Luis María dice jugar a un juego muy divertido que
hace que sus días transcurran felizmente y que su vida en general resulte de un
inusitado interés. El hecho consiste en que desde hace algún tiempo
(exactamente desde que solo se levanta una vez para orinar durante la noche) ve
a sus semejante como si se tratara de bichos: un orangután, un elefante,
una comadreja, un gorila, una babosa de mar…y a sí indefinidamente.
Incluso rehuye los espejos porque tiene la certeza de que le pasaría igual, y
tiene un concepto muy elevado de sí mismo para aceptarlo. Este es el juego tan
extraño de Luis María, al que sin embargo se ha acostumbrado y del que parece
disfrutar a su manera, a pesar de las sorpresas y malos ratos que le
proporcionan, y posiblemente la justificación al hecho de que siempre se le vea
solo. No le gusta la presencia de bichos, y rehuye la de sus semejantes,
por lo que parece absolutamente normal que se le conozca bajo el sobrenombre de
Luisma, el huidizo.
Para Ángel el mayor placer que puede experimentar
un ser humano es el de ser capaz de cargarse a un semejante. Parecerá una salvajada, y
estoy seguro que no solo se trata de mi punto de vista sino que es visto así
por la inmensa mayoría de la gente, e incluso que sea considerado como la peor
de todas (no hablemos ya de los niños). Pero Ángel lo percibe así en su
interior, y desde ese punto de vista para él es algo natural. Esa es sin
duda la razón de la adoración que siente por Thomas de Quincey, y justifique
que “Del asesinato considerado como una de las bellas artes” sea su libro de
cabecera. Despacharse a gusto rebanándole el pescuezo al vecino o
pegarle simplemente dos tiros (con cierto estilo, claro está) puede
producirle una felicidad absoluta. Y no digamos nada si se trata de lanzar al
vacío por un precipicio a un tierno infante. Ángel contradice de esta
manera su propio nombre, aunque debo advertir que a mí tales seres asexuados y
con plumas siempre me han producido algo así como un horror metafísico.
En la red se ha hecho viral una información de una
agencia alemana de investigación social, según la cual la gente de derechas
sobrepasa holgadamente a la de izquierdas en casi todas las cualidades
estudiadas. Según esta investigación, se
hace evidente que los hombres de derechas son más altos, guapos,
inteligentes y poseedores además de una cabellera más poblada y lustrosa
(o lo que es lo mismo: en la izquierda hay muchos más calvos). En cuanto a las
mujeres, se hace evidente, aparte de lo ya mencionado que tienen mejor culo
y tetas, lo que les augura un porvenir muy halagüeño no solo en la
ingeniería, sino en las pasarelas y como presentadoras del espacio dedicado al Tiempo
en la televisión. Algo parecido sucede con los niños, que son con diferencia
bastante más rubios, aunque en verano en la playa cogen un tono tostado precioso.
Deben ustedes saberlo, y en la medida de lo posible, actuar en consecuencia.
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