Continúa lloviendo. Lo hace desde el martes
pasado, es decir, hace una semana completa, cosa nada habitual por estas
latitudes. En fin, por la ubicación geográfica de este lugar, de clima y
continental, donde lo normal por esta época es el tiempo seco y frío. Lo
anterior puede parecer una tontería impropia de un varón adulto con la
capacidad de raciocinio normal, lo mismo que podría decirse de una mujer, que
no es el caso, pues en mis proyectos a corto y medio plazo no figura en
absoluto operarme para que tal cosa tuviera un sentido. El asunto es que llueve
sin parar, y siento en mi una irritación creciente, que me hace recordar una
novela de ciencia ficción que leí hace mucho tiempo, y que si no recuerdo mal,
figuraba entre las mejores de ese género según los críticos de un suplemento
literario que tampoco recuerdo. Sin embargo sí recuerdo lo complicada que era
la vida para los individuos que tenían que vivirla chapoteando continuamente en
el barro y con frecuencia calados hasta los huesos. Solo unos pocos, pero
precisamente los que ostentaban el poder en aquella especie de república, eran
indemnes a aquel mundo acuático, pues al parecer y de una forma netamente darviniana,
habían desarrollado una piel escamosa, impermeable a ese tipo de meteoro. De
hecho, se había convertido en medio-peces que podían caminar sobre la tierra
aunque fuera con cierta dificultad, y que se las componían
estupendamente dentro del agua, en donde podían practicar diversos estilos de
natación. La trama de la novela, si es que tal obra puede llamarse así (sería
un poco largo explicar aquí el por qué), se centraba esencialmente en la lucha
del pueblo llano con dificultades para desenvolverse en aquel terrible humedal,
para reconquistar el poder que tuvieron una vez cuando el índice de pluviosidad
en la Tierra era el habitual. Esta gente tenía muchos problemas para
conseguirlo pues los otros, los casi peces, en cuanto se sentían acosados se
metían agua adentro en los mares, los ríos o los lagos, y la cosa se les
complicaba. La verdad que la trama era una especie de locura, o mejor chaladura
infantil que resultaba muy difícil de creer para un adulto con la cabeza sobre
los hombros. Creo que esa fue la principal razón por la que creo que no llegué
a terminarla. Era una especie de cómic para adolescentes, bastante infumable
para quienes como yo, frecuentaba a Joyce, Kafka y los autores rusos del
diecinueve.
En otro orden de cosas, en dicha novela se hacía
evidente que los mamíferos que aún sobrevivían en una situación tan poco indicada
para ellos, estaban en proceso de extinción con la posibilidad a medio plazo de
volverse todos peces.
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