El Teniente Coronel de Infantería destinado en
Regulares, don Luis Garrigosa Pérez, se ha puesto tetas de la noche a la
mañana. Quiénes le conocían a fondo no se extrañaron en absoluto, o como mucho,
se extrañaron que se las pusiera tan chiquitas, con la adoración que decía
sentir por los grandes volúmenes, independientemente de que fueran o no fueran
de silicona. El hecho es que se ausentó durante quince días de su domicilio, en
el que vivía con su mujer y tres hijos varones ya mayores, justificándolo
con unas maniobras en la otra punta de
la península. Cuando regresó, se presentó convertido en una señora de cierta edad con el pelo cardado, colorete,
rimel y las cejas muy marcadas. Su indumentaria, una falda plisada con volantes
y una blusa, que hacía ostensible sus pechos recién adquiridos, según manifestó
enseguida, en una clínica de Pamplona especializada en implantes.
La llegada a su domicilio la hizo con mayor naturalidad de la que podía
esperarse de una situación como mínimo violenta. En cualquier caso, las
consecuencias de tal cambio no se hicieron esperar, su mujer se fue de casa ese
mismo día al igual que sus dos hijos mayores, que al irse le recriminaron el
baldón que había arrojado sobre sí mismo, su mujer y sus hijos. Y al despedirse
le dijeron simplemente “Es el colmo, habernos convertido de repente en el hijo
de un travestón”, cerrando la puerta con violencia. El pequeño, Benjamín, sin
embargo, decidió quedarse con él (o con ella, que en aquellos momentos no lo
tenía claro), parecía muy tranquilo y se pasó toda la tarde con su padre viendo
fútbol en la televisión, aunque de vez en cuando se dirigía a él y le
preguntaba qué tal se sentía. Luis no parecía muy cómodo con su insistencia,
pero finalmente le acabó confesando que
no se podía ni imaginar lo bien que se sentía al verlas y podérselas tocar. “Yo
me siento chachi, hijo, qué quieres que te diga” terminó diciéndole para
terminar con el interrogatorio.
El problema mayor surgió cuando Benjamín pasó a la acción, y no pudiendo
reprimirse le tocó las tetas a su progenitor para tener de inmediato una
erección de campeonato. Luis, al darse cuenta de la situación y observar la
evidencia bajo los pantalones de su hijo, le dijo “tranquilo, Benjamín, lo que
te sucede es totalmente normal, y me alegro, porque tal cosa significa que
están muy bien hechas y dan el pego, que es de lo que se trata. Si quieres vete
al cuarto de baño y hazte una buena paja, que no pasa nada, pues yo lo
considero un homenaje desinteresado a tu anciano padre”.
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