Tengo un cuerpo,
eso parece evidente, porque los demás no dejan de recordármelo haciendo con
frecuencia alusiones más o menos veladas a algunas de sus partes. Aunque
después de todo, podría no serlo tanto y solo existir como alguna de estas. Ser
solo piernas, brazos, cabeza o tronco. Voy a investigarlo.
De hecho, si
debo decir la verdad, no me importaría ser solo piernas. Después de todo, son
ellas las que me hacen percibir la gravedad, y me transmiten esa sensación de
solidez que me mantiene pegado a la superficie del planeta, confirmando de esta
manera mi existencia. Ser cojo o ir en silla de ruedas me plantearía un problema
de momento no considero urgente resolver.
Hace poco
después de levantarme, he contemplado con cierto asombro la facilidad con la
que mis brazos son capaces de moverse. En un momento dado, parecían funcionar casi
como aspas de molino enloquecidas, capaces de
girar a mi antojo en cualquier dirección. Después me he contemplado en
el espejo de cuerpo entero, y durante un buen rato les he dado órdenes, en
conjunto o por separado, que ellos han obedecido sin la menor objeción: levántate,
desciende, dóblate. He llorado de emoción.
Y que decir de
las manos, esas mariposas antojadizas capaces de aferrar una espada y realizar
hazañas fabulosas blandiendo, o sutilezas delicadísimas, como enhebrar el hilo
en una aguja o coger una pluma y escribir bellos poemas, si estuviera dotado para tales designios. Aunque
quizás aquí tomo la parte por el todo, y estoy hablando de los dedos.
Pero, hablando
de estos, el caso más paradigmático, es sin duda el de los pianistas, pues sin
ellos, gran parte de la música clásica que nos emociona (Chopin, por poner solo
un caso), se iría al garete. Dedos hechos también para la caricia y el amor,
sin por ello dejar de prestar un servicio imprescindible al carnicero. Y para
la seguridad de las naciones, que sin las huellas dactilares verían violadas
sus fronteras, y permitirían que los ladrones actuaran al albur de sus
codiciosos deseos. En cualquier caso, me voy a comprar un piano para mis
solitarios dedos.
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