martes, 2 de enero de 2018

PROSAS GAMBERRAS - Pensamientos



4.- Pensamientos.

La mayor parte del tiempo, al menos del tiempo del que tengo conciencia, que ese es otro asunto, me dedico a pensar. Quiero decir con esto que solo me dedico a pensar. Puedo estar caminando o realizando cualquier otra actividad, incluso hablando con alguien, pero la verdad es que solo estoy pensando. En qué pienso es lo de menos, ya que incluso puede darse el caso de que no esté pensando en nada concreto, pero sé que lo que verdaderamente estoy haciendo es exactamente eso. Es posible que solo piense en el puro hecho de hacerlo, como si se tratara de una especie de tautología, una ensoñación o un desvarío que me lleva muy lejos del lugar o la situación en la que me encuentre, aunque a decir verdad, nunca sería capaz de precisarlo. Sé que lo que digo no es fácil de entender, pero se trata de una segunda naturaleza (o quizás, primera) que se adueña de mí sin que ni yo mismo me aperciba. Después de todo, si lo piensa bien, es posible que se trate de algo muy normal. Sin ir más lejos, mientras usted estaba leyendo estas líneas, y posiblemente tachándome de loco, también y sobre todo usted estaba respirando. Quizás solo se trate de eso.

¡Qué quiere que le diga! sé que su problema le desborda, le atosiga, le agobia o como a usted le venga en gana definir a tal desasosiego. Me cuenta con todo tipo de detalles todos los pormenores del mismo, e incluso me da detalles que me sonrojan, pues a pesar de la amistad que nos une desde hace tanto tiempo, ciertos aspectos de las relaciones conyugales es mejor guardárselos para uno mismo. Debe cesar en sus confesiones, pues si he de decirle la verdad, cuando por la noche me meto en la cama, soy incapaz de pensar en otra cosa. Esa capacidad que tiene su esposa para que una vez usted dentro, no tenga ni siquiera que moverse, utilizando solo su prodigiosa musculatura del suelo pélvico, es algo que está llegando a obsesionarme, al ser el único pensamiento del que soy capaz a esas horas. Y créame, ya son varias las noches en blanco imaginando tal maravilla. Afortunadamente cuando no puedo más, me alivio como hace milenios hacen los varones en apuros. Cállese, pues, usted. O si es incapaz, presénteme a su señora para tener noticia más fidedigna de tal prodigio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario