viernes, 13 de abril de 2018

ESCOMBROS


Nunca volveremos a vernos siempre jamás.

Eras tú y si embargo qué.

Tu boca, tu pelo. Tu inexistencia también.

Volver a empezar. Para qué no importa.

Dame la mano y vayamos donde quien sabe.

La melancolía de aquella botella de champán, mentías.

Habíamos vivido y sido felices: tuviste que escribirlo.

Siempre estarás en mi memoria desquiciada por los atardeceres.

La desesperanza se agazapa en los calendarios. Siempre espera.

Recuerda el amor, los niños, el verano. Vive, regresa.

Hablas pero las palabras vuelan y solo tu silencio permanece.

La laxitud de mis neuronas. Solo se trata de eso.

Ponte en camino. Da la espalda a los escombros.

Vana es la esperanza del león sin dientes.

Mira tus manos y alégrate. Podrían ser otra cosa.

Me tratas como a un extraño pero siempre amanece.

Me colma una soledad solo debida a mí mismo.

Despierta: llueve una finísima lluvia de soles diminutos.

Un puñal en la espalda, dices. Huir no era una opción aconsejable.

Me levanto, camino, hablo y me alimento. Acaso existo.

Cae el telón. La curvatura del espaciotiempo aumenta.

Tener un hijo, escribir un libro, plantar un árbol. Olvidar los maremotos.

Un mundo de vírgenes ¿qué mundo entonces?

La ceniza no existe. El fuego es mentira, dijo el australopiteco.

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