sapiens con todas sus consecuencias. Y hasta ahora, por cierto, en puridad ni
siquiera se le podría llamar cojo. A usted, por otro lado, que parece tan
interesado, ni le va ni le viene que todas las madrugadas salga de su casa a
eso de las cuatro y se dedique a pasear
por los alrededores un mínimo de media hora. En mi opinión, incluso podría
alejarse y coger el autobús o el metropolitano si a esas horas estuviesen en
funcionamiento, lo que en todo caso sería un problema a resolver por la
concejalía de circulación del ayuntamiento (existen los buhos, no lo
olvido)
E incluso le voy a decir
más. En mi opinión, que el tal Baldomero tenga sus aficiones especiales o sus
manías, ni siquiera debe hacer que sea considerado como raro. Sin ir más
lejos ¿tenemos los demás idea de lo que usted misma hace en la soledad de su
propio domicilio? Es posible que incluso aberraciones que pondrían los pelos de
punta a cualquier psiquiatra de cierto prestigio. Quien sabe si cortarse las
uñas de los pies o depilarse. O que hasta juegue consigo mismo o se ponga
lavativas sin sentido, que ya alguien entre los vecinos ha alertado a la
comunidad de los ruidos extraños procedentes de su casa a altas horas de la
madrugada. Pero cuidado, por mí, haga usted lo que le venga en gana, después de
todo se trata de su salud. Pero si le apuntaré, volviendo al caso de nuestro
amigo, que no deja de ser inquietante que usted pase todas las noches en vela,
o se ponga el despertador alerta para sorprender a Baldomero en sus ajetreos
nocturnos para pasear por el barrio o donde le alcancen las piernas.
Considere todo lo dicho
con anterioridad como un consejo de un buen amigo para el futuro inmediato, en
el que más le valdría dedicarse a las labores habituales a esas horas, y no a
sus, al parecer, extraños tejemanejes con su organismo que pueden llevarle a la
ruina. Pero sobre todo, abandone el espionaje y duerma a pierna suelta, es lo
que todos hacemos a horas tan intempestivas. Estoy seguro que tendrá en cuenta
lo que le acabo de decir y procederá como es menester. Tenga en cuenta, en
cualquier caso, el escándalo que puede originarse si a esas horas tenemos que
avisar de urgencia al Samur o a los bomberos.
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