miércoles, 25 de abril de 2018

GRANADA


Todo es posible en Granada, fueron las últimas palabras de Gervasio. A partir de ese instante se hicieron inútiles los adioses, y las plazas de toros se despoblaron de lo que suele darle su sentido y justifica su prolífica presencia en la geografía nacional: el cuadrúpedo en sí mismo.

Esa inveterada costumbre de Celestino de frotarse las manos hiciera lo que hiciera, e incluso cuando no hacía nada, llegó a trastornarme. Las miraba hipnotizado cuando se las frotaba frenéticamente, con una fruición enajenante para cualquiera que no estuviese precisamente en su mollera .

Epaminóndas sale de noche a pasear. Dice que es momento ideal, cuando menos tráfico y peatones se ven por la calzada y la acera respectivamente. Además, la luz de las farolas  inviste al ambiente de un embrujo muy superior al de las doce del mediodía, con el sol en su cénit. Y que conste que trabajar en un tablao flamenco no tiene nada que ver con tal apreciación, asegura muy ufano.

Wenceslao es duro de oídos, y cada vez que mantiene una conversación con alguien, se lleva un dedo de la mano, el índice normalmente,  a la oreja atañida. Hasta tal punto es esto cierto, que con frecuencia, llevado por una rutina excesiva, hace exactamente lo mismo cuando nadie le habla o está solo en su casa. Claro que en ambos casos, sin embargo, él asegura que siempre oye voces.

Rosarito fue siempre una niña muy educada, incluso  tímida, que cuando acompañaba a su mamá a misa o a la compra y se tropezaban con alguien, no decía esta boca es mía, o  miraba para otro lado por pura vergüenza. Nada que ver en absoluto con lo que sucedió desde el momento en que le llegó la adolescencia y le bajó la regla. Sintió entonces en su interior las urgencias de la reproducción de la especie, pues sin venir a cuento y en cualquier circunstancia, se sacaba los pechos y se los manoseaba delante de quien fuera groseramente.



No hay comentarios:

Publicar un comentario