lunes, 1 de junio de 2015

DEDOS



Tengo un cuerpo, eso parece evidente, porque los demás no dejan de recordármelo haciendo con frecuencia alusiones más o menos veladas a algunas de sus partes. Aunque después de todo, podría no serlo tanto y solo existir como alguna de estas. Ser solo piernas, brazos, cabeza o tronco. Voy a investigarlo.

De hecho, si debo decir la verdad, no me importaría ser solo piernas. Después de todo, son ellas las que me hacen percibir la gravedad, y me transmiten esa sensación de solidez que me mantiene pegado a la superficie del planeta, confirmando de esta manera mi existencia. Ser cojo o ir en silla de ruedas me plantearía un problema de momento no considero urgente resolver.

Hace poco después de levantarme, he contemplado con cierto asombro la facilidad con la que mis brazos son capaces de moverse. En un momento dado, parecían funcionar casi como aspas de molino enloquecidas, capaces de  girar a mi antojo en cualquier dirección. Después me he contemplado en el espejo de cuerpo entero, y durante un buen rato les he dado órdenes, en conjunto o por separado, que ellos han obedecido sin la menor objeción: levántate, desciende, dóblate. He llorado de emoción.

Y que decir de las manos, esas mariposas antojadizas capaces de aferrar una espada y realizar hazañas fabulosas blandiendo, o sutilezas delicadísimas, como enhebrar el hilo en una aguja o coger una pluma y escribir bellos poemas, si  estuviera dotado para tales designios. Aunque quizás aquí tomo la parte por el todo, y estoy hablando de los dedos.

Pero, hablando de estos, el caso más paradigmático, es sin duda el de los pianistas, pues sin ellos, gran parte de la música clásica que nos emociona (Chopin, por poner solo un caso), se iría al garete. Dedos hechos también para la caricia y el amor, sin por ello dejar de prestar un servicio imprescindible al carnicero. Y para la seguridad de las naciones, que sin las huellas dactilares verían violadas sus fronteras, y permitirían que los ladrones actuaran al albur de sus codiciosos deseos. En cualquier caso, me voy a comprar un piano para mis solitarios dedos.

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