A)
La percepción asintótica de las emociones es
equivalente al desarrollo tangencial de las estructuras disipativas de los
axones. Valga la matización.
La organización reticular de la conciencia es
directamente proporcional a la implementación de la idea de Dios en el primer
Spinoza, cuando se levantó airado y dijo basta.
La floración de los almendros en los parques de
Kioto en pleno mes de Febrero, es coincidente con la de la misma especie de árboles
en el pueblecito madrileño de Cercedilla. Salva sea la distancia y el prestigio
de los almanaques de las oficinas de turismo japonesas.
No todo lo dicho describe con precisión el sistema
completo de la conciencia de quien lo expresa, sino que solamente supone una
aproximación a la estrategia comunicativa de las sinapsis del lóbulo prefrontal
en su cerebro de homo sapiens de tipo medio.
B)
José María Albuquerque Cienfuegos, marqués de
Albuquerque y perito agrónomo, se dedicó toda su vida a la cría caballar y la
fontanería, hasta que por un desgraciado accidente se prendió fuego en su
cocina y murió como consecuencia del incendio subsiguiente. Nada que ver, sin
embargo, con su segundo apellido.
Maite Aguirregoaga Somarriba falleció como
resultado de una caída desde el rellano del primer piso de la escalera de su
casa de campo ubicada en el señorío de Matalascañas . Muy lejos por lo tanto
del familiar, sito en Vizcaya, como cualquiera medianamente avispado habrá
podido deducir una vez enterado de su primer apellido.
Félix Apellániz Benavente, párroco que era de Villaporquera,
dejó este mundo en dudoso olor de santidad a poco de terminar la misa de doce
en la ermita del valle del mismo nombre. Las causas aún no se han podido
precisar con certeza, pero se achacan o bien a los efluvios de una fábrica de
celulosa de las cercanías o a los de la gran cabaña de ganado porcino de la
zona, como claramente indica el nombre del pueblo.
El pasado siete de marzo, la quietud de la noche
angustió sobremanera a Ernesto Pi Casares, integrante de una banda de música
militar, que para combatir tal desasosiego, recurrió a tocar el tambor y
el cornetín a las tres de la mañana, satisfaciendo de tal manera a sus
trompas de Eustaquio y obteniendo una aceptable tranquilidad. Y desde luego, el
enojo desmedido de sus vecinos, que hasta esos precisos momentos le
consideraban un buen amigo.
Ernesto Martínez Esparducer-Damborenea y González
Galloso es de la opinión que lo bueno si breve dos veces bueno, como por
otro lado sabe sobradamente todo el mundo que que haya tenido que escribir sus
apellidos de una sentada.
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